Diario de León

poesía

Las palabras que anidan en los huesos

INVENTAR EL HUESO Olalla Castro F Pre-Textos, Valencia, 2019. 88 pp.

Publicado por
josé enrique martínez
León

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A finales de 2018 Olalla Castro publicó Bajo la luz, el cepo, un precioso libro de poemas, muy organizado, con cuarenta poemas distribuidos equitativamente en cuatro secciones, cada una de las cuales desarrollaba el camino hacia la muerte desde la aventura (la expedición perdida de Franklin y la ruta de Siskiyou) o desde el dolor (las histéricas de La Salpêtriève y la leprosería de Molokai): situaciones de mediados del XIX, con los anhelos o los lamentos en boca de los protagonistas. El libro venía enganchado a un premio, al igual que el reciente Inventar el hueso, con el que Olalla Castro obtuvo el Unicaja de poesía. Consta el nuevo poemario de seis secciones, cada una de ellas precedida de diferentes citas de poetas, mujeres en su mayor parte. Se presenta el libro cuidadosamente ordenado en torno al yo (primera parte), el tú (segunda), el nosotros (tercera) y el ellos (cuarta), con dos últimas secciones sobre el leguaje y el dolor respectivamente.

El yo tiene que ver con la identidad resquebrajada, idea de la que procede el título del poemario: «Juntemos las astillas / hasta inventar el hueso». Los elementos que convergen en ese yo conducen a una conciencia perpleja respecto a la identidad, que en todo caso no es esencial, sino elaborada con las huellas de los otros. Una serie de términos poco complacientes acceden al poema, como hueco o zanja; y es que somos fragilidad, como dice la poeta, y «los nombres que inventamos no nos sirven»: uno de esos nombres es justamente yo. El tú es necesario para recoger «las palabras que anidan en los huesos» y para señalar «dónde acabo yo / y empieza la arcilla de los otros». En la parte titulada «Nosotras» asoma el espíritu rebelde; con el plural, la poeta habla en nombre de todas: «Nosotras / y el rencor que se tiende / en los patios traseros de las casas». Sometidas al silencio, se han atrevido apenas a susurrar a lo largo de la historia: «Llevamos varios siglos resistiendo / gracias a las palabras que tejemos», pero «siempre hay un ellos / donde seguimos mudas»; y la tercera persona plural es la que habla de los poderosos de la historia, los amos, violentos, opresores, ajenos a la ternura y el amor, mientras las partes finales remiten a las redes del lenguaje y a la imagen del dolor como hilo del que se cuelga y siempre a punto de romperse. Se puede intuir que la voz de Olalla Castro es densa y conceptual, con un pensamiento difícil de sintetizar fuera de sus propios versos.

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