Diario de León

Aplicar la creatividad a las necesidades del covid

¿Y si lo hacemos nosotros?

Seis veces más barato. Aplicar la creatividad a las necesidades del covid, buscar herramientas para construir soluciones, fabricar un producto eficiente... y mucho más barato. Los alumnos de Tecnología de Legio VII lo han conseguido. Un purificador de aire de primera

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León

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«Independientemente de lo acertado de una propuesta como solución a un problema, el camino de búsqueda hace desarrollar en las personas la capacidad de llegar a otras posibles soluciones nunca antes imaginadas». En el caso de los alumnos y alumnas de Tecnología de 3º de la ESO del instituto Legio VII, el resultado del reto que el covid impone al aire que respiran fue la construcción de un purificador de aire con filtro HEPA. Una solución a la que también han llegado empresas y multinacionales, y que está en el mercado; pero en la que los alumnos desembarcaron desde el análisis de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los aerosoles y la realidad de unas aulas poco preparadas para la ventilación, más en zonas especialmente frías como León. Con un valor añadido: la falta de recursos les llevó a apostar por la fabricación en 3D, lo que ha permitido desarrollar un prototipo que funciona con efectividad y es seis veces más barato que los que están en el mercado. Con una ventaja añadida: la fabricación aditiva ha llegado al instituto, y abre la curiosidad de otros profesores y nuevas posibilidades de creatividad y crecimiento.

«Al comienzo de curso planteamos a los alumnos aportar una solución práctica al problema de los aerosoles y la ventilación. En plena pandemia, cuando regresamos a las aulas tuvimos que enfrentarnos a una situación complicada, la de estar muchas personas en un espacio cerrado». Lo explica Iván Rodríguez Martín, profesor de Tecnología en el instituto y que ha dirigido el proyecto. «La comunidad científica ya planteaba entonces algunas posibles soluciones para evitar los contagios. Sabíamos que la ventilación era una de las claves, pero el frío en León es un problema para las aulas, y un enorme gasto en calefacción».

Expertos de varias universidades internacionales ya apuntaban que filtrar el aire de las estancias al menos cinco veces por hora era una medida eficaz para evitar los contagios. Cómo hacerlo fue el reto tecnológico al que enfrentó a sus alumnos.

«De sus análisis y propuestas surgió la posibilidad de unir un filtro Hepa, que es el homologado para filtrar las partículas en las que viajan los virus, a un extractor de aire. Iniciamos entonces el camino que recorre el proceso de creación tecnológica», explica el profesor, ingeniero agrónomo de formación y docente por vocación.

El proyecto pone en valor la democratización de la fabricación que supone la impresión 3d, cualquiera puede hacer su idea

De la teoría a la práctica, «la mayor complicación consistía en acoplar los elementos del extractor y los del filtro». El filtro Hepa se adquirió en el mercado por 19.99 euros, catalogado como H13 para ser de alta eficiencia y poder filtrar las partículas de aerosoles mayores de 0,3 micrones, que son en las que puede permanecer y transmitirse el virus del covid.

«Y es aquí donde encontramos por primera vez la utilidad de la tecnología en impresión 3D. Además, este proceso encajaba en la metodología de aprendizaje-servicio, en la que los alumnos no sólo asimilan contenidos académicos sino que aportan a la vez un servicio a la comunidad».

Iván Rodríguez explica que «diseñar la opción que habíamos elegido, sus medidas, la realización tal y como la habíamos dibujado en el plano para que se hiciera realidad no sólo nos aportó mucha flexibilidad, sino el convencimiento de que cualquier idea que diseñáramos podía hacerse real. Y además a un coste muy bajo».

El resultado fue la construcción de un purificador de aire con filtro que ya existía en el mercado, aunque los alumnos y alumnas de tecnología llegaron a él por sus propias investigaciones y conclusiones. «La solución técnica existía, aunque ellos también la discurrieron. Con una ventaja: el coste era una sexta parte de lo que ofertaban las marcas».

