Diario de León

El infierno se adueña del norte

La ola de calor que azota desde hace una semana a Canadá, EE UU y Siberia, donde se ha llegado a 50º y se han desatado grandes incendios por las temperaturas, es propia de Oriente Medio en agosto

El humo de los incendios cubre la parte norte de Canadá, afectada por una ola de calor. KATIA CHRISTODOULOU

El humo de los incendios cubre la parte norte de Canadá, afectada por una ola de calor. KATIA CHRISTODOULOU

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Imaginen el norte de París envuelto en llamas a 50 grados centígrados de temperatura, a los berlineses sometidos a 48 grados durante una semana completa y el extremo superior de Finlandia azotado por 196 incendios forestales mientras el mercurio rebasa los 40 grados. Un retrato distópico, pero que se ha hecho realidad en Canadá, Estados Unidos y Siberia, sometidos a una impresionante y letal ola de calor desde hace nueve días y cuyo desenlace aún se desconoce.

A los incendios sin fin desatados por el tórrido ambiente -desencadenante a su vez de fuertes vientos calidos y tormentas eléctricas capaces de desencajar el cielo- se une la casi certeza de que tras el humo vendrán los cadáveres. Entre el calor y el fuego se contabilizan ya más de mil muertes solo en Norteamérica, pero se espera que su número se multiplique porque todavía el infierno sigue a la conquista del hemisferio norte.

La realidad es esa. Algunos de los países que ahora mismo deberían ser los más frescos por su cercanía al Ártico registran, según los meteorólogos, valores propios de Bagdad o Marraketch en agosto. El episodio térmico actual ha elevado veinte grados de golpe su temperatura habitual removiéndolo absolutamente todo: las noches, a 22-26 grados de media si se está lejos de los incendios, son lo que deberían ser las mañanas, el hielo —todavía consistente en esta época en las montañas canadienses— se licúa velozmente y los bosques tradicionalmente frescos y verdes atraviesan una sequía histórica, incluso en Siberia.

El origen ha sido sobradamente explicado: un fenómeno de altas presiones atrapa contra el suelo enormes masas de aire que, al comprimirse, generan calor. A eso se suma el calentamiento producido por el efecto del sol día tras día y la pérdida de humedad de la superficie, que a su vez aumentan la temperatura a cotas superlativas. Y así hasta matar a 719 personas en la Columbia Británica canadiense en solo siete días por muertes súbitas o paradas cardíacas.

El Ejército fue movilizado con el envío de aviones y helicópteros militares desde Ottawa para evacuar las ciudades afectadas por los incendios y el veneno de un humo fantasmal y denso visible a nivel satelital.

De Lytton, el pequeño pueblo entre montañas que alcanzó 49,6 grados el miércoles, ya no queda ni rastro. En un solo día ardió como una antorcha. Los valles canalizaron el viento abrasador como si se tratara de un secador de pelo.

Bastó una llama para acabar con todo. No se recuerda un suceso así en la historia del país.

Ahora se trata de evitar catástrofes similares. Las tropas se han unido a los bomberos para tratar de frenar los incendios al oeste de la nación. Sólo en el centro de la enorme caldera en que se ha convertido la Columbia Británica continuaban anoche activos 143 frentes.

Más de un millar de personas han escapado de la zona, aunque las autoridades buscan a «un alto número» de desaparecidos. Justin Trudeau, primer ministro de una nación en llamas, declaró que convocará un grupo de emergencia para ayudar a las comunidades indígenas que se han quedado sin casas ni recursos.

Fuego donde había hielo

Los forenses han comenzado a movilizarse también al otro lado de la frontera, en Estados Unidos, Aunque no hay un dato exacto, algunas fuentes apuntan a que en el norte se cuentan ya «centenares» de fallecidos.

Pero se cree que los parques naturales abrasados ocultan más almas entre la ceniza. Estos días pasados numerosos estadounidenses han acudido a la naturaleza aprovechando la festividad del 4 de julio. La Policía tuvo que cerrar ayer numerosas carreteras para evitar que los ciudadanos se acercaran a las zonas de riesgo o a los lagos más próximos a los incendios.

Los servicios de meteorología ya han anunciado que las temperaturas seguirán siendo muy elevadas la próxima semana, sobre todo en California.

Pero si existe algo que queda fuera de cuadro en toda esta ola de calor es Siberia. La región supuestamente más fría del mundo —sumergida en una capa de hielo y nieve durante gran parte del año— sufre ahora mismo una cadena de 196 incendios forestales. Y desde finales de junio se ha visto sometida a fortísimos picos de calor, con 48 grados e incluso 50 en la República de Sakha, valores desconocidos desde 1936.

Casi 5.000 personas hacen frente a las llamas en la franja oriental, en la región de Yakutia, donde han ardido 288.460 hectáreas, un área más grande que Luxemburgo. Rusia ha decretado el estado de emergencia e incluso Greenpeace planea enviar decenas de voluntarios. En todo el país hay 264 incendios activos y las autoridades han decidido dejar a algunos campar a sus anchas porque ocurren en lugares deshabitados y el coste de la extinciónes mayor que los daños materiales.

La comunidad científica está dividida, pero se inclina a pensar que la cúpula de calor fijada en el hemisfero norte tiene que ver con el calientamiento global de la tierra, 1,2 grados más de lo que registraba a finales del siglo XIX. Las olas serán más frecuentes y largas. ‘La Niña’, el fenómeno de enfriamiento contrario a ‘El Niño’ y que mantiene un equilibrio climático, es cada vez menos efectivo. Y hay datos que lo sustentan: en 2003 el calor causó directa o indirectamente 14.000 muertes en Francia y los expertos calculan que España tendrá episodios dentro de treinta años similares al clima habitual en Oriente Medio.

tracking