Diario de León

Digitales

Un negocio que se reinventa

 Las exigencias de trazabilidad del tabaco han convertido a los estancos en negocios digitales. Un paso más para un sector en busca de la adaptación a un futuro con menos humo y nuevas fórmulas comerciales

León

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Sabían que a partir de esta primavera tendrían que vérselas con el negocio ‘pistola’ (PDA) en mano. No contaban con que tendrían que acompañarla con mascarilla, pantalla y geles desinfectantes. Dudaban sobre si todo el sector iba a ser capaz de adaptarse a la nueva realidad digital, y tampoco pensaban que iban a ser declarados servicio esencial para la sociedad.

Buscan un futuro en el que no pierdan su esencia, pero que se acompañe con nuevas fórmulas comerciales que permitan su supervivencia. En las ciudades escudriñan el hueco en el que no colisionen con otros segmentos de venta; en los pueblos representan, cada vez más, a las antiguas cantinas: una oferta universal para sus vecinos.

Es la realidad de una actividad, la de los estancos, que en los últimos años vive un permanente proceso de adaptación. Desde este mes de mayo, además, digitalizado. Los cambios en el sector del tabaco echan humo.

Los estanqueros son ahora operadores económicos que controlan la mercancía que llega y son responsables de la que reparten

Cuando hace más de un año se preparaba la entrada en vigor de la obligación de seguimiento y trazabilidad de las existencias, para cumplir la directiva de Productos del Tabaco (que en España ha añadido exigencias a las impuestas por la Unión Europea), la preocupación era la tónica en un sector que sumaba ya importantes retos que afrontar.

En el caso de León, con algo más de 200 negocios repartidos por la provincia, a las adaptación a la normativa se sumaba la incertidumbre sobre cómo iba a responder la parte más vulnerable del colectivo: los estancos rurales, en buena medida envejecidos, sin informatizar, con escasas habilidades tecnológicas y, en no pocas ubicaciones, con los interminables y aún no subsanados problemas de conectividad.

Trazabilidad del tabaco. RAMIRO

«La gran parte del coste de la dotación tecnológica la han asumido las tabacaleras, que han provisto a los estancos de los equipos necesarios para cumplir la normativa. Es cierto que en muchos casos ha habido que hacer frente a inversiones para adaptar los equipos informáticos que teníamos a las nuevas necesidades.

También que hay negocios en los que ha sido necesario apoyar y enseñar a manejar las nuevas herramientas, porque algunos ni siquiera estaban informatizados. Y que hay zonas donde internet no funciona como debería en estos momentos.

Pero no es menos cierto que los problemas se han ido subsanando, y que la adaptación en los estancos de la provincia se ha llevado a cabo con muchos menos problemas de los que habíamos anticipado. Era más el miedo que teníamos que lo que ha supuesto en realidad la adaptación al cumplimiento de la normativa».

Jorge Carballal, presidente de la Unión Provincial de Estanqueros de León, destaca que los profesionales se han adaptado al uso de las ‘pistolas’ y PDA con las que queda registrada la mercancía que reciben. «Un control que ya existía, pero que ahora se ha hecho más exigente»; y que necesita la colaboración de los estanqueros.

La aplicación de la directiva europea, que tiene como finalidad controlar el tabaco que se vende para luchar contra el fraude y el contrabando, implica la puesta en marcha de un complejo sistema que involucra a todo el negocio, desde los fabricantes y distribuidores a los estanqueros y los bares.

Los envases de tabaco cuentan ahora con marcas fiscales y un Identificador Único para asegurar su trazabilidad. Unas marcas de seguridad «visibles, indelebles e inamovibles» que permiten identificar cada producto único. Las etiquetas fiscales se convierten así en un nuevo decorado fijo de los envases de tabaco.

El Indicador Único es un código alfanumérico que identifica a cada unidad a la venta, y la relaciona (por ejemplo en el caso de un cajetilla de cigarrillos) con el cartón al que pertenece, el cajón en el que se envasó, el palet en el que viajaba,... Desde la fabricación a la venta, registra toda la cadena de suministro.

Son los fabricantes los que solicitan a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre estos Identificadores Únicos, en función de sus previsiones de producción. Luego, la información de cada código se incorpora de forma automática a un Repositorio Primario, una base de datos independiente para cada fabricante; que se traslada después al Repositorio Secundario, que controlan directamente las autoridades europeas.

