Diario de León

La sequía coloca a la UE ante una Europa inédita convertida en secarral

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La grave sequía que afecta al 60% de Europa ha hecho escalar el cambio climático varias posiciones en la agenda de prioridades de la UE. Con el arranque del nuevo curso, la Comisión se encontrará con un escenario tan complicado debido a la ausencia prolongada de lluvias y la ola de calor que los propios análisis comunitarios predicen que será el peor de los últimos quinientos años. Y eso forzará a los ministros a buscar soluciones porque algunos expertos ya advierten que el cambio climático va más rápido que la agenda de objetivos de 2030.

Por lo pronto, la Unión se encontrará sobre la mesa con las peticiones de ayuda de varios países para sufragar los daños del verano; tanto por los secarrales en que han quedado convertidas decenas de miles de hectáreas de cultivo o gnaderas como por los incendios forestales. Eslovenia, República Checa y Francia ya han requerido la colaboración comunitaria. El caso galo es especialmente demostrativo de lo que sucede con el planeta.

El «monstruoso» megaincendio causado por la sequedad y las altas temperaturas en el suroeste del país, con más de 7.000 hectáreas calcinadas, es un fenómeno más propio de California que de los bosques europeos, aunque también es cierto que abudan otros ejemplos de un verano distópico. Nunca se había dado una sequía tan pertinaz en los territorios más al norte del hemisferio: los embalses de Noruega están un 10% por debajo de su nivel habitual mientras los suizos asisten atónitos a la inédita pérdida de volumen de los lagos Constanza, Lugano, Walen y Cuatro Cantones o la «alarmante» situación de sus reservas freáticas, el gran almacén de agua subterráneo de Europa.

No solo de lluvia vive el mundo. Los glaciares también sufren sobremanera una elevación de temperaturas inusual al menos desde febrero. El italiano Sabbione ha perdido un 35% de su masa este mes de agosto y la capa de nieve del Gries, en Suiza, es ahora la mitad de la que poseía en abril. Los expertos pedirán a Bruselas que preste atención a este hecho porque el continente depende mucho de ellos: cuantos menos glaciares, más calentamiento y tierras quemadas.

Algunos ministros comunitarios consideran que, si no es posible implantar soluciones globales de inmediato, al menos cabe la posibilidad de enjuagar los daños.

Bruselas tiene ante sí varias propuestas. Una, mejorar la gestión del agua. Otra, implantar un equipo de respuesta urgente cuya función sería gestionar medios materiales y fondos de recuperación ante sequías, inundaciones, incendios u otros desastres climáticos. Una especie de sistema solidario que inste a los países en mejor situación a ayudar a los que padecen las catástrofes.

La UE está especialmente satisfecha de la movilización de Alemania, Grecia, Polonia, Austria, Dinamarca e Italia que hace una semana enviaron bomberos, camiones cisterna y aviones a Francia para combatir el fuego en Gironda. «Europa ha vuelto a mostrar su solidaridad», se felicitó hace unos días el presidente Emmanuel Macron.

La de este verano no es la única sequía por la que ha atravesado el continente, pero su duración, intensidad y extensión territorial sí supone una realidad desconocida para el club comunitario. Los grandes ríos navegables de Europa, como el Rin, el Po o el Danubio, coinciden en estar amenazados de muerte. En algunas partes apenas son riachuelos innavegables. La pérdida de caudal del Po ha acabado con el 30% de los cultivos en Italia, que ha decretado la emergencia en una decena de regiones. Alemania se enfrenta a la pérdida de capacidad de su principal autopista fluvial cuando le es más necesaria para el transporte de carbón.

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