Diario de León

Los demócratas se juegan la mayoría del Senado en el estado republicano de Georgia

La segunda vuelta en este lugar es clave para liberar de ataduras en la Cámara a Joe Biden

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Barack Obama está de vuelta en Georgia con una pregunta que a priori suena a Barrio Sésamo. «¿Cuál es la diferencia entre 50 y 51?», preguntó al público el jueves. «¡Mucha!», se respondió a sí mismo. Ese asiento que daría la mayoría simple al Partido Demócrata en el Senado es la diferencia que hubiera permitido al presidente Joe Biden aprobar su Plan Para Reconstruir Mejor EE UU sin depender de los senadores Joe Manchin o Kyrsten Sinema, dos demócratas conservadores que gracias a la salomónica división de la cámara han conseguido negociar a su antojo todas las legislaciones que el partido ha intentado sacar adelante, sacrificando la agenda medioambiental.

Con el asiento 51 que da la mayoría, los demócratas podrían nombrar a los presidentes de los comités del Senado, que en esta legislatura tuvieron que ser pactados con la oposición. El líder republicano, Mitch McConnell, aprovechó para arrancarles el compromiso de no eliminar el requerimiento de mayoría absoluta para ciertas leyes, lo que ‘de facto’ les ató la manos. Con ese asiento extra de Georgia sería más fácil y más rápido aprobar a los cargos que nombre el presidente y a los jueces federales. Les daría también un seguro de vida para la hegemonía en la Cámara, donde la baja de cualquier senador demócrata por muerte o enfermedad supondría perderla. Y liberaría a la vicepresidenta Kamala Harris para viajar, hasta ahora forzada a quedarse cerca con el fin de romper el empate, algo que ha hecho 26 veces en menos de dos años, batiendo el récord del presidente John Adams. Todo eso y mucho más depende de lo que pase en las elecciones del martes en Georgia, un Estado que celebra segunda vuelta porque ningún candidato superó el 50% del voto que requiere su ley para alzarse con el escaño pendiente. Y es por eso que Barack Obama ha vuelto a hacer campaña por el senador Raphael Warnock, «un hombre con clase que le cae bien a la gente porque sientes su integridad cuando hablas con él», dijo el jueves a la audiencia del Pullman Yards de Atlanta.

Ese sería su rival, Herschel Walker, un famoso exjugador de fútbol americano inmortalizado en el College Football Hall of Fame de Atlanta, donde empezó antes de jugar con los Dallas Cowboys, los Philadelphia Eagles o los New York Giants. Cuando Donald Trump le fichó para disputar a Warnock el asiento de su Georgia natal vivía en Texas, lo que éste explotó porque «Georgia se merece un senador que viva en Georgia». Empadronarse en casa de su esposa no fue suficiente, porque varias veces durante la campaña le traicionó el subconsciente.

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