Diario de León

Los americanos manifiestan que ninguno de sus soldados se sentará en el banquillo de los acusados

EE. UU. pone pegas a la Corte Penal Internacional que hoy entra en vigor

Aún antes de entrar en funciones, la Corte Penal Internacional (CPI) es ya un problema para Estados Unidos. Pero, en lugar de distanciarse, Washing

El presidente Bush junto a Blair en la reciente cumbre del G8 celebrada en Canadá

El presidente Bush junto a Blair en la reciente cumbre del G8 celebrada en Canadá

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Gisela Oswald - NUEVA YORK.
León

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Ahora, lo que esta superpotencia reclama para sí lo pedirán con seguridad también otros países, se comenta en la sede de la Organización de Naciones Unidas en Nueva York. Ello convertiría en nada la idea fundamental de este tribunal internacional creado en 1998 en Roma, ya al admitir su primer caso. «Una carta de impunidad para los soldados estadounidenses socavaría el acuerdo internacional y pondría el tribunal en peligro aún antes de que entre en acción», advertía ayer un diplomático occidental en Nueva York. Con una norma de excepción en favor de Estados Unidos, la corte podría entrar en acción sólo si los Estados afectados selo permiten. En realidad, la Corte Penal Internacional, que entra en acción hoy y estaría en condiciones de admitir las peimeras quejas, deberá ocuparse de que personajes como el ugandés Idi Amin, el iraquí Saddam Hussein o el camboyano Pol Pot jamás salgan impunes. A los culpables de genocidio tampoco les servirá la protección de sus propias fronteras ni el haber supuestamente actuado a nombre de su propio gobierno. A juicio de diplomáticos en Naciones Unidas, Estados Unidos teme la repetición del caso My Lai. Esta aldea vietnamita donde soldados norteamericanos perpetraron una masacre en los años 70, es un ejemplo de la rapidez con que Estados Unidos puede ser llevado a la justicia en su papel de »policía del mundo«. Los norteamericanos pretenden asimismo impedir que países del tercer mundo utilicen para sus fines un tribunal penal políticamente independiente. La superpotencia pretende sobre todo no ceder parte de su poder ni entregar una parte importante de su soberanía, suponen los diplomáticos en la sede de la ONU. Con su amenaza de hacer fracasar misiones de la ONU si el Consejo de Seguridad no le complace, el gobierno de George W. Bush muestra una vez más que sólo opta por la vía internacional cuando interesa a EE.UU.

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