Diario de León

Montañas de enanos

MÁS CERCANA. Para hacer ciencia ya no hace falta ser un Albert Einstein o una Marie Curie. Ese es el mensaje que trata de transmitir la matemática Clara Grima, quien además de investigar, trata de hacer que los números despierten la simpatía que merecen

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La ciencia ya no la hacen gigantes, sino montañas de enanos. Es el mensaje que traslada la matemática Clara Grima en sus charlas. El objetivo es tan noble como que los niños y especialmente las niñas- que se decantan menos por las carreras científicas y tecnológicas- no queden excluidos del mundo laboral.

—El pasado 11 de febrero fue el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, ¿lo celebró?

—Sí, en México, invitada por el Centro Cultural Español en el país. Estuve haciendo una pequeña gira celebrando ese día con conferencias sobre mujer y matemáticas.

—Ha participado en una obra de teatro que se llama ‘Científicas: pasado, presente y futuro’. ¿Hacen falta todavía más referentes para niñas y mujeres?

—Sí. De hecho, en esta obra hay dos partes. Una que reivindica el papel de algunas científicas en la historia que fueron invisibilizadas y otra que muestra sin estereotipos la figura de las actuales. Ahora, ya no hay que ser una súper heroína, sino que somos mujeres normales y corrientes. La ciencia ya no la hacen gigantes, sino montañas de enanos. Todo el que quiera y le apetezca puede hacer ciencia, no hace falta ser Marie Curie ni Albert Einstein.

—¿Recuerda algún referente?

—¿Femenino? No, ninguno (ríe). Cuando acabé en el instituto quería ser filósofa porque el mejor profesor que había tenido era el de filosofía. Las matemáticas me encantaban y me parecía una cosa tan divertida como ir a bailar a la discoteca. No sabía que también se podía ganar dinero haciendo algo tan divertido como las matemáticas. Y fue mi profesor de filosofía quien me dijo que estudiara matemáticas, que se podía ganar más dinero que con la filosofía.

—Para usted las matemáticas eran divertidas, pero son una de las asignaturas «hueso» para muchos alumnos. ¿Por qué?

—Tienen esa fama y está en el aire. Doy charlas en los colegios y he conocido a muchos niños que odian las matemáticas antes de conocerlas, simplemente porque lo oyen. Ya vienen con miedo de casa. Luego en las escuelas en general se encuentran con clases masificadas y muchas veces con algunos profesores que también tienen miedo a las matemáticas. Y en el mejor de los casos con otros a los que sí que les gustan, pero que las enseñan siguiendo las reglas de programas anticuados y obsoletos. Aburren a los niños haciendo cálculo en vez de razonamiento.

—Además de profesora en la Universidad de Sevilla, es divulgadora a través de libros, artículos, medios... ¿Cuándo decide dar el salto a ese público más amplio?

—Mis hijos tenían 8 y 6 años y, como papá y mamá eran matemáticos, se empezaron a preguntar cosas de matemáticas. Yo llevaba camisetas o broches con el número Pi y todo empezó porque mi hijo pequeño me preguntó: «Eso que llevas siempre ¿qué es?, ¿una mesa o una portería de fútbol?». Ese día, que estaba lloviendo, empecé a explicarle a mi hijo qué era el número Pi. Luego empecé a dar charlas y decidí divulgar matemáticas para todos porque mi ilusión es que todo el mundo hable de matemáticas con una sonrisa. Necesitamos mucha gente que sepa de matemáticas para que no queden excluidos en el mercado laboral, y eso pasa por popularizarlas.

—¿Qué se consigue?

—Todos deberíamos estar protestando en la calle para que a nuestros hijos se les enseñe bien las matemáticas. Dentro de esa necesidad está la de atraer a las niñas, porque la élite que controla el mundo está dentro de las tecnológicas y las mujeres se están quedando fuera.

—Tengo una curiosidad... ¿qué es el escutoide?

— Yo estaba divulgando un concepto, los Diagramas de Voronoi, y conocí a Luisma Escudero que es biólogo celular y comenzamos a trabajar en ello junto con un grupo de dieciséis personas. El escutoide es una nueva forma geométrica que descubrimos cuando intentamos describir la forma que tenían las células epiteliales que todos tenemos por todo el cuerpo. Nos preguntaron a los matemáticos qué forma geométrica tenía y nosotros dijimos: «Ninguna». Encontramos unas forma geométrica que no se había visto. Si buscas el escutoide en ‘Google’ verás que es como un prisma un poquito retorcido.

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