Diario de León

La decadencia de los barrios II

El «abandono» convierte Armunia en el lejano oeste

Calles sin asfaltar, farolas que ocupan aceras, suciedad, canchas deportivas en un estado lamentable o los «vertederos ilegales» indignan a los vecinos, que reclaman al Ayuntamiento que asuma su responsabilidad y actúe

León

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Los vecinos de Armunia están cansados del «abandono sistemático» que sufre el barrio desde que en los años setenta pasó a depender del Ayuntamiento de León. Es como una zona oscura, en tierra de nadie, donde sus cerca de 5.000 habitantes luchan cada día contra la decadencia de su propio ecosistema.

«El 80 por ciento de las aceras tienen más de cincuenta años», denuncia Jesús Arias Álvarez, presidente de la Asociación Armunia Viva mientras muestra los principales problemas de uno de los arrabales más extensos de la ciudad y que «peor estado presenta».

Las aceras parecen en descomposición, hay grietas en la calzada de grandes dimensiones, calles sin urbanizar, «suciedad y vandalismo». También «vertederos ilegales» y cierta «inseguridad», sobre todo en los bloques «más pegados a la carretera», añade otra vecina.

En decadencia

«El 80 por ciento de las aceras tienen más de cincuenta años», denuncian los vecinos

«De nada han servido», según explica Jesús Arias, las reuniones periódicas que organiza la Concejalía de Participación Ciudadana para conocer las reivindicaciones de los barrios. «Todo son buenas palabras pero luego no hacen nada. Te dicen que no hay dinero», lamenta. Apenas pudieron rascar algo de unos fondos europeos para adecentar el entorno de la iglesia, que ofrece una imagen bien distinta. Pero son unos pocos metros, que desembocan abruptamente en una acera muy pequeña donde es «imposible andar porque han colocado una farola en medio», critica.

No es la única. Varios puntos de luz ocupan la calzada que debería ser para los peatones. «Aquí vive gente mayor y la acaban echando del barrio porque no hay quien camine. Imagínate pasar por ahí con una silla de ruedas», apunta Ángeles Fernández, vicepresidenta de Armunia Viva. Acusan de ese «abandono» a las distintas corporaciones que han pasado por el consistorio y, especialmente, al pedáneo de la junta vecinal, que «no ha hecho absolutamente nada por el barrio», subrayan.

Esa «ineptitud» —reprochan ambos— hizo que Armunia «perdiera una subvención importante». También se sienten «discriminados del plan Edusi». Entienden que se invierta en los distritos del norte para corregir ciertos desequilibrios endémicos pero «qué pasa con los del sur», pregunta Jesús Arias, que lamenta el estado «lamentable» de uno de los principales suburbios de la ciudad. También de los más extensos.

Venta de drogas

En los bloques más pegados a la carretera general hay problemas de convivencia

Muestra como ejemplo las dos canchas deportivas desvencijadas en las que crece el musgo y solo hay una parte vallada. «Cuando se abrieron funcionaban de maravilla pero el vandalismo y la falta de mantenimiento acabaron con ellas», señala el presidente de la asociación vecinal mientras enseña las pintadas que adornan un bloque semiabandonado, competencia de la ‘Concejalía de Deportes’, como señala el cartel que corona la infraestructura. No hay nadie en las pistas. Tampoco en los parques, más allá de algún vestigio de la noche anterior, como «tres latas de cerveza tiradas a pocos metros de una papelera».

Solo tienen «un barrendero para todo el barrio, que hace muy bien su trabajo, pero es insuficiente», advierte Jesús Arias, que pide, igualmente, que se refuerce la presencia policial en la zona para evitar conflictos. Sobre esto, una vecina de las calles más pegadas a la carretera general, por debajo de la presa, asegura que en algunos pisos se vende droga.

Sin noticias

«En más de un año y medio de Gobierno municipal no han hecho una sola obra en el barrio»

No quieren estigmatizar al barrio, pero reconocen desde la asociación que hay ciertas fricciones entre vecinos que incumplen las normas más básicas de convivencia. «Armunia es un sitio complicado, pero en el que se vive bien, de una forma tranquila», describe Jesús Arias, quien recuerda como hace años había una «actividad comercial importante» y ahora, en el pueblo, apenas «hay un bar, una carnicería y una pequeña tienda de alimentación». No quieren marcharse, aunque no se lo ponen fácil.

Muchos locales se alquilan o se venden. Igual que decenas de casas y pisos. Los portales inmobiliarios están llenos de anuncios pero los precios son de los más bajos de la capital. «Aquí pierdes dinero porque casi tienes que regalarlo. Mientras esto siga así la gente no viene», lamenta Ángeles Fernández. «Pagamos los mismos impuestos que en el centro pero nadie nos hace caso. Cada vez que entra un equipo de gobierno nuevo al Ayuntamiento tenemos la esperanza de que por fin nos van a escuchar, aunque casi al mismo tiempo nos damos cuenta de que todo va a seguir igual. La última corporación lleva más de año y medio y no han realizado una sola obra. Antes por los menos un par de calles aparecían en el plan de asfaltado pero ahora ni eso», concluyen.

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