Diario de León

Entrevista

«Hay rusos que lavan dinero en Baleares»

Oliver Bullough se adentra con una investigación exhaustiva y compleja de las distintas vías de corrupción e ilegalidades que emplean los megarricos para desviar dinero de sus responsabilidades fiscales y disfrutar de unos beneficios aberrantes

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León

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Explica Oliver Bullough que los paraísos fiscales se crearon en 1960 para que los ricos europeos tuvieran un instrumento de evasión de impuestos. Ese es el punto de partida de Moneyland, la investigación del periodista británico que ha llegado a España de la mano de la editorial Principal de los Libros, y que revela hasta que punto el crimen internacional y los dictadores se sirven de esta legislación como una manera de estafar al resto del mundo.

—¿Dónde está Moneyland?

—Está aquí, en todas partes. Moneyland es el lado oscuro de la globalización. Es lo que pasa cuando el dinero puede ir a cualquier sitio y sus dueños pueden elegir qué leyes respetar: crean su propio país. Moneyland es un poco de España, un poco de Reino Unido, un poco de Estados Unidos o de Suecia. Es fácil ser ciudadano de Moneyland, porque no es nada discriminatorio: solo tienes que ser rico.

Moneyland es el lado oscuro de la globalización

—¿Quiénes pueden formar parte de este país?

—Moneyland empezó en 1960 como una forma ayudar a los occidentales ricos a evadir impuestos. En esos tiempos, el 5% del dinero europeo estaba en Suecia; esto es muchísimo dinero. Pero era un dinero que no se movía, no crecía. Y por eso nació Moneyland, para ayudar a los ricos que tenían su dinero en Suecia a tener beneficios. La mayoría eran europeos, occidentales, que evadían impuestos, pero cualquier rico que busque evadir impuestos y robar puede formar parte de Moneyland.

Moneyland nació para ayudar a los ricos que tenían su dinero en Suecia a tener beneficios. La mayoría eran europeos, occidentales, que evadían impuestos, pero cualquier rico que busque evadir impuestos y robar puede formar parte de Moneyland.

—¿Quiénes son sus súbditos?

—Por una parte, están los ciudadanos de Moneyland, los que roban todo lo que pueden y quieren esconder dinero. Por otro lado, están quienes permiten que esto sea posible: abogados, compañías de información, gente que trabaja para que Moneyland exista y para que el dinero se pueda esconder.

—¿Estamos ante un nuevo feudalismo en el que los siervos de la gleba ni siquiera sabemos quiénes son los que nos esclavizan?

—Es una pregunta muy interesante. Es probable que así sea; un nuevo feudalismo o colonialismo. Es muy interesante observar, por ejemplo, lo que sucede en Rusia. La desigualdad en muy alta, algo increíble si tenemos en cuenta que, hace treinta años, con el comunismo, todos parecían poseer lo mismo. Y ahora es la sociedad más desigual del mundo. Pero si miramos las estadísticas, la situación actual es muy parecida a la que existía antes de la Primera Guerra Mundial, así que Rusia ha vuelto a ser lo que era antes del comunismo. Y no solo en cuanto a la desigualdad económica, sino también en cuanto a la igualdad de oportunidades. Creo que sí, estamos volviendo a alguna forma de feudalismo o colonialismo, pero hay que tener en cuenta que, en la época medieval, los ricos formaban parte de la sociedad misma, con sus propiedades, pertenecían a una comunidad. Ahora es diferente. Los ricos cogen el dinero y viven donde quieren, en cualquier parte. No tienen fronteras como el resto de la gente normal y viven en mundo global, donde les da la gana.

Los ricos cogen el dinero y viven donde quieren, en cualquier parte. No tienen fronteras como el resto de la gente normal y viven en mundo global, donde les da la gana.

—¿Hace falta un nuevo pacto social y global?

—Sí, necesitamos un acuerdo global, pero es imposible. Un acuerdo entre todos los países incluye a Rusia, Angola o Guinea Ecuatorial, países gobernados por Moneyland. De esta forma, nunca podremos llegar a un acuerdo. Estar a la espera de un pacto así es como saber que nunca pasará. Lo que necesitamos es un gran plan de acción internacional en contra de Moneyland, en el que todos los países trabajen juntos. Los países de la Unión Europea han trabajado juntos, pero necesitamos más. Algo así como un FBI europeo en contra de los paraísos fiscales.

—¿Hasta qué punto los gobernantes no son más que los empleados de estos sátrapas?

[Se ríe y dice que sátrapas es una buena palabra] —El problema es que cada país piensa en sí mismo, y solo en eso. Los políticos no piensan en los votantes, sino en los votos, y esto dificulta que se lleve a cabo ese plan de acción global para afrontar el problema. Por ejemplo, si eres el gobernador de Dakota del Sur, en Estados Unidos, y traes una gran inversión al estado de “bienvenido dinero negro” y creas trabajo, esto te hace ganar votos. Por eso es más difícil dejar escapar ese dinero. Esto puede pasar en España, Portugal o en cualquier país europeo. Si se puede tener un programa de visas doradas para inversiones y ganar votos, ¿porque no tenerlo?

El problema es que cada país piensa en sí mismo, y solo en eso. Los políticos no piensan en los votantes, sino en los votos, y esto dificulta que se lleve a cabo ese plan de acción global para afrontar el problema.

