Diario de León

caléndula. la ‘maravilla’ tic sigue creciendo

El centro de supercomputación con sede en León es el tercero con más capacidad del país y cumple diez años con nuevos proyectos. D esde premios Nobel hasta pequeñas empresas locales, el Centro de Supercomputación con sede en la ULE se consolida como socio imprescindible para investigaciones de alto nivel. Y para el desarrollo científico y tecnológico a nivel local

El Centro de Supercomputación de Castilla y León, ubicado en la Universidad de León.

El Centro de Supercomputación de Castilla y León, ubicado en la Universidad de León.

León

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Tomó su nombre de la Caléndula, la conocida como ‘flor maravilla’, y en sus diez años de vida se ha consolidado como el socio de alto nivel de prestaciones en cálculo y memoria que las nuevas investigaciones requieren. Su actualización es permanente, porque en materia tecnológica el ahora es ya pasado; pero cuenta con un equipo de profesionales multidisciplinar capaz de atender todos sus frentes de forma que siga siendo uno de los referentes no sólo a nivel nacional, sino también internacional.

El Centro de Supercomputación de Castilla y León es el tercer nudo de cálculo masivo (entre otras muchas de sus prestaciones) del país, dentro de los doce existentes, sólo por detrás de los potentísimos de Barcelona y Galicia. Ha defendido con continuas renovaciones en los sofisticados sistemas que requiere estar al frente de estas infraestructuras tecnológicas en sus diez años de vida; y la vitalidad de los proyectos que gestiona y con los que colabora le colocan en una posición puntera para afrontar una nueva etapa. Con un doble objetivo: sus funciones no se limitan a ofrecer servicios de cálculo intensivo o data center, porque entraña una misión original que se verá impulsada en los próximos meses.

La Fundación Centro de Supercomputación de Castilla y León es el corazón que late detrás de la Red de Ciencia y Tecnología de la Comunidad, que enlaza a todas sus universidades y centros de investigación en un proyecto común de altas prestaciones innovadoras. Y ahora suma el reto de unir todas las escuelas rurales de una autonomía especialmente compleja en este sentido en el proyecto de la educación conectada con infraestructuras tecnológicas de alto nivel que requiere el siglo XXI, y que es una herramienta fundamental de lucha contra la exclusión tecnológica del enorme espacio rural de Castilla y León. Y también puntal de sus posibilidades de desarrollo.

«El cálculo científico está extendido a todas las ramas de la ciencia y a las propias empresas», señala su director general, Vicente Matellán, que ocupa el cargo desde el año pasado pero ha estado implicado en su evolución desde el primer momento. «Los resultados de la infraestructura no son directos, sino de la gente que los utiliza». Por ejemplo, de los últimos premios Nobel de Física: los físicos estadounidenses Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne, en un premio concedido por la detección y observación de ondas gravitacionales en el experimento Ligo. Caléndula dedicó medio millón de horas de computación a las investigaciones de este equipo. «Son muchas las investigaciones que hoy no son viables sin contar con esta infraestructura. Y se tiene o no se tiene».

El Centro de Supercomputación ha superado la exigencia de una inversión constante en renovación durante las restricciones de la crisis económica; y ahora el director general marca entre sus objetivos «implicarla aún más en el apoyo a la investigación. Orientar la supercomputación de Caléndula hacia la participación activa en proyectos y la colaboración cercana con todos los agentes innovadores de la Comunidad».

Luis Muñoz, que puso en marcha en la práctica este proyecto, recuerda que el objetivo inicial era desplegar una infraestructura tecnológica de supercomputación de primer nivel, para apoyar a sus universidades y su tejido empresarial. La implicación de empresas punteras, como HP (y la apuesta de sus directivos leoneses por su tierra), fue también clave para que el proyecto viera la luz y se instalara en la Universidad de León.

La historia del Centro de Supercomputación rinde también homenaje a Carlos Redondo, que dirigió el proyecto en los años iniciales de su consolidación. La responsabilidad de dirigir el proyecto es en realidad la sucesión de personas que han estado implicadas desde el primer momento en su espíritu. Antonio Ruiz-Falcó habla del centro como «un fórmula 1, que necesita revisión y actualización constante». Y proyectos que la consoliden como un centro de referencia tanto a nivel nacional como internacional. Para fortalecer esta línea en 2015 se unió a la Red Española de Supercomputación. Un «club selecto» de grandes instalaciones científicas. Las sinergias son el objetivo.

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