Diario de León

poesía

Desenterrar la raíz del canto

malpaís Alfredo Sldaña La Isla de Siltolá, Sevilla, 2015. 100 pp.

Publicado por
josé enrique martínez
León

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A fuerza de repetir los mismos nombres en antologías, reseñas y demás, olvidamos a poetas más conscientes de lo que hoy significa escribir poesía. Hablo de Alfredo Saldaña y de su quinto poemario, Malpaís. Tanto en sus ensayos como en su poesía, Saldaña posee un pensamiento crítico no acomodaticio, resistente frente a los intentos de sometimiento, un pensamiento rebelde, insumiso, enfrentado a los discursos autoritarios, activo para hacer de Malpaís un espacio habitable. Puede comprobarse en sus ensayos sobre poesía contemporánea y de crítica cultural, como El poder de la mirada. Acerca de la poesía española posmoderna (1997) o No todo es superficie. Poesía española y posmodernidad (2009). En el poemario que reseño se propone, entre otras cosas, «poetizar el pensamiento» y problematizar el lenguaje. Es una reflexión sobre el leguaje y la necesidad de despojarlo de los lastres acumulados por la historia, el poder y la tradición. De ahí la imagen del desagüe por donde el pensamiento y la palabra se fuguen para liberarse de todo tipo de servidumbres.

Malpaís parte de una propuesta: «Caminar sobre estos campos de ceniza». El que camina es el poeta, cuya finalidad no es otra que avanzar sin mirar hacia atrás, junto a los derrotados, los vencidos; caminar sin destino fijo, errante, sin certidumbres, libre de ataduras, de doctrinas y escuelas, a la intemperie, con el afán de explorar los territorios vírgenes de la historia o de la palabra. Pero no es la palabra en marcha una palabra sumisa ni acomodada. El poeta reitera la idea de penetrar, agujerear, agrietar, romper, punzar para saber «lo que callan los nombres»; horadar, descomponer, agujerear, abrir huecos hasta llegar a la raíz del sentido y del canto: «dragar / hasta dar / con el fondo, / abrir orificios / por los que el sentido respire / y explore vías de fuga». Se trata de traspasar el muro para explorar la otra orilla. La idea de frontera no es la del límite, sino la imagen de lo que hay al otro lado, la «terra incognita aún por explorar». La palabra poética abandona el centro para escrutar el margen, la voz de los excluidos. En el mismo sentido, acoge la idea de Juarroz de la poesía como balbuceo que rompa «la sintaxis del mundo»: «Tartamudear / hasta dislocar el lenguaje / y conseguir que los vocablos / recobren sus sentidos / perdidos / en el desván de la historia». Como se ve, la poesía de Saldaña es más lúcida y rica de pensamiento que la que acostumbramos a leer.

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