Diario de León

Los talibanes van puerta a puerta a la caza de colaboradores de las tropas extranjeras

Los insurgentes tienen listas de objetivos a los que amenazan con detener o matar a sus familiares si no se rinden y se entregan

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Los talibanes han intensificado la persecución contra las personas que han trabajado para o colaborado con las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN, según revela un documento confidencial de Naciones Unidas al que ha tenido acceso la BBC.

«Los talibán están arrestando y/o amenazando con matar o detener a miembros de las familias de individuos concretos a menos que se rindan ante ellos», dice el documento, elaborado por el Centro Noruego de Análisis Globales, que proporciona información de Inteligencia a la ONU.

«Los talibanes avanzan en el rastreo de personas antes de tomar el control de todas las ciudades importantes», agrega el informe, que señala que aquellos que corren más riesgo son aquellos que ostentan cargos en el Ejército, la Policía o unidades de investigación.

De forma paralela, advierte de que los insurgentes ya reclutan a personas para integrar nuevas redes de informantes que colaboren con el futuro gobierno talibán, después de que Afganistán ha caído en sus manos.

El director ejecutivo de la Unidad de Respuesta Rápida del Centro Noruego de Análisis Globales, Christian Nellemann, indicó que «puede confirmar» que lo que se denuncia en el documento «es auténtico». «Se dirigen (los talibanes) contra las familias de aquellos que no se han rendido y las juzgan y castigan de acuerdo con la sharia», añadió.

Nellemann también aseguró que el organismo espera que tanto las personas que trabajaron con Estados Unidos, la OTAN y sus aliados, como sus familias, «sean expuestos a torturas y ejecuciones».

«Esto pondrá aún más en peligro los servicios de Inteligencia occidentales, sus redes, métodos y su capacidad para contrarrestar a los talibán, Estado Islámico y otras amenazas terroristas», advertió.

El subdirector de Logística del Estado Mayor de EE UU, el general Hank Taylor, detalló que los cazas F-18, procedentes del Grupo de Portaaviones de Combate Ronald Reagan, llevan a cabo vuelos de vigilancia para «reforzar la seguridad».

Taylor subrayó que las fuerzas estadounidenses mantienen «un ojo atento» a la operación de evacuación: «Llevamos a cabo continuamente evaluaciones a fondo para proteger la seguridad de los estadounidenses, usaremos todas las herramientas de nuestro arsenal para lograr esta meta».

El Pentágono reconoció ayer los vuelos de los cazas sobre Kabul. Preguntado sobre si los aviones tienen autorización para disparar si las tropas de Estados Unidos y sus aliados son atacadas, el portavoz respondió: «Como siempre, tenemos derecho de defendernos, a nuestra gente y nuestras operaciones».

Afganistán vivió su Día de la Independencia bajo control talibán. Las movilizaciones se extendieron a las provincias de Nangarhar, Laghman, Kunar y a Kabul, donde hubo marchas de hombres y mujeres que recorrieron las calles con la bandera tricolor del anterior Gobierno al grito de «nuestra bandera, nuestra identidad». Los islamistas reprimieron a los manifestantes en las provincias y en Asadabad, capital de Kunar, «varias personas murieron a causa de los disparos» de las nuevas fuerzas del orden, según recogieron los medios locales. En Kabul, el principal escaparate de Afganistán al mundo, se mostraron más comedidos, pero también evitaron que los manifestantes izaran la bandera tricolor en lugar de la del Emirato. Cada vez resulta más complicado saber realmente lo que ocurre en Afganistán.

Los islamistas celebraron este día que marca el final de la ocupación británica hace 102 años con un mensaje en el que mostraron su alegría por haber expulsado del país «al poder más arrogante del mundo, Estados Unidos».

«NO NOS ENGAÑAN»

El movimiento extremista reafirmó la importancia del establecimiento del Emirato Islámico de Afganistán, pero decenas de miles de afganos no mostraron emoción alguna y siguen a la espera de ser evacuados.

Najiba Faiz está en la lista elaborada por España y permanece en Kabul a la espera de la ansiada llamada de la Embajada. «Les conocemos bien, a nosotros no nos engañan con sus falsas promesa», asegura cuando se le cuestiona por la declaración de respeto a las mujeres y la amnistía ofrecidas por los islamistas. Ella era profesora en Herat cuando el Emirato se impuso en 1996, tuvo que dejar su trabajo y cubrirse con un burka.

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