—¿En qué momento comienzan a surgir los paraísos fiscales y cómo podemos acabar con ellos?

—El primer paraíso fiscal apareció en Reino Unido. Surgieron paraísos fiscales en Londres, en Jersey alrededor de 1960 y en las islas Vírgenes Británicas. Luego aparecieron en sitios como Estados Unidos y Suecia, y se han expandido muy rápido. Ahora están por todas partes. Para hacerlos desaparecer deberíamos incrementar el control sobre el dinero. Las democracias deberían recuperar el control del dinero y saber dónde va. La idea de que si eres rico puedes hacer lo que quieras no tendría que ser así, deberíamos reconsiderarla. Desde el punto de vista democrático, todos deberíamos seguir las mismas reglas. La democracia es la creación más maravillosa que hemos concebido y debemos protegerla. La manera de hacerlo es decir que el derecho de las personas a ser tratadas por igual es más importante que el de los ricos a ser tratados de forma especial. Todos tenemos los mismos derechos, así que algunos ricos deberían acostumbrarse a recibir el mismo trato que el resto de personas corrientes.

—En España conocemos muchos casos de políticos y empresarios que tienen dinero en cuentas de testaferros en paraísos fiscales ¿Hay que cambiar las leyes de los países democráticos para acabar con estos centros de la piratería mundial?

—Si, deberíamos saber quién posee qué y cambiar la ley en el sentido de que, si eres dueño de una compañía de Panamá, debes decirlo. No se puede permitir que esto no se sepa. España es un país soberano y tiene sus propias reglas. Si el dinero viene de Miami, aunque allí no estás obligado a decir que eres el dueño, España debería obligarte a decirlo. Tenemos una nueva regulación a nivel europeo que obliga todas las empresas europeas a declarar quién es su dueño. Esto debería pasar con todas las compañías en Europa, vengan de donde vengan. Debemos cambiar la ley para asegurarnos de que la propiedad es transparente.

—Está claro que hay dos mundos paralelos, que nunca llegan a tocarse, pero los moradores de Moneyland sí pueden mezclarse con el mundo real. ¿Se puede acabar con ello?

—Esto es lo maravilloso de Moneyland: puedes dejar de formar parte de él solo con dejar de meter dinero. Pero es muy difícil hacer algo en contra de ello. Mientras los países tengas leyes diferentes y el dinero se pueda mover con facilidad entre países, Moneyland seguirá existiendo. Es la consecuencia inevitable del funcionamiento de la globalización. Pero tampoco deberíamos permitir lo que está pasando ahora. No debería haber licencia para robar, evitar impuestos.

Mientras los países tengas leyes diferentes y el dinero se pueda mover con facilidad entre países, Moneyland seguirá existiendo

—En España, tenemos el caso de Gibraltar. Es un paraíso fiscal que hace que gran parte de Andalucía esté en una situación muy crítica. ¿Cuál es la explicación de Reino Unido para tener tantos paraísos fiscales y seguir presumiendo de campeón del liberalismo y la democracia?

—Una pregunta muy buena. Los ingleses a veces somos muy hipócritas, somos líderes de la hipocresía. En Reino Unido alardeamos de ser el primer país en abolir la esclavitud, pero no decimos que fuimos el país más esclavista del mundo. Es vergonzoso. Gibraltar es vergonzoso. Pero no es el único lugar. Ojalá hubiera sido el único. Es como una enfermedad; una vez has enfermado, se queda contigo.

—¿Es imposible revertir la situación? ¿Hay esperanza en regresar a un mundo en el que una parte de la ciudadanía no sea el Congo de la otra?

—Hay esperanza. Pero la mejoría será paulatina. No podemos esperar una mejoría milagrosa: pulsar un interruptor y que todo se arregle. Tenemos que cambiar las cosas poco a poco, con transparencia y aplicando las leyes que tenemos. Existen leyes buenas, pero hay que facilitar su mejoría y puesta en práctica. También deberíamos pagar mejor a la policía y a los fiscales para que hagan cada vez mejor su trabajo, y no estaría mal meter en la cárcel algún abogado que ayuda a los cleptócratas.

Deberíamos pagar mejor a la policía y a los fiscales para que hagan cada vez mejor su trabajo, y no estaría mal meter en la cárcel algún abogado que ayuda a los cleptócratas.

—¿Está la izquierda mundial preparada para coger este toro por los cuernos?

—No, no lo creo. Pero tampoco opino que sea un problema que deba resolver la izquierda. Creo que es un problema de seguridad nacional, de derechos humanos, un problema de defender la democracia, de todo el mundo. Hay políticos concienciados que reconocen este problema, pero no creo que sea realmente un asunto de derechas o izquierdas. Solo espero que se pongan de acuerdo en esto y que cooperen.

—¿Conoce algún caso español que explique la tesis de su libro?

—No he analizado el caso de España, porque no hablo español y me resulta más difícil investigar, pero, como se trata de un problema tan expandido, podría haber casos en cualquier sitio. Sé que hay rusos que lavan dinero en las Islas Baleares, hay muchísimo dinero de la mafia rusa. Y también dinero de Venezuela que entra aquí…

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