Diario de León

Del panadero leonés a la bóveda del fin del mundo

El Herbario LEB Jaime Andrés Rodríguez de la Universidad de León crece con nuevas propuestas para los investigadores, y hace de la divulgación una fórmula más para obtener nuevos ejemplares que preservar

Reportaje sobre semillas y el herbario en la facultad de Biología de la Universidad de León. F. Otero Perandones.

Reportaje sobre semillas y el herbario en la facultad de Biología de la Universidad de León. F. Otero Perandones.

León

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Es un servicio de investigación reconocido internacionalmente, y a pesar de que todos los recursos son pocos para una riquísima arca de Noé de plantas de todo tipo, acoge una de las colecciones más importantes a nivel nacional. Incluido en el Index Herbarium NY Botanical Garden desde 1980, las casi 150.000 especies que atesora son un universo en constante crecimiento. La investigación y la divulgación son una de sus principales preocupaciones, y el conocimiento de que muchos tesoros se esconden en pequeños huertos familiares una forma de buscar (y conseguir preservar) nuevos ejemplares para su colección. De ahí que escolares en los huertos de sus abuelos o el panadero de La Magdalena en su recorrido habitual entre los vecinos se hayan convertido en proveedores de semillas que pueden guardar para la investigación y el futuro semillas de especies que de otra forma se perderían. Y que comparten espacio con grandes colecciones investigadoras, como una que acaba de aterrizar en la Universidad de León desde California, de la mano de la investigadora María Muñoz, con más de 400 variedades de caupí.

Es el escenario en el que crece, con muchos menos recursos de los deseables, el Herbario LEB Jaime Andrés Rodríguez que alberga la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de León. Un conjunto de colecciones botánicas que sirven de apoyo a la investigación, accesibles a través del nodo Global Biodiversity Information Facility (GBIF), y que es también el reducto donde se conservan muchas especies que pueden desaparecer. Una despensa además que, a través de los intercambios con otros organismos, guarda la memoria de los cultivos y las plantas silvestres para retomar la biodiversidad en caso de catástrofe.

El herbario LEB Jaime Andrés Rodríguez Guarda casi 150.000 especímenes, accesibles a través deL Nodo gbif

Lo explica la conservadora del LEB, Estrella Alfaro Saiz, que asegura que aunque los medios son escasos se van incorporando nuevas herramientas, gracias al esfuerzo de la facultad y el apoyo de la directora, Marta Eva García.. Y, con entusiasmo y voluntarios, «pronto todo estará informatizado y disponible en GBIF, disponible para toda la sociedad, además de los investigadores».

La historia del herbario comienza en la década de los años setenta, cuando la Sección de Biología de la Facultad de Ciencias de Oviedo con sede en León se transforma en Facultad de Biología. Se inicia entonces la colección de plantas que actualmente constituye el Herbario Jaime Andrés Rodríguez -LEB- de la Universidad de León. «Se ha dedicado expresamente a la memoria de quien impulsó su creación y fue el primer profesor de Botánica de esta institución, actividad que ejerció durante más de 25 años. Como tal aparece registrado en el Index Herbariorum y es miembro de la Asociación de Herbarios Iberomacaronésicos (AHIM)», señalan desde Vegazana.

En la actualidad recoge casi 150.000 especímenes, sobre todo plantas vasculares de la península Ibérica pero también una importante colección de Brasil, y otras destacables de hongos, líquenes y briófitos. La actividad del herbario se centra en la preparación, montaje, elaboración de láminas, conservación e informatización de las colecciones botánicas; pero también la vigilancia de sus condiciones de conservación, como el control de insectos que puedan llegar en las plantas y surgir en los pliegos donde se guardan cuidadosamente, en condiciones de temperatura y humedad adecuadas, los pliegos con los ejemplares, sus dibujos, nomenclatura, características,...

El herbario busca además de la preservación y la investigación nuevos usos sostenibles para las plantas

Desde hace pocos meses cuentan además con nuevos aparatos para congelar parte del material, lo que permite preservarlo a largo plazo. «Hay un banco vivo, que utilizan los investigadores, y otro que desecamos con polímero de silicagel para extraer toda la humedad y guardarlos en cámaras, o enviarlos a otros bancos de semillas, como forma de preservarlos a largo plazo. No sólo de variedades con un interés agronómico, también especies silvestres cuya conservación es interesante».