Desde la Mesa del Tabaco (que aglutina a todas las actividades económicas en torno al sector, desde cultivadores a transformadores, fabricantes de labores del tabaco, importadores, mayoristas, expendedores, empresas fabricantes de máquinas expendedoras, hasta la patronal y los sindicatos), se incide en el esfuerzo que ha supuesto para el sector en general esta adaptación.

Y en que en España las exigencias han sido mayores que las que marcaba la directiva europea: a los estanqueros, que son los que suministran a las máquinas expendedoras de los bares de la zona que tienen asignada, se les considera ‘operadores económicos’. Lo que implica que no sólo tienen que cumplir las obligaciones de control con los distribuidores mayoristas de tabaco, sino también con los locales a los que suministran. Un paso especialmente importante si se tiene en cuenta que en España aproximadamente el 40% de las ventas de tabaco se realizan a través de máquinas expendedoras.

«Con el confinamiento y el cierre de los bares estas ventas han caído drásticamente, así que no ha habido necesidad de trazar mucho a este canal. Pero con la vuelta a la normalidad, irá retomándose la dinámica anterior del sector, y los estanqueros cumpliremos esa función que se nos ha asignado de operador económico».

Desde la asociación que reúne a los profesionales de la provincia se destaca que el esfuerzo que ha supuesto para el conjunto del sector ha sido muy importante, y que en el caso de los pequeños negocios y autónomos que están en ese último eslabón de la cadena de control implica un reto «tanto tecnológico como económico».

Un camino que aún no se ha completado: si en mayo de 2019 entró en vigor la trazabilidad para los cigarrillos y picadura de liar, que tenían en mayo de este año la fecha límite para comercializarse sin identificar; en mayo de 2024 entrará en vigor la trazabilidad para el resto de productos del tabaco. Y a partir de mayo de 2026 no podrán comercializarse productos sin identificar.

Nuevas exigencias e inversiones que coinciden con un período de transformación en el negocio de los estancos. Que viene gestándose desde hace años (sobre todo desde que en 2014 se autorizó la venta en estos establecimientos de determinados productos distintos del tabaco). Una modificación legislativa que responde a la caída constante de la venta de tabacos, y a la práctica desaparición de otros productos que se suministraban en estos establecimientos, como sellos y papeles oficiales, prácticamente desaparecidos con la digitalización de los procesos burocráticos.

Un cambio que llegó además en la época más dura de la crisis económica, que ha obligado doblemente a los estancos a buscar fórmulas con las que reinventar su propuesta comercial. En el caso de los estancos de la ciudad, Carballal insiste en que se trata de «buscar actividades que permitan complementar los ingresos de los estanqueros, pero sin competir con los negocios de otros sectores». La diversificación de la oferta se presenta en todo caso como una necesidad para la supervivencia de estos establecimientos.

Caso distinto es el de los estancos del medio rural: históricamente parte de comercios más amplios basados en una diversa oferta de productos básicos, los fenómenos de despoblación y envejecimiento de los habitantes de la zona rural les han convertido a menudo en el único punto de abastecimiento de la comarca. Más en una provincia como León, con una gran dispersión de minúsculas poblaciones casi abandonadas, que cada vez tienen menos servicios disponibles en su entorno cercano.

Los estancos y su oferta comercial han venido a ocupar el lugar de las antiguas cantinas, un punto donde se encuentra casi de todo o donde todo puede ser encargado. El confinamiento y las limitaciones de los últimos meses no sólo han venido a reforzar este papel, sino que han dado más sentido si cabe a la consideración de estos establecimientos como servicio esencial para la población.

Más allá de la necesidad de reinvención y búsqueda de nuevas fórmulas comerciales para asentar el futuro de la actividad, no puede ignorarse la importancia de la actividad económica que generan. Sólo en la provincia, en el último ejercicio completo, casi 122 millones de euros de ventas, a pesar de que la facturación se redujo en 16,6 millones de euros sólo en los últimos diez años.

En 2008 los leoneses consumieron 44,6 millones sólo de cajetillas de cigarrillos (20 unidades cada una); frente a los 23 millones que se vendieron el año pasado. Ha crecido con fuerza sin embargo el consumo de cigarros (31 millones de unidades el año pasado, frente a menos de 19 millones hace diez años); y se venden además 52.364 kilos de picadura para liar y otros 5.230 de picadura para pipa.

Es la realidad a la que se enfrenta un colectivo de más de 200 negocios en la provincia, que busca cómo reinventar su propuesta comercial mientras afronta los exigentes cambios normativos. Y también tecnológicos.

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