En este punto, reconoce el profesor, «empezó a tomar más valor el hecho de poder fabricar cualquier producto desde cualquier punto de la comunidad. La impresión 3D democratiza la fabricación, cualquiera que tenga una idea puede llevarla a cabo. Y eso saca al proceso fuera de la industria, abre las posibilidades».

Más allá de lo acertado de la solución, el camino de búsqueda hace desarrollar las capacidades nunca imaginadas

Una conclusión que ha sido también un punto de inflexión para el instituto de educación secundaria. «El centro no tenía impresora de 3D, pero gracias al proyecto del purificador se hizo con una. Eso abre todo un mundo de caminos. En el área de la tecnología, donde estamos empezando a investigar otros contenidos como las máquinas y los mecanismos, con la construcción de engranajes; pero también en otros departamentos, como el dibujo o la biología, que ven que esta tecnología puede tener aplicación en sus materias, como se está haciendo desde la medicina hasta el diseño gráfico. Y, desde luego, creando proyectos transversales científico tecnológicos».

Iván Rodríguez, que desarrolló el proyecto del purificador de aire en colaboración con Jorge Valencia y David Ferreras, hace hincapié en que la iniciativa ha servido para que «la tecnología sea objeto de reflexión en el aula. Es evidente que el actual desarrollo de las máquinas está desplazando al ser humano en multitud de funciones, y por eso es imprescindible que la escuela fomente la creatividad y el pensamiento crítico como valor del ser humano. Ahí es donde, por el momento, no consiguen llegar las máquinas».

La experiencia del instituto Legio VII rompe también un cliché en cuanto al interés de las mujeres por la tecnología. «No sé si es significativo. El proyecto se desarrolló en dos aulas, En una con menor representación femenina, y ahí ellas fueron mucho más creativas. En la otra, con una participación similar, no observamos ninguna diferencia de género en las aportaciones».

La adquisición de una impresora 3D ha sido clave en el proceso. RAMIRO

Lo que está claro es que la aplicación práctica a la realidad es un incentivo inigualable para estimular el interés de los alumnos. «En este curso de pandemia las restricciones nos han dificultado el trabajo en general, y también en los laboratorios y talleres. Pero está claro que la aplicación práctica de lo que se expone, y en el campo de la tecnología es un hecho claro, hace mucho más fácil entender las cosas, y despierta el interés de los alumnos. Yo fui profesor de FP antes de este trabajo, y sé que para muchos jóvenes pasar de la teoría a trabajar con las manos implica el desarrollo de capacidades que son muy necesarias, y que les aportan muchos valores».

De momento el proyecto de Tecnología de 3º de la ESO del Legio VII consiguió desarrollar dos prototipos, en funcionamiento en la sala de profesores, de los purificadores de aire con filtro. El presupuesto y la evidencia de que abrir las ventanas (aunque sea a costa de gastar mucha más calefacción) es lo más efectivo en unas aulas que no están diseñadas para ‘respirar’, ha dejado en ese punto una creación que sí que es un soplo de aire fresco en el aprendizaje de los (y las) estudiantes. «Hemos demostrado que se pueden hacer productos funcionales, y a bajo coste. Nuestro purificador de aire es un prototipo desde luego abierto a mejoras. Por ejemplo, reducir el ruido que producen este tipo de aparatos, que es algo que perjudica también a los purificadores que comercializan marcas de prestigio en el mercado. Para nosotros, ese es otro reto científico. Pensar en otro tipo de ventiladores, utilizar ultravioletas como en los hospitales,...» .

Su prototipo es «un primer ladrillo en un proyecto que puede crecer. Ha demostrado su utilidad». Y la creatividad de los alumnos, y el valor de la educación.

Un filtro comercial y una fabricación aditiva, en el proceso. RAMIRO

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