Diario de León
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El paso de las investigaciones en la Universidad a las explotaciones ganaderas, y también a la industria farmacéutica, es uno de los caminos de futuro que el resultado de los estudios tiene que recorrer para lograr su objetivo. «Y ahí la cosa va más lenta. La comunicación entre los investigadores y la empresa siempre cuesta un poco», señala Esther Blanco Paniagua.

«Nuestro objetivo es que el beneficio de estos resultados no llegue sólo a los ganaderos, sino que se utilice en la industria farmacéutica. Hoy en día existen ya muchas combinaciones de fármacos en el mercado, que se administran directamente. Continuamente se ponen a disposición de los ganaderos nuevas fórmulas, sobre todo para tratar las resistencias, pero el campo es muy amplio».

El Instituto de Desarrollo Ganadero y Sanidad Animal (Indegsal) es uno de los pocos que estudia el papel de los transportadores en la transmisión de residuos farmacéuticos. «Hay varios grupos fuera de España, cada uno enfoca el tema de una manera distinta, el nuestro está más especializado en los residuos en la leche. La localización de estos transportadores en la glándula mamaria es de las más recientes, nadie había caído en que los transportadores podían estar ahí».

En Indegsal centra sus investigaciones, a nivel general, en los campos de la sanidad animal y la producción, y ofrece srvicios a ganaderos e instituciones públicas y privadas. Más de 70 investigadores forman equipos multidisciplinaries para llevar a cabo las distintas líneas de investigación, tanto aplicada como básca, así como la transferencia de tecnologías y la explotación de los resultados de sus trabajos. Entre las líneas de investigación que desarrolan están las relacionadas con la tecnología de la reproducción asistida, desde la inseminación artificial a la congelación de semen tanto en especies domésticas como en las que están en peligro de extinción. También investigan el trasplante de embriones y la fisiopatología de la reproducción.

En el grupo de Sanidad Animal las investigaciones se centran en las enfermedades respiratorias porcinas, así como en patologías de explotaciones aviares y enfermedades desarrolladas por virus en los rumiantes.

Otro de los grupos de investigación, en el que participa Blanco, se encarga de estudiar los residuos de fármacos en la leche y la biodisponibilidad y toxicidad de compuestos de origen natural con interés industrial. También se investiga en el instituto la genética, con herramientas genómicas para la selección del ganado ovino, identificación de genes con interés económico, mejora de razas, conservación de razas autóctonas en peligro de extinción,...

Esther Blanco defiende la importancia del colectivo femenino entre las investigadoras de su grupo, «dentro de las dificultades que hay para investigar, somos mayoritariamente mujeres, ya demás un equipo muy multidisciplinar, con biólogas, biotecnólogas y veterinarias, que intentamos hacer todo tipo de tareas».

Natural de Matallana de Valmadrigal, Blanco tuvo siempre claro no sólo que su futuro estaba en la ciencia, sino que era una bióloga «de bata, no de bota». Estudió Biología en la Universidad con el objetivo claro de dedicarse «al laboratorio», y comenzó sus prácticas curriculares con Gracia Merino, que actualmente dirige su tesis. «Luego me ofreció la posibilidad de hacer con ella la tesis doctoral».

También realizó el Master en Biomedicina, «que me permitió seguir trabajando en el laboratorio, pero haciendo algo totalmente distinto, porque estaba muy enfocado en la clínica».

Para realizar su tesis consiguió una beca del ministerio, y el grupo de investigación también cuenta con fnanciacion, por lo que se considera una privilegiada «en el actual escenario en el que nos movemos los investigadores».

De su situación actual destaca también lo gratificante que le resulta la docencia. «No pensé que fuera a motivarme tanto, pero enseñar aquello que te han enseñado a ti es algo que disfruto mucho».

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