Diario de León

la madre del ‘e-book’ es de villamanín

E s la precursora del ‘e-book’. La leonesa Ángela Ruíz Robles luchó por un sueño: sustituir los libros escolares por una enciclopedia mecánica para reducir su peso. Fue una visionaria. En1949 patentó un artefacto multimedia, interactivo, trilingüe y adaptable a cada estudiante.

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ana gaitero | león
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Maestra, inventora, preparadora de oposiciones... incansable. Adelantada a su tiempo. Ángela Ruíz Robles nació en Villamanín (León) en 1895, donde su padre tenía una botica y estudió Magisterio en la Escuela Normal de León. Su profesión de maestra la llevó a Galicia. Tras dos años de ejercicio en León se hizo cargo de la escuela de Mandia (La Coruña) y luego de la escuela nacional del hospicio de niñas de Ferrol, fundó su propia academia y una editorial y escribió 16 libros de texto.

Madre de tres hijas, apasionada también por la familia, las iniciales de sus nombres forman el acrónimo de la editorial Elmaca (Elvira, María y Carmen) con la que intentó comercializar su enciclopedia móvil. Fue la primera inventora española. Además de la enciclopedia mecánica patentó otros dos ingenios: un método de taquimecanografía abreviada y el atlas científico gramatical.

Recibió numerosos premios y condecoraciones oficiales como la Cruz de Alfonso X El Sabio, pero su nombre, como el de tantas pioneras, fue olvidado pese a que su invento es el precursor del libro electrónico. La Oficina Española de Patentes y Marcas recobró su memoria con motivo del 200 aniversario de las patentes en España junto a un pequeño ramillete de inventoras españolas.

Hasta hace poco tiempo se ha creído que el inventor del libro electrónico o e-book había sido el norteamericano Michael Hart en 1971. Pero en 1949, Ángela Ruiz Robles (1895-1975) osolictó la patente que en 1950 le concederían con el número 190.698 a favor de un «procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para lectura de libros».

Con la idea era aligerar el peso de las carteras de los niños, ideó un artefacto compuesto por una serie de cintas de texto e ilustraciones que van pasando con carretes, bajo una lámina transparente e irrompible, con cristal de aumento y con luz para leer en la oscuridad. También quiso incorporar el sonido con las explicaciones de cada tema.

Imágenes y sonido no sólo hacían más atractivo el estudio, otro de los objetivos de la curiosa inventora leonesa, sino que se convertían en un apoyo para «adaptar la enseñanza al nivel de cada estudiante» y a «los alumnos con problemas de visión», subraya la investigadora María Rodríguez Fórtiz.

La enciclopedia facilitaba la incorporación de nuevos contenidos por parte de los maestros y maestras y era una forma más «económica», pensó doña Angelita, de edición tanto para autores como para editoriales.

La enciclopedia incorporaba los idiomas francés e inglés, además del español, y tuvo en cuenta que el alumnado pudiera interactuar con el novedoso libro, dos aspectos que dicen mucho de las ideas tan avanzadas sobre la metodología educativa que tenía la maestra inventora. «El libro era un soporte para que el profesor lo adaptara a cada alumno», subraya Fórtiz.

En definitiva, el libro mecánico, visto desde el nivel tecnológico y la educación actual, tenía «contenido multimedia», se adaptaba al alumnado «con necesidades educativas especiales» y fue también precursor del bilingüismo escolar, apunta la investigadora.

«A mi abuela le preocupó mucho el aspecto social de la educación y enseñó a mucha gente a leer y escribir sin cobrar», apunta su nieto, Daniel de la Rivera Grandal, quien la recuerda como una mujer cuya «mayor satisfacción era el deber cumplido: ‘El tiempo es oro’, nos solía decir; y lo cumplía con el ejemplo. Ella sacaba el tiempo a la noche», relata.

En 1947 recibió la Medalla de Alfonso X El Sabio en reconocimiento a su trayectoria profesional. La inquieta doña Angelita fue premiada en varias exposiciones científicas entre 1952 y 1968, cuando recibió la medalla de oro de Ginebra a los inventores españoles. En la prensa de la época apareció retratada con un nutrido grupo de hombres.

No consiguió su gran anhelo. Que su invento sirviera como soporte de estudio en las aulas. «A día de hoy el problema del peso de las mochilas sigue sin solucionarse», apunta su nieto.

El prototipo de la enciclopedia mecánica se fabricó en los talleres de Artillería de Ferrol en cobre, aunque no llegó a desarrollarse con todas las ideas que doña Angelita había pensado para su adelantado invento. «Su ilusión es que se comercializara y desarrollara en España», cuenta Daniel de la Rivera Grandal.

«Quizás se adelantó demasiado a su época y hubiera necesitado a algún empresario como ella porque era una revolución», agrega. No descarta que su condición de mujer fuera uno de los obstáculos invisibles en la ejecución del invento, que nunca llegó a ver: «Entiendo que sí influyó el ser mujer y sobre todo que se adelantó demasiado a su tiempo y por tanto si puede ser considerada como una revolucionaria en el mundo de la enseñanza y del aprendizaje», recalca.

El boom del libro electrónico ha sacado del ostracismo al invento de doña Angelita, la leonesa que se convirtió en ferrolana, y gallega. El prototipo fue cedido por la familia al Museo Pedagógico de Galicia en 2008 y periódicamente ‘viaja’ a diferentes exposiciones científicas, Actualmente se puede ver en la sede coruñesa del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (Muncyt).

La Oficina Española de Patentes y Marcas también la rescató del olvido en 2011 con motivo del 200 aniversario de las patentes en España y su invento sale en el catálogo conmemorativo.

Lo más singular de esta mujer es que se convirtió en inventora en el ámbito de su especialidad, la docencia y la pedagogía, lo que da una idea de la pasión que sentía por su profesión y también de su creatividad y empuje como persona. En los últimos años viajó a Madrid todavía con la ilusión de llevar adelante el proyecto, que la prensa de la época tachó de «abstracto».

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