Diario de León

La UE da carpetazo al Brexit

La Eurocámara ratifica el acuerdo comercial de diciembre con Gran Bretaña entre la desconfianza hacia Johnson, la autocrítica y el aviso de que no será «un cheque en blanco»

Barnier agradece los aplausos de la eurocámara. OLIVIER HOSLET

Barnier agradece los aplausos de la eurocámara. OLIVIER HOSLET

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El Parlamento Europeo votó ayer el acuerdo comercial del Brexit que se concretó el pasado 24 de diciembre. Aquel pacto ya se ratificó en Reino Unido y la UE lo ha asumido durante estos meses con carácter provisional. Necesitaba el ‘ok’ de sus eurodiputados. Un debate que arrancó a primera hora de la mañana y se prolongó hasta el mediodía. Y una votación a última hora de la tarde (aunque su resultado no se conocerá formalmente hasta este miércoles) ponen fin a ese requisito imprescindible. Porque no habrá sorpresas. La mayoría de los grupos consintieron con el acuerdo y con la necesidad de cerrar un episodio de escisión inédito en la historia de la UE; un Brexit que, hasta el estallido de la pandemia, capitalizó la política comunitaria durante más de cuatro años.

El ‘sí’ de la Eurocámara llega en tiempo límite, ya que esa provisionalidad finaliza oficialmente el próximo viernes. Hace dos semanas las comisiones parlamentarias de Comercio y Exteriores ya votaron a favor de la ratificación así que el camino quedó despejado. Lo que tocó ayer fue defender la valía del acuerdo, comprometer la vigilancia de su cumplimiento, y asumir el fracaso que supone el Brexit; entonar el mea culpa.

El llamado acuerdo de Comercio y Cooperación entre la UE y Reino Unido fue aparado por Ursula von der Leyen en el pleno como el mejor instrumento para hacer «cumplir» a Londres con las obligaciones adquiridas, con alusión directa a la preservación de los Acuerdos de Paz de Irlanda del Norte.

Y aunque la alemana avisó de que el desarrollo del acuerdo requerirá «vigilancia, diligencia y trabajo duro» por ambas partes, remarcó que es «sin duda la mejor opción» para «poder aportar soluciones concretas y prácticas cuando sean necesarias». «Estamos ante un final de un capítulo, pero también ante el comienzo de uno nuevo», añadió en otro momento de su intervención.

Fue el discurso y la figura de Michel Barnier, negociador principal del Brexit, lo que provocó un aplauso cerrado de eurodiputados presentes físicamente en el hemiciclo. El francés fue muy contundente en el apoyo a la paz en Irlanda al subrayar que «es imprescindible» que cada una de las partes del acuerdo «cumpla con sus obligaciones». Pero también lo fue en la autocrítica planteando que el Brexit debe servir como «advertencia» de los riesgos a los malos que se enfrenta el proyecto europeo, porque es «un fracaso». «No se debe confundir malestar con populismo.

Las instituciones tendrían que plantearse porque el 52% de los británicos votaron en contra de continuar en la UE.» El apoyo mayoritario El apoyo de la mayoría de las familias políticas se planteó con matices en sus discursos. Desde el grupo de los populares europeos, su presidente, Manfred Webber aseguró que «Pero estamos preocupados por la implementación» del acuerdo «porque no confiamos en el gobierno de Boris Johnson». El alemán pidió a la Comisión Europea «utilizar todas las herramientas para garantizar una correcta aplicación del pacto y evitar más violencia en Irlanda del Norte».

Iratxe García, presidenta de los socialdemócratas europeos apostó por pasar página; el ‘brexit’ ya es un hecho «así que ha llegado la hora de la UE». Pero «sin bajar la guardia». El acuerdo «no es un cheque en blanco», verbalizó Malik Azmani desde las filas de Renew Europe. Los liberales, como el resto, expresaron su desconfianza en Boris Johnson.

«Hay que reconstruir la confianza», añadió.

El ‘ok’ de la Eurocámara llega apenas un mes después de que la Comisión Europea abriese un procedimiento de infracción contra Londres por la decisión unilateral del gobierno de posponer hasta octubre los controles aduaneros en el tránsito de mercancías entre Irlanda del Norte y el resto del país. Una prórroga de seis meses impuesta por el 10 de Downing Street que ha desencadenado un contencioso con Bruselas que puede implicar al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y, en el tramo final del largo recorrido jurídico, incluso sanciones contra el país infractor.

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