Diario de León

Biden activa la maquinaria para formar gabinete con las urnas aún en marcha

Diseña un gobierno a lo Obama con diversidad de hombres, mujeres, gais, latinos, afroamericanos y jóvenes

Un simpatizante de Donald Trump viste careta con la bandera estadounidense y una gorra que dice «Mantén (América) grandiosa» en Miami. GIORGIO VIERA

Un simpatizante de Donald Trump viste careta con la bandera estadounidense y una gorra que dice «Mantén (América) grandiosa» en Miami. GIORGIO VIERA

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Pese a las distracciones, el reloj no se detiene. Joe Biden quiere tener los deberes hechos para el próximo 20 de enero y ya trabaja en el diseño de su futuro equipo, aunque las urnas estén todavía en marcha. Una tarea que en Estados Unidos siempre supone un auténtico encaje de bolillos por las ‘deudas’ políticas contraídas para ganar la carrera presidencial. No es de extrañar que excandidatos a las primarias, los que se enfrentaron al aspirante electo, acaben en puestos destacados como la vicepresidencia y la Secretaría de Estado a cambio de impulsar el proyecto con el peso de sus seguidores. Que se lo digan a la propia Kamala Harris, quien supuso un auténtico quebradero de cabeza para Biden al comienzo del proceso de los demócratas.

Algo de eso habrá en el nuevo Gabinete de la Casa Blanca, para el que suenan otros antiguos contendientes en la batalla como Bernie Sanders —sería secretario de Trabajo— y Elizabeth Warren, pertenecientes al ala más izquierdista de los demócratas y que finalmente avalaron a regañadientes a Biden para preservar la paz en el partido azul. La representante por Massachusetts, quien se abstuvo de conceder su apoyo a Sanders cuando la terna se redujo a dos candidatos, viene sonando insistentemente como secretaria del Tesoro, aunque ahora figura entre las grandes favoritas para dirigir la Agencia de Protección Medioambiental (EPA).

La diversidad, ya sea de género, racial, ideológica, religiosa o de edad, será la tónica que marque la composición final del equipo. Biden ya expresó durante la campaña que quería conformar un grupo que «luzca como Estados Unidos» en su totalidad, en contraposición con el modelo de hombre blanco, rico y cristiano que implantó Donald Trump al abrir las puertas del Despacho Oval.

El demócrata busca un cambio de aires que pasa al menos por acercarse a la paridad e incorporar a perfiles de minorías como la afroamericana o la latina a carteras de verdadera responsabilidad, no como meros guiños. La elección de Harris, de madre india y padre jamaicano, como su ‘número dos’ no fue más que la antesala de lo que llegará.

La Secretaría de Estado, responsable de las relaciones internacionales, es el puesto vacante más goloso. El perfil que encaja a la perfección es el de Susan Rice, exembajadora ante la ONU y también exconsejera de Seguridad Nacional durante los mandatos de Barack Obama. De hecho, su nombre ya sonó como favorita en 2012 para sustituir en el cargo a Hillary Clinton. Sin embargo, ella misma se descartó tras las críticas que recibió por calificar de espontáneo un ataque terrorista contra el consulado estadounidense en Bengasi (Libia) que luego se demostró que fue organizado. Curiosamente comparte apellido, ascendencia afroamericana y experiencia profesional con la republicana Condolezza Rice, en ese puesto entre 2005 y 2009.

Otro puesto destacado como la Secretaría de Defensa también podría recaer en una mujer, en este caso por primera vez en la historia de Estados Unidos. Todas las miradas se dirigen hacia Michèle Flournoy, quien ya fue subsecretaria de este departamento durante el primer mandato de Obama. Desde entonces ha trabajado en la empresa privada, siempre vinculada a cuestiones militares. Preguntada el pasado mes de agosto en una entrevista a la cadena NBC, la propia Flournoy se postuló para el cargo. «Haría cualquier cosa para apoyar su éxito (el de Biden) y por el bien del país, francamente», respondió sin titubeos.

Uno de los principales objetivos de los demócratas consiste en rejuvenecer un equipo comandado por un mandatario a punto de cumplir los 78 años. Se buscan perfiles que conecten con un colectivo, el joven, que se le ha resistido más de lo que pensaba al exvicepresidente de Obama. Para esa misión tiene muchas papeletas Pete Buttigieg, de 38 años. Exalcalde de South Bend (Indiana), su candidatura a las primarias rompió estereotipos a una velocidad inusitada. Veterano del Ejército —luchó en Afganistán—, profundamente cristiano y abiertamente homosexual, ofreció una imagen fresca y renovadora en el sector moderado del Partido Demócrata que le llevó a alzarse con la victoria en el caucus de Iowa. Su éxito inicial, en cambio, se fue desinflando y acabó retirando su candidatura antes del ‘supermartes’. Ahora Biden lo podría repescar como secretario de Comercio o incluso de embajador ante Naciones Unidas. Allí aprovecharía su conocimiento de ocho idiomas; entre ellos, el español.

Donde el inquilino de la Casa Blanca quiere arriesgar lo mínimo posible es en el asiento del jefe de gabinete, el principal asesor de todo presidente estadounidense. Salvo sorpresa mayúscula, todas las cartas que baraja Biden pasan por recuperar a alguno de los principales colaboradores que ya tuvo en su etapa como vicepresidente. Esta responsabilidad entre 2013 y 2017 la desempeñó Steve Ricchetti, quien también ha sido uno de los máximos responsables de la campaña y quien analizó sus opciones electorales para la carrera de 2016. Sus predecesores en el cargo, Bruce Reed y Ron Klain, también cuentan con posibilidades para convertirse en el consejero del líder norteamericano.

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