«Estoy aquí y estoy siendo»

D e entre los recursos sorprendentes del libro, llama la atención el final del capítulo Una maraña de versos , mientras el viajero recuerda el último verso del adhan de la mezquita de Yazd, que recrea uno de los últimos instantes de la obra. El texto continúa con Un mar de arena , estructurado por bellos textos casi en forma de aforismos, creados como despedida. El capítulo llama la atención porque el aforismo no es forma habitual en la literatura de viajes. Pero la obra de Javier Solana utiliza diversas formas estéticas inesperados, como, ocurre por ejemplo, con el capítulo Juegos , un monólogo femenino complejo por sus variadas alusiones.

Lo dicho, nada muestra de la forma literaria y del objetivo de la obra, lejana del planteamiento viajero habitual. La convicción personal no tiene duda: «Para mí Irán era una representación de Oriente: un territorio lejano, desconocido, radicalmente opuesto y, por tanto rebosante de sorpresas».

Con este sentimiento Solana se acerca a Irán, buscando los secretos de sus formas de vida, su paisaje y su arte. Pero estos elementos habituales alcanzan en la pluma de Solana una expresión especial, la habitual en viajeros ilustrados, cultos, inquietos… apasionadamente permeables a la sorpresa. Todo lo observado (restos monumentales y arqueológicos de misteriosa belleza, paisajes sorprendentes, tipos inesperados y tradiciones desconocidas…) son descritos con una inesperada y sutil perspicacia. Su capacidad de reflexión es profunda, como lo es su valentía, elementos psicológicos ambos que transforman la realidad y las reflexiones que esa realidad provocan en el viajero. Devuelve así al lector la creación en forma de metáfora o plásticamente transformada.