Alfaro reconoce el interés que despiertan las especies sobre todo tradicionales, «buscamos continuamente lo que se produce a nivel local. Está claro que es especialmente interesante preservar nuestras semillas con una idea de seguridad alimentaria, por si es necesario rescatarlas algún día».

Pequeños grandes proyectos

Aunque la colección del LEB es muy amplia y reúne especies internacionales, «desde el herbario tenemos varios proyectos en marcha, siempre a pequeña escala, que nos parecen de vital importancia. No sólo por la identificación y conservación de especies nuevas e interesantes, que a veces surgen, sin por la concienciación que provocan estas acciones de divulgación».

La botánica señala que la colaboración es constante con entidades como por ejemplo las reservas de la biosfera, con las que tienen en marcha varios programas. «Y también colaboran los niños, a los que les hemos pedido desde las actuaciones de divulgación en los colegios que nos traigan semillas de los huertos de sus abuelos en los pueblos. Esto tiene un componente que ya no nos habla sólo de la conservación de muestras por el interés científico, sino de la importancia de divulgar, de que ellos sean conscientes de la importancia de conservar esas especies que pueden estar perdiéndose, y de cómo la historia ha ido cambiando los cultivos y cómo han llegado a nuestros días. Es vital hacerles partícipes del proceso, y que no se pierdan las costumbres y tradiciones».

El trabajo de captación de ejemplares viene también de la desinteresada colaboración de algunas personas, como en panadero de La Magdalena. «Es una persona muy cercana a las personas de los pueblos, que tiene confianza con ellos. Y le hemos pedido que haga de vehículo para nosotros, les pide semillas y plantas, y se las dan porque le conocen».

Así, día a día, desde las aportaciones de los científicos a la colaboración de los más pequeños o los más ajenos a la Universidad, se va ampliando una colección cuyo abanico de intereses va mucho más allá de las especies alimentarias. «Por ejemplo, explica Estrella Alfaro, estamos trabajando con semillas tintóreas. Porque nos interesa mucho encontrar aplicaciones sostenibles dentro de nuestro entorno, esa es una de nuestras metas, en la que trabajan también los voluntarios que desarrollan su actividad en el herbario».

Las especies invasoras son otro grupo de plantas en las que tienen interés. «Nos preguntamos de dónde llegan, y cómo. Tradicionalmente llegaban de otras partes del mundo a los jardines botánicos, y de ahí comenzaban las invasiones. Pero ahora estos movimientos son más intensos».

En el caso de las semillas alimentarias «mantener también esta conciencia es importante, porque si no las variedades autóctonas desaparecen. Ocurre por ejemplo con las legumbres o el trigo, las que consumimos habitualmente vienen de unas pocas variedades. Si el agricultor ve que las nuevas comerciales tienen mejores condiciones de mercado que las tradicionales, las abandona. Y si no se guardan se pierden. Eso no es importante sólo para preservar las variedades autóctonas. Hay que tener en cuenta que las variedades más comerciales son en general muy homogéneas, y si llega una plaga importante es la diversidad genética la que puede hacerle frente. Buscar otras variedades menos vulnerables a esos ataques. Y es que la resistencia a patógenos puede ser diferente según las variedades, y no sabemos cuáles pueden llegar. Como no sabemos qué resistencia necesitan frente a un cambio climático que es claro, pero no sabemos qué condiciones extremas puede traer».

La conservación de las distintas especies es importante de cara a «posibles mejoras de las variedades en el futuro, si se tienen pueden estudiarse, y buscar otras más adecuadas. Hay que ir estudiando caracteres que ahora mismo desconocemos, incluso en las variedades silvestres, no sólo desde el punto de vista ecológico, sino porque los ancestros silvestres tienen resistencias que se han ido perdiendo. Se trata de ir hacia atrás para recuperar la biodiversidad. Y los actuales mecanismos de genética y genómica permiten avanzar en este sentido, recuperar lo que nos parece interesante frente a las variedades más comerciales. Contar con una diversidad que nos permita mayor flexibilidad de cara a los cambios que tendremos que afrontar».

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