Diario de León

La victoria de Macron contiene a la extrema derecha en Francia

El candidato centrista se impone a Le Pen en unos comicios que calman a Europa y registran una abstención histórica

El recién reelegido presidente se dirigió a sus ciudadanos tras coocer el resultado. CHRISTOPHE PETIT TESSON

El recién reelegido presidente se dirigió a sus ciudadanos tras coocer el resultado. CHRISTOPHE PETIT TESSON

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Francia prefirió la continuidad del centrista Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo a la ruptura que representaba la candidata de extrema derecha Marine Le Pen, cuya victoria hubiera supuesto un auténtico terremoto político en la república y en Europa. Los franceses dijeron sí al europeísmo y el progresismo de Macron y rechazaron al euroescepticismo y ultranacionalismo de Le Pen. El presidente, de 44 años, fue reelegido por cinco años más con el 58,2% de los votos, frente al 41,8% de su contrincante, según las primeras estimaciones del instituto de sondeos Ipsos que publica la cadena de televisión France 2. Según calculan los expertos, la abstención se situaría en el 28,2%, lo que supondría un récord, de confirmarse ese dato. En 2017, la tasa fue del 25,4%. La victoria de Macron, que predecían todos los sondeos desde hace meses, ha resultado, sin embargo, menos holgada que en 2017. Hace cinco años, el candidato de La República en Marcha derrotó a Le Pen con el 66,10% de las papeletas frente al 33,9% de la candidata de Reagrupación Nacional, antes llamado Frente Nacional. Y se convirtió a los 39 años en el presidente más joven de Francia. De los doce candidatos que iniciaron la carrera hacia el Palacio del Elíseo, solo el líder centrista y la dirigente de la extrema derecha lograron clasificarse para la segunda vuelta al ser los más votados. El resto de aspirantes quedó eliminado en la primera vuelta. Macron votó junto su esposa, Brigitte Macron, en la localidad balneario de Le Touquet, mientras que Le Pen lo hizo en Hénin-Beaumont. Ambas localidades están situadas en el norte de Francia a 120 kilómetros de distancia.

El representante de La República en Marcha gana los comicios, pero la extrema derecha avanza en Francia. En las elecciones presidenciales de 2002, Jean-Marie Le Pen, fundador del partido de extrema derecha Frente Nacional y padre de Marine Le Pen, obtuvo sólo el 17,79% de los votos, frente al 82,21% de Jacques Chirac. Su hija, que ayer se presentaba por tercera vez a unas presidenciales, ha sacado el 41,8%, un resultado histórico para la extrema derecha francesa.

Chirac arrasó en los comicios de 2002 gracias al llamado «frente republicano». Todos los partidos ligados a esta ideología dieron la consigna de votar por él para evitar que la extrema derecha llegara al poder en Francia. Este frente republicano ya no es tan sólido como hace 20 años. Por ejemplo, el líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon, el tercer candidato más votado en la primera vuelta, no pidió explícitamente el apoyo a Macron en la segunda ronda. Aunque solicitó a sus simpatizantes que no dieran «ni un solo voto para la señora Le Pen», les dejó la puerta abierta a que se abstuvieran o votasen en blanco o nulo.

La revalida del presidente pone fin a una extraña campaña electoral, eclipsada por la guerra ucraniana. Macron, ocupado con mediar entre Moscú y Kiev y con la presidencia francesa de turno de la Unión Europea, anunció oficialmente su candidatura en marzo. Quiso ser «presidente hasta el último cuarto de hora». Se negó a debatir con sus contrincantes antes de la primera vuelta. Pero lo hizo con Le Pen el miércoles pasado y ganó el debate presidencial. Estos comicios han dejado claro que el partido de Marine Le Pen ya no asusta tanto como cuando su padre dirigía el Frente Nacional. Marine Le Pen no es Jean-Marie Le Pen. Y Reagrupación Nacional no es el Frente Nacional. Para no asustar al electorado menos ultra y atraer votantes, la candidata puso el acento en la campaña electoral en la pérdida del poder adquisitivo y en los problemas de muchos de sus compatriotas para llegar a fin de mes, unas de las mayores preocupaciones de los franceses. El ultra Éric Zemmour, que al inicio de su campaña parecía que iba a amenazar su liderazgo en la extrema derecha, al final le sirvió de «pararrayos» de las críticas y contribuyó a blanquear su imagen. A su lado, Le Pen parecía más moderada, aunque si uno leía atentamente el programa de Reagrupación Nacional está claro que sigue siendo un partido de extrema derecha. Ahí figura el nacionalismo a ultranza, mano dura con la inmigración, su deseo de establecer una preferencia nacional para empleos y ayudas estatales, la promesa de prohibir el velo islámico en la calle, el vínculo que hacía entre inmigración y delincuencia y la confusión entre islam e islamismo. La estrategia de «desdemonización» del partido que emprendió cuando tomó las riendas ha funcionado, sin embargo, hasta cierto punto. A Le Pen la votan más franceses que hace cinco años, pero sigue sin ganar unas elecciones presidenciales. La líder de la extrema derecha no ha logrado romper el techo de cristal. De ser lo contrario, hubiera hecho historia al convertirse en la primera mujer presidenta de Francia y en la primera de ideología ultra. La tasa de participación en las elecciones era a media tarde de ayer del 63,23 %, dos puntos menos que en los comicios de 2017, según datos del Ministerio francés de Interior. El pasado día 10, en que se celebró la primera vuelta, concurrencia a las urnas a la misma hora alcanzaba el 65%. En síntesis, puede decirse que la abstención ha batido marcas históricas después de tres décadas de caída inexorable. Como referencia, en las presidenciales de 2017 la tasa de participación fue del 65,3%. Y en 2012, del 71,96%. Los mismos rivales de hace cinco años en las papeletas, la ausencia de una verdadera campaña electoral, la sensación de que todo está ya decidido de antemano y el hecho de que la segunda vuelta de las elecciones presidenciales coincidiera con las vacaciones escolares hicieron que finalmente menos franceses se desplazaran a las urnas

tracking