Diario de León

Astorga, donde nada en la historia es ajeno

El legado bimilenario astorgano nutre una oferta turística en la que, con el vasto patrimonio atesorado como enganche, el viajero puede disfrutar de una visita en la que el disfrute de su sabrosa gastronomía enriquece la experiencia

El emblema del Palacio de Gaudí se conjuga con la catedral de Santa María dentro de un enclave espectacular. ARGÜELLO

El emblema del Palacio de Gaudí se conjuga con la catedral de Santa María dentro de un enclave espectacular. ARGÜELLO

León

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La geografía se ha ligado de manera tradicional a la historia no como un capricho, sino por la intensa dependencia mutua que marca a ambas. Que se lo pregunten a Astorga que, dos milenios después del asentamiento de la Legio X Gémina en un cerro, sobrevive anclada a la visión que tuvieron entonces los forjadores del imperio que moldeó la Edad Antigua. Desde esa atalaya se abisma la ciudad en la contemplación de un recorrido que ha dejado su poso en cada una de las etapas históricas hasta configurar una oferta turística, enriquecida por su vasto patrimonio y la sabrosa degustación de su gastronomía, con la que pocas ciudades de interior de sus dimensiones pueden atreverse a competir.

A esos romanos que hicieron plaza para custodiar el paso del oro que manaba por las venas de Las Médulas le debe la ciudad su fundación, el nombre y los restos que aún se conservan, como se puede disfrutar en su cuidada ruta por los escenarios. La herencia creció ahormada por las luchas que durante más de medio siglo les enfrentaron a los astures para lograr la incorporación del territorio al imperio. No lo han olvidado los astorgano. La recreación de estos enfrentamientos a finales de julio marca una de las fechas en rojo del calendario para visitar la ciudad, pero ni mucho menos la única excusa en la que encontrarse con las huellas de la historia como incentivo.

La Semana Santa, declarada de Interés Turístico Nacional, atestigua la presencia de Astorga en el devenir del cristianismo, como todavía refleja hoy el mantenimiento del Obispado. Su pujanza justifica el rico patrimonio que atesora la ciudad: la catedral de Santa María, sus iglesias, sus conventos y, ya como remate modernista, el Palacio de Gaudí que se yergue en el centro histórico como emblema de una ciudad a la que nada le ha sido ajeno en la historia.

Su ubicación como encrucijada de caminos ha determinado una evolución histórica que deja muchas huellas

El edificio ideado por el arquitecto catalán acoge el museo de los Caminos. En plural, la denominación dimensiona la relevancia de Astorga como encrucijada, no sólo en la Ruta Jacobea, sino también la ruta de la Plata. Su enclave geográfico, de nuevo vital, y el la importancia de los arrieros maragatos conectaron a Astorga con el resto de España como nodo para el paso de mercancías. La riqueza que incentiva este valor logístico justifica el auge que alcanzó la ciudad y el nacimiento de industrias de importancia.

Entre ellas, en este ir y venir de los arrieros desde los puertos, el cacao llegado de las Indias alimentó el surgimiento de las fábricas de chocolate. Quien quiera comprobarlo puede visitar el museo y el centro de interpretación en los que se exhibe el arraigo de este producto con Astorga y, sobre todo, degustarlo en las fábricas que aún conservan el legado.

No se quedará con hambre el viajero, que tiene una cita con la mesa en Astorga a la que no puede faltar. Si el chocolate le engancha, las mantecadas, que apellidan como la ciudad para blasonar al producto, hacen presa de quien las pruebas. Como los merles, los hojaldres y, fuera del postre,la cecina que cuenta con importantes fábricas.

Para no perderse nada, una buena idea pasa por sentarse ante el mantel de uno de los restaurantes de la zona. Si es en Castrillo de los Polvazares, uno de los pueblos más hermosos de España por la conservación de su esencia, no faltará en su menú el cocido maragato, en el que se ponen del revés no sólo el orden de los productos, sino también los sentidos de quien lo come. Hay tiempo para probarlo todo. Sin prisa. Sobran excusas en esta Astorga que se enseñorea de su historia, pero no se queda ensimismada, sino que adapta su oferta.

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