Diario de León

Navalni, principal adversario de Putin, condenado a casi tres años

La Policía detiene en una redada en todo el país a medio millar de partidarios del líder opositor

Alexéi Navalni sale esposado de una comisaría en las afueras de Moscú. SERGEI ILNITSKY

Alexéi Navalni sale esposado de una comisaría en las afueras de Moscú. SERGEI ILNITSKY

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Después de un aparatoso juicio y tras dos recesos para deliberar, los jueces del Tribunal Símonovski de la capital rusa, que han tenido que utilizar la sede del Tribunal Municipal de Moscú para contar con más espacio, condenaron ayer a Alexéi Navalni, principal adversario del presidente Vladímir Putin, a tres años y ocho meses de cárcel, aunque se le descuenta un año por el período ya acumulado en varios arrestos.

Nada más escuchar el veredicto, su esposa, Julia Naválnaya, rompió a llorar. La sentencia ha sido dictada por la jueza Natalia Répnikova mientras en las calles adyacentes —el edificio judicial estaba rodeado por un amplio cordón policial— una multitud de partidarios del dirigente opositor pedían su liberación. Más de medio millar de quienes acudieron fueron detenidos y se produjeron incluso choques con los agentes. El líder opositor cumplirá condena en una de las colonias penales del país (como se conoce en Rusia a las cárceles), dependientes del Servicio Federal de Institutos Penales y que albergan hoy día más de 600.000 reclusos.

En su intervención ante la jueza, Navalni reiteró que todo el proceso ha estado «amañado» desde el principio y que, según su opinión, «lo más importante en este juicio es asustar a un enorme número de personas. Encarcelan a una de ellas para intimidar a millones». No obstante, dijo que, a pesar del enorme número de personas detenidas en las manifestaciones del pasado domingo (más de 5.500) y también del pasado 23 de enero (casi 4.000), «no se puede meter en prisión a cientos de miles de personas». «Cuando se den cuenta de ello, y ese momento llegará, verán que no se puede encarcelar a todo el país», afirmó.

El dirigente opositor volvió a tildar a Putin «viejo en el búnker» y le acusó otra vez de ser él quien dio la orden de envenenarlo el pasado verano. En este sentido, dijo que» unos pasaron a la historia como Yaroslav el Sabio, y Putin lo hará como Vladímir el envenenador de los calzoncillos».

Navalni consiguió el pasado mes diciembre hacerse pasar por el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolái Pátrushev, en una conversación telefónica que mantuvo con Konstantín Kudriátsev, uno de los agentes supuestamente implicados en su envenenamiento con la sustancia tóxica de uso militar Novichok. Kudriátsev admitió entonces que el veneno le fue untado en los calzoncillos; en concreto, en las costuras delanteras de la parte de la prenda que cubre los genitales, en la bragueta.

La grabación del aquel diálogo fue difundida después en las redes sociales, aunque el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (el antiguo KGB rebautizado con el nombre de FSB tras la disolución de la URSS) la tachó de «falsificación».

El grupo de investigación Bellingcat, junto con la CNN y Der Spiegel, publicaron el pasado 14 de diciembre un informe que vincula a Kudriátsev con el equipo que llevó a cabo el ataque contra Navalni mientras se encontraba haciendo campaña para las elecciones locales en la ciudad siberiana de Tomsk. Sus pesquisas concluyeron que un equipo de especialistas en armas químicas del FSB organizóla operación para liquidar al dirigente opositor, algo que el propio Putin salió a desmentir durante la tradicional rueda de prensa que ofrece cada año en diciembre.

El máximo dirigente ruso declaró que las revelaciones de Bellingcat demuestran que Navalni «cuenta con el apoyo de los servicios de inteligencia de Estados Unidos». Pero Putin reconoció también que el FSB estuvo efectivamente espiando y siguiendo a Navalni precisamente por eso. «Nuestros servicios tenían que vigilarlo pero, ¿por qué habría que envenenarlo? Eso es ridículo», se preguntó.

Según sus palabras, «si hubieran querido, le hubieran eliminado (...) su esposa me pidió enviarlo a un hospital de Berlín y lo permití inmediatamente».

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