Diario de León

Petrocalipsis

El covid acelera la crisis energética

Antes de que la Covid alterara todo los científicos calculaban que el decrecimiento económico causado por el desabastecimiento energético tardaría 20 años en manifestarse con gravedad. Ahora se hará presente en 5 años

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«No existe solución al problema porque estamos intentando resolver el problema equivocado». La política actual pone todo el acento en la ciencia y en la técnica. «Porque no quiere mirar al verdadero problema. Y es que no tiene sentido intentar preservar un sistema económico basado en el crecimiento infinito (y encima acelerado) en un planeta finito». Menos, cuando se han alcanzado límites que nunca volverán a recuperarse, como el energético, fundamental para sostener ese crecimiento económico. «Dejen de pedirnos la solución a los científicos. La solución no es científica ni tecnológica: tan solo social».

Son algunas de las reflexiones de Antonio Turiel (León, 1970), que realiza un preocupante diagnóstico de la situación energética (y por tanto económica) a nivel mundial, agravada en los últimos meses por la pandemia de coronavirus. «Tenemos menos tiempo que perder, todo se ha precipitado».

Físico y matemático, doctor en Física Teórica e investigador científico del Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CISC), además de divulgador a través de su blog The Oil Crash, Turiel publica Petrocalipsis. Crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar. Un libro que sale a la venta mañana y que llama la atención contra «tantos cuentos de hadas con los que hemos adormecido nuestras conciencias».

«La crisis está precipitando la quiebra de compañías petroleras, el desabastecimiento será más rápido de lo previsto»

«El problema viene de hace muchos años, pero no se ha hecho nada», lamenta el científico en una entrevista con Diario de León. ¿Cuál es el plazo en el que el desabastecimiento energético incidirá en el decrecimiento económico? Turiel escribió el libro antes de la pandemia, pero el pasado mes de mayo añadió el capítulo dedicado a la Covid. «Hemos pasado de tener un panorama en el que en dos décadas las cosas iban a ir mal al actual: será en cinco años». La única salida para el planeta es el decrecimiento económico, «pero es tabú, una palabra prohibida. No hay alternativa, vamos a decrecer, lo que podemos elegir es si hacerlo bien o mal. O lo aceptamos y nos adaptamos o no lo aceptamos y vamos golpeándonos dando tumbos».

El científico considera que el coche eléctrico es "absolutamente inviable" desde el punto de vista logístico. DL

El contexto de toda esta situación, los recursos energéticos del planeta, es objeto del análisis del científico y matemático leonés desde hace años. «El fenómeno se conoce desde hace mucho tiempo, en todos los yacimientos llegas a un máximo de producción, y a partir de ahí se empieza a reducir progresivamente. Se aplican nuevas técnicas para mantener la producción, pero no son rentables y las empresas entran en pérdidas. Los pozos de petróleo llegaron a su máxima capacidad de producción en 2005, se invirtió después en técnicas ruinosas como el fracking, y al final el tope histórico se alcanzó en noviembre de 2018. Está comprobado en 60 países. Ya se sabía que iba a ocurrir».

¿Qué pasa después? «La producción va bajando, pero no se acaba en una fecha concreta. Es como si cada año te bajan un poco el sueldo: sigues cobrando, pero cada vez te cuesta más llegar a fin de mes. Hay menos petróleo para repartir entre todas las necesidades. Pasarán muchas décadas antes de que se deje de producir, pero la caída será cada vez más acelerada. Si la situación no se gestiona bien, dará lugar a la petrocalipsis».

«Con las renovables sólo podremos llegar a cubrir un 30% de la energía que consumimos actualmente»

En esta grave coyuntura sobre el final de los combustibles fósiles, tanto por la necesidad de reducir las emisiones para frenar el cambio climático como por el agotamiento de los recursos («el carbón y el gas siguen el mismo camino»), aparece el coronavirus. «No es algo completamente inesperado, desde hace años hemos bordeado la irrupción de una pandemia global con gran impacto en la sociedad y en la economía. Desde la gripe A a el Mers, pasando por el Sars o los brotes de ébola. Era sólo cuestión de tiempo que apareciera un nuevo virus muy contagioso que originase una crisis como la que azota al mundo en 2020».

¿Cómo agrava la Covid la crisis energética? «Durante años ha habido una huida hacia adelante, las compañías petroleras han invertido mucho y no lo recuperan. Es un fenómeno que se conoce desde 2013, desde que en 2010 empezó el ruinoso negocio del fracking». La delicada situación económica de las compañías petroleras se agravó con el drástico recorte de la demanda por la paralización de la actividad económica por la pandemia. «Se ha precipitado la quiebra de las compañías, hasta el punto de que, en el peor de los escenarios previstos en este momento, podemos encontrar que en 2025 nos falte el 40% del petróleo que tenemos ahora».

En un escenario más optimista, la reducción será del 20% («si los estados reaccionan y nacionalizan el sector»). El resultado será una contracción del crecimiento económico global en la misma proporción. «Para que el Producto Interior Bruto (PIB) crezca necesitas producir bienes y servicios y para eso se requiere energía. De todos los factores que intervienen en el PIB el más importante es la energía: un 60% del crecimiento depende de ella, y otro 10% de la eficiencia en su uso». El petróleo es el que mueve la maquinaria pesada, de la que depende en mayor medida esta actividad económica.

