Diario de León

Boris Johnson vuela desde las playas del Caribe para recobrar el liderazgo

Liz Truss dimite como primera ministra británica tras un mandato de mes y medio convulso

Liz Truss anuncia su dimisión ayer, en el 10 de Downing Street. ANDY RAIN

Liz Truss anuncia su dimisión ayer, en el 10 de Downing Street. ANDY RAIN

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Liz Truss anunció ayer si dimisión porque, «dada la situación, no puedo cumplir el mandato para el que fui elegida». Permanecerá como primera ministra hasta la elección de un nuevo líder en un procedimiento acelerado. Boris Johnson, el primer ministro de los ‘parties’ (fiestas durante la pandemia) y las mentiras disfrutaba de las playas del Caribe cuando se anunció la dimisión. Sus amigos dicen que ha emprendido el viaje de regreso. En su discurso de renuncia, el 7 de julio, ya sugirió que regresaría a la Jefatura de Gobierno.

Además de Johnson, son cacidatos bien posicionados Rishi Sunak, Penny Mordaunt, Suella Braverman, Kemi Badenoch y Brandon Lewis.

La posición de Truss como primera ministra era inestable desde que tuviese que despedir la pasada semana a su ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, y sustituirlo por Jeremy Hunt, que anuló casi todas las reducciones de impuestos anunciadas el 23 de septiembre por su predecesor. La paridad de la libra y el precio de los bonos del Estado mejoraron por la promesa de sobriedad fiscal.

La credibilidad de Truss había sido dañada, su Gabinete de simpatizantes parecía inadecuado para gobernar en las nuevas circunstancias y el grupo parlamentario agudizó sus divisiones. La agria dimisión de Braverman como ministra de Interior y el caos en la gestión de sus diputados en la sesión parlamentaria del miércoles confirmaron que el Gobierno no podía garantizar su estabilidad.

Incluyendo el día de su confirmación como primera ministra, el 6 de septiembre, han transcurrido 45 días. Es el mandato más breve en la historia del Reino Unido. Fue acortado además por los actos fúnebres que siguieron al fallecimiento de la reina Isabel II durante 11 días. Tuvo tiempo para nombrar miembros de su Gobierno antes de la muerte de la monarca y, tras su funeral, asistió a la Asamblea General de la ONU.

Regresó a Londres el 22 de septiembre y el 23 acompañó a su ministro y amigo, Kwarteng, en la presentación de un enorme subsidio para congelar los precios de la energía durante dos años y de un mini presupuesto. Era el primer acto significativo de su mandato y lo dinamitó. Los mercados de capitales se inquietaron sobre la evolución de las finanzas de un Gobierno que se endeudaba para reducir impuestos.

La presión de los mercados sobre los intereses de los bonos del Estado obligó al Banco de Inglaterra a intervenir temporalmente. Truss se resignó, el pasado viernes, a despedir a Kwarteng para salvar su posición. Pero el descrédito era irreparable. Su política de reducción de impuestos era uno de los pilares para sustentar el crecimiento de la economía británica, su principal objetivo.

El lunes, Hunt, con experiencia ministerial pero nunca en departamentos económicos, adelantó sus líneas de actuación. Derogó casi todas las reducciones de impuestos anunciadas tres semanas antes, limitó el compromiso temporal del subsidio energético y advirtió de la necesidad de tomar decisiones difíciles, incluyendo una rebaja en los planes de gasto público. Truss esquivó al Parlamento, dedicando más tiempo a reunirse con miembros del grupo parlamentario para convencerles de que podía aún ejercer como su líder. La primera ministra reconocía que no preparó el terreno para la presentación de las medidas. Que eran, según ella, «demasiado rápidas y profundas». No ha podido articular ningún argumento que salve la acusación de incompetencia.

Las encuestas indican que los conservadores tendrán que remontar una gran ventaja de los laboristas, ganada en las últimas semanas. El temor o el fatalismo entre los diputados sobre la pérdida de su escaño ha avivado en los últimos días la tensión que desde hace al menos cuarenta años divide a los conservadores sobre la cuestión europea y la gestión de la economía.

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