Diario de León

FARMACIA BAJO EL AGUA

EL FUTURO. La investigación de los fármacos desarrollados con sustancias que guardan los océanos está dando «resultados espectaculares», según los científicos

Los científicos llaman la atención sobre la necesidad de cuidar la diversidad marina, también por cuestiones médicas. NIC BOTHMA

Los científicos llaman la atención sobre la necesidad de cuidar la diversidad marina, también por cuestiones médicas. NIC BOTHMA

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Un analgésico procedente de un molusco que habita en aguas del Mediterráneo o un antitumoral para combatir el cáncer de mama extraído de una esponja marina son sólo dos de los numerosos fármacos que provienen del océano, la «farmacia del futuro» cuya investigación está ofreciendo «resultados espectaculares».

Así lo ha asegurado a Efe el biólogo Xulio Gutiérrez, quien recuerda que los ojos de los científicos se posaron en aguas oceánicas a partir de los años 60 del siglo XX porque «ya habían realizado bastantes descubrimientos en tierra y estaban un poco hartos de buscar sustancias en las medicinas tradicionales».

Pero, ¿cómo son capaces de descubrir los investigadores que en un gusano que vive en el fango del fondo marino puede haber algo interesante para la farmacia?

«Ahí es cuando acudimos a la ciencia básica: los farmacólogos preguntan a los profesionales de la Biología sobre ese animal concreto que se desenvuelve a mil metros de profundidad» y son éstos los que proporcionan las pistas más interesantes.

Aunque «dedicar toda una vida a un aburridísimo gusano no parece apasionante», existen biólogos que trabajan precisamente en las cosas en apariencia menos interesantes porque «cuanto más rara, diversa o extraña resulte la biología de un ser vivo y las circunstancias alrededor de las que gira su vida, mucho mejor», ya que en buena lógica «producirá moléculas muy distintas a las que conocíamos hasta entonces».

Tras identificar el organismo, se analiza las sustancias raras que pueda producir, se observan sus reacciones con células tumorales o bacterias y si son responsables de algún cambio y «una vez de cada cien, se produce un hallazgo», explica Gutiérrez.

La explicación de que haya tantas expectativas puestas en el mar hoy día radica en que «ocupa mucho más que la superficie terrestre y sus ecosistemas son muchísimo más variados» y cada uno de los animales, plantas, hongos, algas..., que viven en él «posee una estrategia para defenderse o para evitar el cáncer, para depredar o para no ser depredado».

Hay medicamentos, recuerda Gutiérrez, que han sido aislados y sintetizados en laboratorios para no tener que depender del propio animal o planta que los generan y explica, como ejemplo, que «no hay manera de proporcionar una dosis exacta mediante una infusión vegetal natural porque la concentración de su principio activo depende de si es verano o invierno, si ha llovido o no y de otros múltiples factores.»

El vocal de plantas del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, César Valera, añade que «de la naturaleza hemos dependido siempre, dependemos y vamos a seguir dependiendo» y, en concreto desde el punto de vista sanitario, es «fundamental cuidar de ella porque seguimos extrayendo numerosos principios activos» útiles para la salud.

Así, la equinácea, planta que estimula el sistema inmunitario y conocida por prevenir catarros, es el medicamento «más vendido en Suiza, Alemania, Francia o Bélgica», países cuya industria farmacéutica natural «nos lleva mucha ventaja», informa Valera, como demuestran todos sus «proyectos relacionados con la protección del entorno natural y de plantaciones ecológicas»,

Mantener los ecosistemas sanos, además, «diluye los virus en multitud de especies», por lo que «si deshacemos la biodiversidad y reducimos el número de especies, en cuanto una de ellas tenga una enfermedad nos la pasará sí o sí».

Ejemplo de amenaza son las bacterias y virus congelados en ecosistemas de tundra que, «descongelados por un aumento de las temperaturas, volverán a estar expuestos al aire tras decenas de miles de años de permanecer quietos», indica Gutiérrez, que se pregunta: «¿qué pasará entonces? Da miedo pensarlo».

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