Diario de León

El crimen de La Sal

Un amigo del sospechoso desmonta una de sus coartadas fundamentales

Asegura que le llamó media hora antes desde el móvil que se encontró en la escena del asesinato

Llegada del sospechoso al Palacio de Justicia. M.Á.Z.

Llegada del sospechoso al Palacio de Justicia. M.Á.Z.

León

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Al hallazgo de una memoria USB entre las posesiones del procesado por el crimen del barrio de La Sal —contenía películas de vídeo que un amigo del fallecido había grabado recientemente para la víctima— se unió ayer otro apunte importante. Un compañero de gimnasio del investigado desmontó la parte de la versión del procesado en la que aseguraba que su móvil apareció en el lugar de los hechos porque alguien se lo había robado. Era una de las principales coartadas del sospechoso para negar su implicación en la supuesta autoría del delito.

El testigo, un súbdito ruso que declaró desde Gijón por videoconferencia, aseguró que el sospechoso le llamó desde ese mismo número media hora antes del crimen y que hablaron durante doce minutos. La defensa del procesado interesó la aportación al jurado del acta según la cual el mismo declarante aseguró durante la instrucción que había recibido varías llamadas del imputado aquella noche, pero que no había contestado a ninguna porqué estaba durmiendo.

Hoy, los informes

La defensa del acusado por el crimen del barrio de La Sal tratará de convencer hoy a los miembros del jurado popular de que, pese a la existencia de numerosos indicios, no hay ninguna prueba sólida y concluyente que determine la autoría del asesinato de un jubilado leonés de 62 años a manos del sospechoso, un joven venezolano de 34 años, padre de cuatro hijos fruto de dos relaciones y abuelo de otros dos. Se enfrenta a una pena de 27 años de cárcel por asesinato y robo con violencia, además de las indemnizaciones.

Negativa

Los peritos rechazan que la víctima fuera apuñalada con la navaja hallada al investigado

La letrada defensora, María Luisa Hermida, un verdadero ejemplo de vocación por el turno de oficio —«le defiendo porque además estoy firmemente convencida de que es inocente»— lo hará amparándose en la misma filosofía que empleó ayer en la penúltima jornada del juicio. Las forenses y la policía científica reconocieron que no había ni un solo vestigio de sangre en las ropas del acusado y que no aparecieron restos biológicos suyos en el escenario del crimen ni en el cuerpo del fallecido. La importancia de su planteamiento radica en que será la última de las partes en hablar, circunstancia que tiene influencia sobre el posicionamiento del jurado popular, que escuchará hoy en último lugar al acusado, en su turno final de palabra, previsiblemente.

Las forenses consideran que la constitución física del sospechoso es perfectamente compatible con la trayectoria y las características de la puñalada que acabó con la vida del jubilado. «Ni aunque hubiese estado en ese momento en una UCI se le hubiera podido salvar la vida. Es una puñalada mortal y es compatible con el hecho de que no haya salpicaduras de sangre en la ropa del acusado», aseguraron.

Sin embargo la doctoras rechazaron que el arma blanca intervenida al detenido fuera las que se usó para cometer el crimen: «Es de características diferentes y además no tiene restos de sangre». El juicio queda visto para veredicto esta tarde.

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