Diario de León

El amargo homenaje silencioso a las víctimas del ‘Kursk’

Monumento en Moscú a las víctimas del ‘Kursk’. MAXIM SHIPENKOV

Monumento en Moscú a las víctimas del ‘Kursk’. MAXIM SHIPENKOV

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El presidente Vladímir Putin, tan amante de recordar hasta los más nimios detalles de todas y cada una de las batallas del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial, no quiere saber nada de lo que huela a derrota y la terrible catástrofe del submarino nuclear ‘Kursk’, cuyo 20 aniversario se recuerda ahora, parece que para él lo fue. Sobre todo porque el navío, un sumergible nuevo y dotado entonces de tecnologías únicas para destruir portaaviones, buscaba intimidar al Pentágono. Pero se hundió con sus 118 tripulantes delante de la propia flota norteamericana, de los submarinos Memphis y Toledo que estaban cerca.

El causante de la tragedia fue un torpedo tan obsoleto que nadie ha entendido nunca qué pintaba allí.

Especialmente humillante para Putin fue que su homólogo estadounidense, Bill Clinton, se enterase de lo que le pasó al ‘Kursk’ antes que él. El fatal accidente se produjo sólo meses después de que el mandatario ruso tomase posesión para su primer mandato. Supuso para él un enorme golpe ya que su irrupción como líder estuvo marcada por el afán de recuperar para Rusia la grandeza perdida.

Además reaccionó tarde y mal. Siguió de vacaciones en Sochi mientras los medios de comunicación rusos, aún no intervenidos por él, escupían inquietante información sobre la impotencia de las autoridades en la tarea de intentar salvar las vidas de los marinos. Putin tardó diez días en darse cuenta de que tenía que viajar al lugar de la catástrofe para dirigir el operativo y reunirse en Vidiáyevo con las familias.

Al inicio, rechazó la ayuda internacional sin tener alternativas propias para solventar la crisis. El resultado de la investigación tampoco arrojó luz plena sobre los hechos. Las decisiones, tanto las judiciales como las del Gobierno, no han satisfecho a las familias de las víctimas. Tal vez por este cúmulo de infaustas circunstancias, Putin no quiere recordarlo y, por eso, este aniversario ha vuelto a transcurrir sin pena ni gloria. Un puñado de homenajes se han celebrado estos días con participación mínima de las autoridades. Putin no ha estado presente como tampoco acude nunca a los actos por las víctimas del terrorismo.

El mensaje hallado en el cuerpo de un joven teniente, escrito a ciegas antes de morir, indicaba que 23 hombres de los compartimentos 6, 7 y 8 del barco se trasladaron al 9, el último de popa, en donde esperaron -se calcula que dos días y medio- a oscuras, sin comida ni agua potable, a ser rescatados.

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