Diario de León

Los afganos se quedan solos en el rescate de las víctimas del terremoto

Los hombres de una familia velan el cadáver de dos niños. STRINGER

Los hombres de una familia velan el cadáver de dos niños. STRINGER

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Las operaciones de rescate siguen en marcha en las provincias de Khost y Paktika, las dos zonas al sureste de Afganistán totalmente devastadas por un terremoto de 5,9 grados en la escala de Richter registrado el martes pasado. Los afganos rescatan a supervivientes y retiran cadáveres de los escombros con sus propias manos porque no ha llegado ningún tipo de ayuda, ni maquinaria para hacer frente al mayor temblor sufrido por el país en las últimas dos décadas.

Las autoridades mantienen en al menos un millar el número de fallecidos y más de 1.500 los heridos, pero no se descarta que el balance final aumente sensiblemente.

La zona cero es el distrito de Gayan, en la provincia de Paktika, en plena frontera con Pakistán, donde «aldeas enteras han sido arrasadas», en palabras de Abdul Qahar Balkhi, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores. Las fuertes lluvias de las últimas horas han complicado aún más las labores contra el reloj para intentar encontrar gente con vida.

Las autoridades del Emirato pidieron el miércoles ayuda a la comunidad internacional, pero desde la ONU aseguraron que hasta ahora «los talibanes no han realizado una solicitud formal para que el organismo internacional movilice equipos de rescate y obtenga equipamiento de países vecinos», declaró el ‘número dos’ de la misión en Kabul, Ramiz Alakbarov. En el aeropuerto de la capital han aterrizado aviones de Irán y Qatar con ayuda humanitaria, según los medios locales, y las autoridades turcas también mostraron ayer su disposición a prestar «cualquier tipo de asistencia». Turquía es un país con amplia experiencia en terremotos, cuenta con muy buenos equipos de rescate y su legación está abierta en Kabul, por lo que podría coordinar esta llegada directamente con los talibanes.

El terremoto ha reabierto el dilema entre los donantes internacionales, quienes desde la llegada del Emirato han optado por cortar ayudas a las autoridades de facto porque no se fían de ellas. «Preocupa mucho que el dinero no acabe siendo destinado a lo realmente necesario y por ello los organismos internacionales buscan otros caminos de ayuda directa a organizaciones que trabajan sobre el terreno, sin tener que pasar por los talibanes, que siguen siendo un grupo terrorista y misógino.

Los civiles se quedan en medio de este pulso, rehenes de todo y pagando consecuencias», explica Ana Ballesteros, investigadora senior asociada al Cidob (Barcelona Center for International Affairs), con amplia experiencia en la región. En opinión de Ballesteros, a los actuales dirigentes afganos «les da igual que la población muera de hambre. Ellos solo persiguen la legitimidad internacional para volver a recibir inversiones y ayudas. Este terremoto no les ablandará el corazón».

En la zona devastada, la gente vive en casas de barro y paja y las aldeas están lejos de clínicas y hospitales. «Pedimos a las autoridades del Emirato y a todo el país que acuda a socorrernos, lo hemos perdido todo y no tenemos ni siquiera una tienda en la que dormir», declaró un superviviente que se identificó como Hakimula al diario ‘The Guardian’. Los enviados de la cadena BBC también tuvieron acceso a supervivientes que lamentaron que «no hay mantas, tiendas. no hay refugio. Necesitamos comida y agua. Todo está devastado, las casas están destruidas».

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