Diario de León

Sara Braña González: «Soy ciega pero nadie sabe de lo que el cerebro es capaz»

Un tumor le quitó la vista de un ojo a 26 días de nacer y a los cinco años perdió el resto

Sara Braña nunca se pregunta el por qué, sino el para qué. Con esta máxima y el apoyo familiar ha sacado cuatro carreras, ha escrito diez libros, se lanzó al ballet con veintitantos años y es voluntaria en Cáritas. «Que no pongan límites a mis sueños». J. NOTARIO

Sara Braña nunca se pregunta el por qué, sino el para qué. Con esta máxima y el apoyo familiar ha sacado cuatro carreras, ha escrito diez libros, se lanzó al ballet con veintitantos años y es voluntaria en Cáritas. «Que no pongan límites a mis sueños». J. NOTARIO

León

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«Luchar contra las barreras mentales y arquitectónicas, pero sobre todo las mentales», puntualiza, es el reto continuo en la vida de Sara Braña González , una mujer de 37 años que ha superado dos tumores. Uno le robó la vista, el retinoblastoma lateral, El otro, en la vejiga, le dio el espacio y el tiempo para empezar a escribir libros. 

«Siempre doy aliento. Nos dan muchos aprendizajes y a veces hay que desaprender. La gente puede pensar que soy ciega y me falta una capacidad, pero nadie sabe lo que el cerebro es capaz de llegar a hacer», subraya. Sara Braña González, de 37 años, es natural de Bembibre y vive en León desde que empezó en la universidad. «Cuando tuve que decidir estaba en una época convulsa. Aprobé en bachillerato en septiembre porque  suspendí latín. Aquí donde me ves, una empollona, también he pasado por eso. Y me presenté a la selectividad porque me animó mi madre: «¡Anda mujer, es un estirón más!» Y saqué las dos cosas».

El curso siguiente lo empezó con clases de informática en Bembibre porque iba a ir a un centro de la Once de abril a julio en Sabadell y le partía el curso. Se decidió por Magisterio y la especialidad de Lengua Inglesa. Después hizo Educación Especial, Psicopedagogía y Filología Hispánica, grado que superó con un trabajo dedicado a Mariano José de Larra. 

Luchar contra las barreras mentales ante la discapacidad es un trabajo arduo para quienes la sufren. Sara Braña ha alzado la voz muchas veces. Una sonada fue cuando, en las elecciones municipales de 2019, le impidieron participar en una mesa electoral. Una modificación de la ley electoral, de 2011, niega a las personas invidentes a ser vocales o presidentes de mesa. Ni siquiera suplentes, que fue lo que le asignaron a Sara en su pueblo, Viñales. «Si se predica la inclusión hay que ser coherentes», afirma.

Sara Braña, a quien su madre le pasaba los apuntes a un magnetófono porque «los profesores no me los querían dar», escribía desde niña, pero fue en la convalecencia de su tumor de vejiga cuando se decidió a dar forma de libro a sus inquietudes. Ha publicado diez títulos. Su favorito es una novela en la que se ha convertido en protagonista. En Noches turbulentas. Es una historia de ficción que le ha permitido vivir lo que la realidad le ha privado. «Cintia hace lo que Sara no ha podido hacer. Vivir con el amor de su vida, pero es algo que no depende de mí».

Otros títulos son: Amor en tinieblas, Verano explosivo, Kilómetro cero, Desde la sangre, Sorbos de vida, Palabras dibujadas o El arcoíris de los sentimientos. donde explora en la importancia de las vivencias de cada persona. «Todos somos únicos y nuestras circunstancias están diseñadas a nuestra medida», afirma.

Sara colecciona muñecas y es voluntaria en Cáritas. Cree que la madurez no está reñida con la fantasía y en la danza ha encontrado «la forma de expresar con el cuerpo lo que siente con el corazón». Empezó en el aula de Artes de la ULE con pilates y acabó haciendo ballet clásico. Solo lamenta que de niña «no explotaran más mis aptitudes físicas» porque cree que habría poder hecho mucho más aunque «ser aficionada está muy bien», ¿Heroína? «Considero que una persona es una heroína cuando se enfrenta a sus dificultades, en ese sentido lo soy; pero desde luego, no tengo superpoderes». Ahora se enfrenta a un tumor benigno en el ojo derecho.

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