Diario de León

ELTORO QUE ESTÁ DE MODA

LAS ÉPOCAS DEL TOREO. Del toro antiguo a la moderna tauromaquia, del abuso de El Cordobés al torazo atacado de los 90, de la diversidad al monoencaste. Historia de una evolución

León

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En la base está la alimentación. En el origen, con el toro como animal silvestre, predominaban los que competían con el rebajo por las zonas con mejor pasto. Eran animales que engordaban en primavera y se mantenían en verano, pero en otoño e invierno perdían peso significativamente. Entonces dependían de ese tipo de alimentación. Y se lidiaban con 7 u 8 años.

La irrupción de toreros como Joselito y Belmonte en los inicios del siglo XX obliga a iniciar la sección de los animales por la calidad de su embestida, y los ganaderos prestan más atención a la alimentación del ganado, y a sus características físicas. Se requiere un toro bajo de agujas y largo de cuello, capaz de humillar y seguir la muleta. Capaz de aguantar también en el último tercio, cuando hasta entonces la suerte fundamental era la de varas, y la lidia un breve y agitado preámbulo antes de entrar a matar.

Fue en 1927, según explica el doctor Juan Manuel Lomillos, cuando apareció el primer reglamento taurino, que fijaba el peso mínimo de los toros para poder lidiarse en 525 kilos. Entre junio y septiembre, en 550 kilos. Después se establecieron nuevos pesos según la categoría de las plazas (entre 420 y 470 kilos) y la edad para lidiar en cuatro años. Los ganaderos comenzaron a complementar con piensos la alimentación de los toros de saca.

En 1962 un nuevo reglamento taurino disminuye el peso mínimo de los toros en 460, 435 y 410 kilos en vivo para las plazas de las tres categorías. «Fue una adecuación a la realidad de la época, porque los toros en muy raras ocasiones sobrepasaban los 400 kilos».

El doctor en Veterinaria por la Universidad de León y académico recuerda que «el toro de los años 50 tenía más contenido que continente. Los aficionados anteponían la bravura y la casta al volumen corporal, así que los toros salían armónicos, más bien chicos y sin exageraciones en las encornaduras. Las morfologías dependían de la ganadería de procedencia».

Llegó entonces el fenómeno de Manuel Benítez, El Cordobés. «Su gran influencia en los aficionados hizo que la presentación de los toros se mermara a su mínima expresión, y se lidiaran animales de menos de cuatro años». Invadieron las plazs «toros vareados, sin remate ninguno en función del cartel».

El doctor explica que «los abusos cordobesistas forzaron una reacción y a patir de 1969 se reglamenta el guarismo, que obliga a los ganaderos a marcar a fuego en el brazuelo de los animales el último número del año ganadero de su nacimiento, bajo la presencia de la Guardia Civil».

A mediados de los 70 comienza a reclamarse un toro de más tamaño, y se inicia un incremento en el peso de los animales que hizo que «el toro de finales del siglo XX sea, probablemente, uno de los más grandes de la historia». Culatas rematadas y pechos anchos. Pero también se sacó de tipo a muchos encastes. «En la actualidad se continúa con ese tipo de toro, aunque han disminuido las exigencias de peso en favor de una mayor capacidad física, y desarrollo de la musculatura y conarmenta. El toro de lidia actual es un animal atlético, gracias a las prácticas de entrenamiento físico durante el año previo a la lidia; y un animal ofensivo, merced al uso de fundas protectoras de los cuernos».

Un toro, al fin, que «en nada se asemeja al de hace varios siglos. Durante tres siglos se ha transformado la fiereza salvaje hacia la bravura y la nobleza del toro moderno, mediante la selección y mejora genética. Un animal que embiste de una forma más controlada, humilla y se emplea más y durante más tiempo en la lidia».

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