Las renovables, un ‘bluff’

Frente a este escenario de declive de los combustibles fósiles los planes energéticos que defienden los gobiernos se apoyan en el impulso de las energías renovables. ¿Son suficientes como recurso alternativo¿ «Para nada. Las renovables son un bluff enorme. Es evidente que el futuro es renovable, y que todos estamos de acuerdo con eso. Pero la capacidad real de producción de estos sistemas ni de lejos cubre la enorme cantidad de energía que nos están dando los combustibles fósiles. Con fuentes de energía renovables, calculando el potencial máximo, como mucho podríamos llegar a cubrir el 30 ó 40% de toda la energía que consumimos actualmente. En el mejor de los casos».

Frente a la pregunta de en qué se está investigando y cuál será la respuesta de la ciencia y la tecnología a este reto Turiel es contundente. «No hay nada. Es un error común pedir que se invierta más en investigación en este campo, al que se ha destinado mucho y en el que se lleva trabajando desde hace 60 años. Los campos en los que se está investigando son muchos, y sin duda aportarán avances interesantes. Pero en la mayor parte de estos desarrollos no se puede alcanzar un volumen comercial y de rentabilidad suficiente. Existen muchos avances tecnológicos, con un coste altísimo, y que nunca serán viables comercialmente. Aerogeneradores, placas solares, biocombustibles de segunda generación, olas de mar, mareas, geotermias,... Se investiga, pero no son rentables».

La producción mundial máxima se alcanzó en noviembre de 2018, aunque desde 2013 la industria petrolera «va a la deriva». DL

Y frente a este panorama, ¿cómo valora el científico las medidas que están poniendo en marcha los gobiernos y las instituciones internacionales, los planes de transición energética, las estrategias para el cambio climático? «Tienen de realista que, evidentemente, es necesario hacer esta transición, abandonar los combustibles fósiles porque lo exige el cambio climático. Lo que no cuentan en sus estrategias es que también estos combustibles se agotan. Lo que no es realista de las propuestas que se diseñan es que están asumiendo que el potencial de producción de las energías renovables es muchísimo mayor de lo que es en realidad».

Además, añade el investigador, basan muchas de sus políticas en informes muy populares, pero «que cometen errores científicos de base, y están públicamente muy cuestionados». Errores como por ejemplo multiplicar el número de aerogeneradores sin tener en cuenta el ‘efecto bosque’: «Si se colocan demasiados acaban interfiriéndose, desvían el viento y la producción es menor».

Le preocupa sobre todo la orientación de las políticas a «la producción de electricidad. Es un error muy común. La electricidad es energía, pero no toda la energía es eléctrica. De hecho, en España la electricidad representa un poco más del 20% del consumo energético, el otro 80% no es eléctrico. Y, a pesar de lo que parecen indicar estas políticas, buena parte de él es muy difícil o imposible de convertir en eléctrico. Tendríamos que estar centrados en cuestiones no sólo de producción de electricidad, con eso solo no vamos a ningún lado. Y tampoco hay que olvidar que la capacidad de producción eléctrica de España ya está saturada, no tiene sentido aumentarla».

La conclusión del científico es clara: «Todos estos planes están condenados al fracaso».

El coste político

¿Por qué se insiste entonces en esta línea? En el libro Antonio Turiel apunta que «el coste político de tomar medidas de racionamiento para limitar el consumo de energía, y también de materiales, resulta extremadamente elevado. Ningún gobierno occidental se plantea seriamente tomar medidas de racionamiento porque es consciente no sólo de su enorme impopularidad, sino de las devastadoras consecuencias económicas que eso tendría».

Y aquí el análisis del físico y matemático entra en una faceta distinta. «Inevitablemente vamos a un período de descenso energético que implica un período de decrecimiento económico. Eso no vamos a poder evitarlo. Pero nadie quiere decir que vamos a un tiempo de contracción, y que además se va a alargar durante décadas. Al menos hasta que consigamos estabilizarnos. Venimos de muy arriba, y vamos a tener un bajón importante. Dentro de unas cuantas décadas podremos plantearnos cómo progresar, pero mientras nos espera una época muy convulsa y con muchas dificultades».

«Es un error orientar todas las políticas a la electricidad, que es poco más que el 20% del consumo energético»

Cómo se llegue a esta fase es lo que hay que tratar con urgencia. «Depende de qué medidas tomemos las cosas irán mejor o peor. Lo que está claro es que la perspectiva política tiene una visión a cuatro años, y aquí hablamos de medidas que habría que mantener durante décadas. Es necesario tener capacidad de abordar los problemas en toda su extensión».

En todo caso, Turiel señala que las promesas de «una transición suave, progresiva y sin problemas que nos venden con las energías renovables no es posible. Eso no es verdad. Y adoptar las medidas necesarias tiene un coste político excesivamente elevado».

La única alternativa, en opinión del científico, es «llevar a cabo un cambio en el sistema social. Todo el mundo reclama soluciones de tipo técnico, pero no hay nada que ofrecer. Lo único que puede hacerse, lo factible y asumible, es un cambio completo en las costumbres, en la manera de utilizar los materiales, la energía, en general de cómo nos relacionamos con el planeta. Eso implica consumir menos, establecer un sistema de producción que no esté orientado al consumo, sino a las necesidades de las personas. Una de las cuestiones por las que plantear este cambio social y este decrecimiento económico es tabú es porque implica un cambio en el sistema capitalista. Eso no quiere decir que el comunista sea mejor. Pero lo que está claro es que el crecimiento económico continuo, a partir de ahora y sobre las bases sobre las que se ha construido, es imposible».

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