El pinchaúvas

AYER volví a escuchar, después de mucho tiempo, la palabra pinchaúvas. La utilizó un amigable amigote de la vieja derechona leonesina que andaba perplejo en noticias del día y dándole nota al nuevo portavoz de los suyos, los populares, en el ayuntamiento de la capital del viejo reino, este pueblo. ¡Pinchaúvas!... Creí que el motejar así a uno de la cuerda era sólo cariño malicioso, amores rasposos de esta tierra, sorna cainita, pero...

Vayamos por partes: apadrínala también, pobre palabrita, qué chula y qué desusada, y qué cierta... pinchaúvas... pensando que lo es quien malmete pincho o aguijón y pertenece a la fauna cazurra en este caso, a la ibérica en general y al puto código genético en particular. Pensaba que podría ser pinchaúvas también el antagónico del hinchaglobos, ese fantasma grandón tan presente en nuestro ecosistema humano (ejemplo: «pesqué en el Porma un truchón de dos kilos» y el pinchador matiza «pues no fue eso lo que le dijo tu mujer a la mía en la pescadería»).

¿O será pinchaúvas el repijo finolis que las come con tenedor?...

Al diccionario, que es quien sentencia. Allí se dice que pinchaúvas es el «pillete que en los mercados hurta la garulla o granuja pinchándola con un palillo u otro instrumento». Por extensión se le dice también al insignificante, mequetrefe. Y, buscando ofender sin miramientos, al pelagatos o pobrediablo.

Volví a ver por la tarde al amigote de la derechona y le comuniqué mis averiguaciones, «¿cómo llamas pinchaúvas al nuevo portavoz?». Porque lo sugiere y ha salido al ruedo anunciando que hará una oposición más dura y tirando a dar al enemigo, o sea, al adversario (porque en política, como sostenía aquel diputado inglés, enemigo es el que se sienta en el propio banco).

Y añadió que entrar en lidia lanzando cornadas al aire le recuerda a esos toros que en corrales escarban y bufan inquietos por salir y después todo queda en un capotazo, trasteo en tablas y un descabello a toda leche... y al desolladero, aunque también podría caber el término pinchaúvas que se aplica a esos toreros que malogran toda faena porque a la hora del estoque marran, repiten, no atinan y acaban corneteados de avisos por la presidencia.

Ten amigos para esto.