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La estirpe ilustrada

SE CUMPLEN AHORA 130 AÑOS DEL FALLECIMIENTO DE PATRICIO DE AZCÁRATE (1800-1886), PATRIARCA DE LA ESTIRPE INTELECTUAL MÁS FECUNDA DE LA HISTORIA LEONESA, CON PRESENCIA EN TODOS LOS AVATARES DE LA ESPAÑA COPNTEMPORÁNEA. COMO FILÓSOFO, TRADUJO POR PRIMERA VEZ AL ESPAÑOL LAS OBRAS DE PLATÓN, ARISTÓTELES Y LEIBNIZ, CON EL AFÁN DE EXTENDER EL GUSTO POR LA FILOSOFÍA, CUYA EXPRESIÓN MODERNA CONTRIBUYÓ A DIFUNDIR. . divergente

Patricio de Azcárate, en una de las escasas imágenes que se conservan de él

Patricio de Azcárate, en una de las escasas imágenes que se conservan de él

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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A ntes de que el canario Nicolás Martín Sosa dedicara su tesis doctoral en Salamanca a estudiar la aventura humana e intelectual de Patricio de Azcárate, tanto su labor divulgadora del pensamiento español y universal, como su contribución cívica a la vida leonesa desde la milicia nacional (cuya misión esencial era «sostener la constitución política de la monarquía»), la sociedad económica de Amigos del País (fundadora de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad) y la Comisión Artística y Literaria, donde recibió el encargo de llevar a cabo los inventarios de los conventos desamortizados de San Claudio y Santo Domingo, sólo contaba con el respaldo esquemático del ‘Apunte biográfico’ publicado por su nieto Pablo de Azcárate en el Boletín de la Real Academia de la Historia, en 1962. Su condición liberal lo había expatriado de las historias y balances filosóficos circulantes, y eso a pesar de la excepcional relevancia de su contribución como pensador y divulgador de los sistemas filosóficos modernos. Tampoco el signo intelectual de sus herederos ayudó a la digestión del legado del Azcárate patriarca. Aunque sus traducciones pìoneras de Platón y Aristóteles se han seguido difundiendo en las ediciones populares de la colección Austral.

El universitario que lo rescató, Nicolás Martín Sosa, fallecido hace ahora quince años, tampoco fue un docente homologable. Su tesis se publicó en dos volúmenes: Patricio de Azcárate, Filósofo e historiador de la Filosofía (1979) y Don Patricio de Azcárate. Un leonés universal (1982). La vecindad de diversos proyectos nucleares (en Juzbado y en Aldeadávila) arrebató la pasión de Nicolás Martín Sosa hacia la Ética ecológica, cuya docencia y compromiso iba a ocupar sus últimas décadas como profesor salmantino. La tesis sobre Azcárate pertenece a la primera mitad de los setenta, antes de la muerte de Franco, y fue su director el arabista y filósofo andaluz Miguel Cruz Hernández, a punto ya de dar el salto a Madrid, como presidente del Instituto del Libro y director general de Cultura Popular, además de catedrático en la Autónoma. Antes había sido alcalde franquista de Salamanca, entre 1958 y 1962. Miguel Cruz fue quien hizo entrega del primer Cervantes a Jorge Guillén, cuando todavía no arropaban al premiado ni la realeza ni siquiera el ministro del ramo. Y según su confidencia alcalaína de jubilado nonagenario, el creador del más alto galardón de las letras hispanas. Ni siquiera la televisión cubrió el acto, porque todas las cámaras de TVE se desplegaron para grabar los entrenamientos de Ángel Nieto en el vecino circuito del Jarama. El premio al republicano Guillén había despertado temores de algarada. Así que se quedó a oscuras y sin imágenes audiovisuales.

Hijo de navarro y lebaniega, Patricio de Azcárate estudió en el seminario de León y en las universidades de Oviedo y Santiago, donde se licenció en derecho en 1826. Entonces aprovechó la biblioteca de Jovellanos, abierta en Gijón. Por motivos de salud, volvió a León, donde abrió bufete de abogado. En 1841 resultó elegido diputado a Cortes por León y dos años después fue Jefe político por el gobierno de Espartero. Como miembro de la Comisión Artística y Literaria, participó en la creación de la Biblioteca Provincial (inaugurada el 19 de noviembre de 1844) y en la defensa del patrimonio artístico leonés, logrando que los dos primeros monumentos nacionales españoles fueran la catedral de León, en agosto de 1844, y San Marcos, en septiembre de 1845. Para la catedral, entonces abocada a la ruina, gestionó con Fernando de Castro la concesión de los fondos precisos para su completa restauración, que culminaría medio siglo más tarde. Como responsable de la diputación, activa la subasta de San Marcos, adjudicado a la institución en 985.700 reales el 4 de julio de 1843, por «la necesidad de que se conserve como monumento artístico e histórico para los usos públicos que convengan». Menos fortuna tuvo con la pretensión de salvar San Claudio.

Retirado a su bufete de abogado en León, durante la década moderada 1844-1854, tutela los estudios de su primogénito Gumersindo (1840-1917) y adquiere en 1848 al marqués de Gaztañaga la casa con sus fincas en Villimer, donde emprende el ambicioso programa de traducir su Biblioteca Filosófica en 26 volúmenes (11 de Platón, 10 de Aristóteles y 5 de Leibniz), conjugando los clásicos griegos con las novedades centroeuropeas, que culmina en 1878 y vende 500 ejemplares a suscriptores repartidos por España. Dejó en manuscrito la traducción de Francis Bacon en 4 tomos. En 1853 publica sus Veladas sobre la Filosofía Moderna , que amplía ocho años más tarde con los cuatro volúmenes de su «Exposición histórico-crítica de los sistemas filosóficos modernos». Una y otra obra trazan el panorama de la filosofía existente en aquel momento, valorando especialmente las aportaciones españolas del siglo dieciséis, antes de que la tensión entre lo religioso y lo filosófico se quebrara «y dejamos de pertenecer a la Europa culta», pero sin ignorar y admirar «el movimiento científico que se observaba en Italia, en Francia, en Inglaterra y Alemania».

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