Diario de León

A Felipe el Hermoso le dieron matarile

David Botello y May Rodríguez desmontan la historia oficial.

Portada del libro

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Vienen ‘en son de guerra’. David Botello y May Rodríguez desvelan una historia turbulenta que no cuentan los libros de texto oficiales

En el libro Felipe el Hermoso, editado por Oberon, David Botello y May Rodríguez desvelan las claves de un crimen que la historia oficial se ha «olvidado» de contar. Traiciones, mentiras, escándalos, sexo, poder y guerras: todo un Juego de Tronos en Castilla

A Felipe el Hermoso le dieron matarile. Juana la Loca no estaba loca. Y muchísimo menos de amor. Isabel la Católica envenenó a su propio hermano. Luego dio un golpe de Estado y montó una guerra civil para legitimarse. Isabel tiene tantas posibilidades de ser bastarda como su sobrina Juana, alias la Beltraneja. «No queremos engañar a nadie. Este libro puede herir sensibilidades», afirman David Botello y May Rodríguez, autores del libro Felipe el Hermoso. Anatomía de un crimen y advierten: «Venimos en son de guerra, a darle patadas al árbol de cartón piedra de la historia oficial».

David y May, expertos investigadores, están convencidos de que a Felipe el Hermoso se lo cargaron.

Han investigado el crimen, han descubierto al asesino, han desvelado a lo largo de las páginas del libro sus motivos y, de propina, se han remontado al reinado de Isabel y Fernando para entender el contexto y destapar lo que la historia oficial no ha contado.

Felipe el Hermoso fue el primer rey de la dinastía de los Austria. Llegó a Castilla para reinar y se lo cargaron antes de llegar a ser rey de Aragón. A pesar de que es un tipo importante, sabemos muy poco de él. A lo mejor es que se han olvidado un poco a posta. El reinado de Felipe I es un fastidio, sobre todo si comulgas con eso de que Isabel y Fernando unieron España. «Porque, vamos a ver, cuando muere Isabel, el trono de Castilla lo hereda su hija Juana. Fernando sigue vivito y coleando en su trono de Aragón. Eso de que haya dos reyes distintos nos suena a que siguen existiendo dos reinos: el de Castilla para Juana y el de Aragón para Fernando», explican los autores y concluyen que «el sentido común nos dice que no: los reyes católicos no unieron España».

En el prólogo de Carlos Sobera, el conocido presentador de televisión pregunta: «¿Son ustedes curiosos? Este es su libro. ¿Ansían ustedes descubrir secretos siempre guardados? Este es su libro. ¿Son ustedes críticos, analíticos, observadores, y amantes de la verdad? No lo duden, este es su libro...».

«Un buen día, en el siglo pasado, llegó un genio llamado don Miguel de Unamuno, y nos contó que lo más importante, y lo que más interés le suscitaba, era la intrahistoria. La intrahistoria, amigos, o lo que es lo mismo, que lo que debía importarnos no eran tanto los grandes acontecimientos como los pequeños y no tanto los hechos como las motivaciones que permitían su nacimiento».

Los escritores desvelan algunos «detallitos» que se olvidaron de contarnos, como que el padre de Isabel, Juan II, y Álvaro de Luna eran amantes. Sí. Eran homosexuales. Cuando Juan II se casó con Isabel de Portugal, se formó un triangulo amoroso.

Enrique IV

El hermano de Isabel también era homosexual. Si ha pasado a la Historia como el Impotente fue por un gatillazo en la noche de bodas.

A pesar de que todo el mundo sabía que Juana era hija suya, la princesa acabó convirtiéndose en la Beltraneja. ¿Es posible que hayan sido víctimas de una de las primeras campañas de manipulación política de la Historia, orquestada por los reyes católicos?

¿Pudo ocurrirle lo mismo a Juana la Loca?

Juana no estaba loca. Era bastante sensata y, según nos cuentan las crónicas de la época, era la más lista y la más guapa de sus hermanas. Su gran marrón fue casarse con Felipe el Hermoso. Encontró en su maridito a un auténtico maltratador. Su matrimonio fue un infierno y, claro, para no tener problemas con los católicos reyes, Felipe empezó a decir que Juana estaba como una regadera. Luego, cuando una carambola le convirtió en heredero consorte de Castilla y Aragón, se dio cuenta de que la locura de Juana le venía estupendamente para quedarse con el trono. Luego fueron su padre, Fernando, y su hijo, Carlos V, los que se aprovecharon de la leyenda de su locura para gobernar en Castilla.

Fue a traición, en secreto y en pecado. Fue en secreto porque les interesaba presentarse como un matrimonio de hechos consumados. Fue a traición porque se casó en contra de la voluntad del rey y en contra de los intereses de Castilla. Fue en pecado porque, para casarse a la católica, necesitaban una bula papal que no llegaba y la falsificaron sin ponerse colorados. Como vemos, fue una boda totalmente irregular.

Aquí huele a muerto

Todos los personajes que amenazaban el acceso de Isabel al trono acabaron muriendo de forma tan repentina como conveniente. El primero fue Pedro Girón, con quien estaban a puntito de casarla; el segundo fue su hermano Alfonsito, que se comió una trucha en mal estado; y el tercero, su hermano Enrique, murió convencido de que Isabel, con ayuda de Fernando, le había envenenado. ¿Es que todos los que rodean a sus católicas altezas son malísimos? ¿O es que los del «tanto monta» han sido maestros en el maquiavélico arte de colgar sambenitos a todos sus enemigos? La sombra de Cisneros es alargada. En Castilla nadie movía un dedo si él no estaba detrás. Fue confesor de Juana y consejero de Felipe y de Fernando. A pesar de conocer todos los secretos del reino, a Felipe se lo cargaron. ¿Sabía algo Cisneros?

¿Estaba al tanto del plan para asesinar al rey? ¿Qué papel desempeñó en este crimen? A los implicados en el crimen les venía de perlas que todo el mundo se tragara que Felipe la palmó por culpa de un vaso de agua fría. La jugada les salió tan redonda que hasta nuestras abuelas nos advertían: «no bebas agua fría, que te puede pasar lo que a Felipe el Hermoso». Pero lo cierto es que, fuera de Castilla, en Flandes, nadie duda de que a Felipe lo asesinaron.

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