Diario de León

Onda sísmica de solidaridad

'Je suis Charlie', el eslogan de apoyo al semanario, se propaga en muestras de repulsa de la violencia y defensa de la libertad de expresión

Concentración multitudinaria en la Place Royale de Nantes.

Concentración multitudinaria en la Place Royale de Nantes.

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EL PERIÓDICO
León

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La plaza de la República de París y manifestaciones espontáneas en toda Francia fueron el epicentro donde miles de franceses mostraron su dolor, su rabia y su determinación de resistirse al terror pero la onda sísmica de solidaridad por el atentado contra el semanario Charlie Hebdo se extendió por todo el planeta y por las redes sociales. En estas, las etiqueta #CharlieHebdo tardó poco tras la masacre en convertirse en la primera tendencia mundial en Twitter, donde fueron muchos los usuarios que eligieron como imagen de su perfil la frase Je suis Charlie (Soy Charlie) en distintos idiomas. Blanco y gris sobre negro. Luto pero también luz.

Mientras líderes mundiales como Barack Obama y Angela Merkel condenaban un acto «perverso», «cobarde» y «bárbaro» y el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, se mostraba «indignado» por «el ataque a la democracia y la libertad de prensa y expresión», cientos de personas respondían a convocatorias profesionales o ciudadanas en redacciones, puertas de embajadas y consulados o plazas y calles en Barcelona y Madrid, Túnez y El Cairo, Londres, Edimburgo y Dublín, Bruselas y Zagreb, Estocolmo y Moscú, Montreal y Toronto, Río de Janeiro y Sao Paulo, Buenos Aires, Quito, Lima, Washington y Nueva York...

En Facebook fueron tamién miles las personas que colgaron la foto de la portada del semanario atacado, que preparó la solidaria JeSuisCharlie en distintos idiomas, incluyendo el árabe, y en los muros resonaba a menudo una de las declaraciones que hizo en una entrevista Stephane Charbonnier, Charb, editor de la revista, asesinado ayer: «Prefiero morir de pie que vivir de rodillas».

LÁPICES FRENTE A ARMAS

Era mucho más que el mundo político o el periodístico o el de los ilustradores el que superaba la estupefacción para, dentro de la conmoción, pasar a la condena, la solidaridad y a una firme y encendida defensa de la libertad de expresión. Las portadas más controvertidas del semanario atacado se reproducían como nunca antes; los lápices, enfrentados a armas, empuñados o convertidos en las Torres Gemelas en viñetas, fotos y pancartas se convertían en un símbolo y los tinteros derramaban sangre.

Celebridades como Mark Ruffalo o Leonardo DiCaprio se sumaban al luto con mensajes a favor de la libertad de expresión. Pero quizá el mensaje que más resonó fue el de Salman Rushdie, el escritor que tuvo que pasar casi una década escondido cuando tras publicar Los versos satánicos las autoridades religiosas de Irán dictaron un edicto de muerte contra él, emitió un comunicado de condena.

«La religión, una forma de sinrazón medieval, se convierte en una amenaza real a nuestras libertades cuando se combina con armamento moderno», escribió. «Todos debemos defender el arte de la sátira, que siempre ha sido una fuerza a favor de la libertad y contra la tiranía, la deshonestidad y la estupidez. El respeto a la religión se ha convertido en código para miedo a la religión -continuó-. Las religiones, como todas las otras ideas, merecen crítica, sátira y, sí, nuestra falta de respeto sin miedo».

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