Arturo Valls: "Las carcajadas de una señora son alimento para el alma"

Arturo Valls llega un poco tarde a la llamada telefónica debido a un incidente por ser, reconoce, esclavo de la tecnología. "Han venido mis padres a verme a Madrid, les he llevado a un sitio al que he ido un montón de veces pero al que no sé llegar sin el Google Maps, así que cuando me he quedado sin batería nos hemos perdido". Se lo toma con humor porque Arturo Valls es así, más allá del cómico, del presentador, del actor, del productor, del personaje que lleva años haciéndonos reír, ejerciendo una profesión que él define como "entretener al personal".

-¿Era su objetivo cuando empezó la carrera de Periodismo?

-Un poco sí, porque ya entonces quería ejercer el periodismo de magazine, con el entretenimiento como base, y hablar de actualidad, sociedad, política o deportes, pero siempre desde un componente de show.

-Hay un componente cómico en usted, no es algo impostado.

-De pequeño, en las reuniones familiares, me pasaba el tiempo pendiente de que la gente lo disfrutara. Y si, además, tienes algo de empatía...

Toda mi vida he buscado entretener y agradar, y parece que le he sacado partido (ríe). Pero es que para mí, cuando me subía a un escenario en las fiestas del pueblo para imitar a alguien, el 'feedback' de la señora riéndose a carcajadas era un alimento para el alma.

-Ha hablado de cómo agradece a sus padres su manera de entender la vida. ¿Cuál es?

-El puro disfrute, el relativizar, el no darle muchas vueltas a los problemas. Ellos tienen ilusión, tanto si se van de viaje como por el simple hecho de comerse una paella. Para mí, hacer las cosas de manera mecánica no es una opción, y eso viene de mis padres.

-¿Le gustaría transmitirle a su hijo esta misma filosofía?

-Sí, aunque él es más como su madre, que quiere rebajar mi euforia.

Son más racionales, pero yo creo que lo mama y por algún lado saldrá.

-¿Se ha recuperado de verle recreando a Shakira en una jaula?

-(Ríe) Sí, ahora le da rabia verme como Jesús Quesada, siempre con el pelo engominado. Dicho esto, disfruta mucho en los rodajes, es muy observador.

-¿Sería un problema que eligiera el mismo camino que usted?

-El otro día me dijo: "Papá, creo que de mayor quiero ser comentarista deportivo". A mí me pasó algo parecido, y luego he acabado imitando a Shakira, tirando a gente por un agujero y haciendo películas. No me importaría; el mundo del espectáculo puede ser muy enriquecedor y divertido pero también duro, con muchos altibajos y la sensación de sentirse siempre juzgado.

-Ha acabado de rodar 'Camera Café', la película. ¿Por qué recuperó aquella idea?

-Sin duda, es mi proyecto más personal y más emotivo, porque tiene ese componente de viaje al pasado en un contexto que nos hizo muy felices, y entiendo que también al espectador.

-Ahora que se han puesto de moda los reencuentros, como el de los actores de 'Friends'. ¿Se sienten así, como los 'Friends' españoles?

-Sí, con menos bótox, y menos sueldo (ríe). Salvando las distancias, son series que marcaron una etapa, porque había cuatro millones de personas viendo todos los días esa tira cómica.

-En el imaginario colectivo el productor es un señor trajeado, pendiente de los números. ¿Le han tomado en serio?

-Todos los proyectos los he hecho con Félix Tusell, que quizás responde, en parte, a ese perfil del que hablas. Cuando vamos a los bancos, yo soy el que hace la bromita, el chascarrillo, el que destensa la situación.

Mi manera de ser la traslado a los despachos y también al set de rodaje.

Y me enorgullece que digan de mí que estoy pendiente de todo con mucho cariño; que voy a los eléctricos y les digo: "¿No queréis un poco de postre?".

La paella, como aterrizar un avión

 Arturo Valls es famoso en Madrid por sus paellas. Un día invitó a varios amigos, entre ellos el escritor valenciano Manuel Vicent. "Cuando iba a echar el arroz me dijo: 'Es como intentar aterrizar un avión en mitad de una tormenta'. Imagínate, yo estaba nerviosísimo. Cuando la probó, sus palabras fueron: 'Esta paella es excelente porque cada grano mantiene su individualidad'. A mí me caía la lagrimilla por el ojo"