Diario de León

La segunda huida de Afganistán

Estados Unidos abandona por segunda vez el país carcomido por los talibanes Gana terreno la corriente que aboga por ejercer control a base de financiación, como se hizo con el Plan Marshall en la Europa de los cincuenta

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Tras 20 años de ocupación por parte de la comunidad internacional liderada por Estados Unidos, Afganistán vuelve a quedar a merced de su pueblo. Un pueblo que nunca ha existido como tal. La división entre el Gobierno y los talibanes es solo una de las múltiples fragmentaciones que sufre este país del Medio Oriente.

No existe una nación afgana unida a pesar de que exista un país que acoge un territorio bajo ese nombre. Desde hace varias décadas esta zona ha dilapidado su progreso a base de guerras entre tribus y ocupaciones exteriores. El islam radical materializado en el régimen de los talibán, que gobernó entre 1996 y 2001 y que tiene visos de volver ahora, es solo uno de los múltiples grupos que han llegado al poder basándose en la armas. Antes, el Gobierno de los Muyahidines (1992-1996) y la Unión Soviética hicieron lo propio (1979-1992).

Comenta Gustavo Díaz Matey, especialista en estudios de inteligencia y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, que, «al retirar definitivamente las tropas, el presidente Joe Biden solo está siguiendo la estela de Donald Trump y éste a su vez la de Barack Obama. De hecho, al contrario de lo que se suele pensar, en Estados Unidos las intervenciones internacionales no tienen muy buena prensa entre su población».

Un ejemplo de ello es que George Bush hijo ganó las primeras elecciones haciendo gala de un discurso muy centrado en el propio país, aunque a unos pocos días de que se celebraran dichos comicios tuvieron lugar los atentados del 11-S. Esto fue lo que «justificó» la intervención de Estados Unidos y la OTAN en el Afganistán de los talibanes: el control del terrorismo.

Afirma el profesor Díaz Matey que Estados Unidos ha ido viendo como la lucha contra el terrorismo ya no se centra tanto en ocupaciones y que las operaciones geoestratégicas pasan por cuestiones más económicas que militares. En EE UU ha ido ganando terreno la corriente que aboga por ejercer control a base de financiación, como se hizo con el Plan Marshall en la Europa de los cincuenta.

En los próximos meses se irá viendo cómo gran cantidad de afganos colaboradores de Occidente huyen del país. Muchos de ellos son miembros del Gobierno actual. Estados Unidos tiene un sistema de visados para estas personas, de hecho llevan varios años otorgándose, desde 2014. Y es probable que otros países occidentales presten amparo a estos futuros exiliados.

Pero esta protección solo la van a poder recibir aquellos afganos que han colaborado activamente con la comunidad internacional. Así las cosas, la inmensa mayoría de la población tiene dos opciones: o asumir las consecuencias de la vuelta de los talibanes o huir como refugiados a otros países, tal y como ha pasado en Siria. Aun así, gran parte de la población apoya a los fundamentalistas.

La razón es que ofrecen una paz que el Gobierno no es capaz de garantizar en un estado dividido por luchas continuas entre tribus. También es cierto que aunque los talibanes son fanáticos religiosos, al ser más estrictos en las costumbres que el Gobierno y los jefes tribales, se previenen abusos y un uso discrecional de poder.

Un ejemplo de ello es el bacha bazi , una costumbre que literalmente significa «jugar con niños». En base a esta costumbre, hombres maduros con cierto poder e influencia como por ejemplo, los altos mandos del ejército afgano, engañan o fuerzan a chicos preadolescentes en condiciones de pobreza para que se vistan de mujer y bailen en sus fiestas. Al terminar la fiesta este conjunto de hombres los somete a todo tipo de practicas sexuales aberrantes. Los talibanes, al rechazar la homosexualidad, persiguen estas prácticas abusivas.

El orígen de los talibanes se remonta a la ideología transmitida en las Madrasas de los años 90. Estos centros religiosos hacen las veces de colegios en los lugares donde no existe un sistema nacional de educación. Ahí los niños estudian el Corán y sus interpretaciones, generalmente «muy rigoristas», explica Félix Arteaga, investigador del Real Instituto Elcano y uno de los máximos referentes nacionales en materia de seguridad y defensa internacional.

La financiación de estas escuelas coránicasse debe a que «Existe apoyo financiero de los servicios secretos del gobierno pakistaní a estas madrasas para debilitar a Afganistán», explica el profesor Arteaga.

Una de las características principales de una interpretación rigorista del islam es la no separación de lo público y lo privado. Toda la vida social queda regulada por el Corán y la Sharía impalantando castigos severos para todo el que transgrediera las normas y una justicia administrada por jefes locales son características definitorias de este sistema. Las más afectadas son las mujeres, las cuales no acudían a la escuela, no podían salir de su población, tenían que vestir burka obligatorio y no tenían derecho a acceder a los centros de salud.

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