Diario de León
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Los depósitos de gas se siguen llenando, aunque a una lentitud exasperante, y Nord Stream no ha cortado el gas a Alemania. Pero en algunas ciudades, sea Berlín o Múnich, el racionamiento en el sector público ya empieza a sentirse. Las piscinas públicas bajaron la temperatura del agua, cerraron las saunas y los monumentos y edificios públicos dejaron de exhibirse al turista nocturno, puesto que apagaron la iluminación de noche.

Son los primeros síntomas de que Alemania se toma en serio la necesidad de reducir el consumo del gas en un 15%. Los ciudadanos de Múnich, la capital de la próspera Baviera, empezaron a nadar en aguas varios grados más frías de lo habitual. A partir de octubre, más de la mitad de los hogares de un país con 83 millones de habitantes van a pagar en su factura las consecuencias de la escasez de gas ruso. Se aplicará la llamada tasa del gas sobre su consumo. Un 52% de los hogares del país usan el gas para su calefacción, para cocinar o para el agua caliente.

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