Diario de León

Trump aprovecha la atención por su imputación para relanzar su campaña

Apuesta por sus bases de ultraderecha y emplaza a un mitin en Waco, lugar de la matanza

Donald Trump, ayer, en el mitin que ofreció en Texas. ADAM DAVIS

Donald Trump, ayer, en el mitin que ofreció en Texas. ADAM DAVIS

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La naturaleza se interpuso en su camino. Donald Trump contaba con que el sábado por la noche todas las cámaras de «los falsos medios» estarían apuntándole, después de haber redoblado las amenazas de «muerte y destrucción» en caso de que sea arrestado por camuflar el pago de 130.000 dólares a la actriz porno Stormy Daniels, con el que compró su silencio una semana antes de las elecciones de 2016.

No se equivocó, la mirada del mundo estaba pendiente, pero la naturaleza decidió hacer buenas sus palabras en un pueblo de Misisipi, donde no quedó piedra sobre piedra y hubo más muertos por tornados en un solo día que en todo el año pasado.

Aunque no encabezase los informativos, el ex presidente estaba satisfecho con la concurrencia de fieles a su convocatoria. Desde el aire vio los miles de coches aparcados por los caminos que llevaban hasta el aeródromo de Waco (Texas), donde aterrizó con su avión privado, pintado con los colores de la bandera estadounidense y su apellido en grandes letras. Desde primera hora de la mañana las camionetas rancheras con banderas de «Trump o muerte» habían comenzado a llegar hasta un escenario cargado de simbolismo. Hace 30 años, en esos mismos parajes, el FBI asediaba el rancho donde acabarían ardiendo 76 miembros de la secta de Los Davidianos, incluyendo 25 niños y dos mujeres embarazadas. Nunca se supo con certeza si los seguidores de David Koresh decidieron inmolarse cuando los federales entraron al asalto, después de acecharlos durante 51 días, o fueron las bombas de gases lacrimógenos las que prendieron fuego a los haces de paja. Dos años después Timothy McVeigh utilizaría esa «masacre» para justificar el peor atentado doméstico en la historia de Estados Unidos al hacer saltar por los aires el edificio del FBI en Oklahoma City, donde murieron 168 personas, entre ellas 19 niños menores de 6 años, y resultaron heridas cerca de 700. No era coincidencia que el relanzamiento de la campaña de Trump ocurriese justamente en Waco durante el 30 aniversario de esa fecha clave para las milicias de extrema derecha en un escenario en el que habló de su lucha contra el ‘deep state’. Porque lo suyo no es el estado de Nueva York contra Donald Trump, eso tendría poco recorrido. A él lo persiguen las fuerzas «siniestras» de ese estado profundo «que busca destruir a Estados Unidos», contra las que él dice enfrentarse. De ese modo se presenta como el salvador de su pueblo y llama a todos los patriotas a dar la última batalla en las elecciones de 2024. «Si no las ganamos, de verdad creo que el país está acabado».

Los más de 500 medios que, según dijo, se habían acreditado para cubrir el mitin se fueron decepcionados, a pesar de la coreografía, porque Trump no llamó a las armas para impedir su arresto. Todavía no entendían que el hombre que ha creado esas expectativas por las redes sociales juega con ellos, como con los miedos y paranoias de sus seguidores.

El avión de Trump sobrevuela a la masa en círculos, aterriza junto al escenario y aguarda durante al menos 15 minutos con la puerta abierta de par en par a que el líder aparezca por esa escalerilla en la que están clavadas todas las miradas hipnotizadas a ritmo de banda sonora. «¡We want Trump, we want Trump!», grita la muchedumbre cuando se para la música. Solo entonces se deja ver, agitando al aire una de esas gorras rojas de Maga (Make América Great Again), «el movimiento político más grande en la historia del país», con Andrea Bochelli cantando el Aleluya de Leonard Cohen.

Sin duda se sienten parte de algo más grande que ellos mismos, más justo y más honorable que la sucia política, y más digno de morir con las botas puestas si fuera necesario. «Jesús, libertad y Trump», se leía en algunas camisetas. Para estos, las causas que tiene pendientes con la justicia solo ratifican su fe en el elegido. Cuanto más le persigan, más claro tendrán que es quien dice ser. «Recuerda El Álamo, recuerda Waco, recuerda Mar-a-Lago», decía una pancarta. Las elecciones de 2024 serán la madre de todas las batallas. Esa que les permitirá rematar la jugada que empezaron en 2016 para «limpiar el país» de inmigrantes ilegales y políticos corruptos. «Será la mayor deportación en la historia».

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