Cuatro años y siete días desde la cizalla
Las máquinas con brazo de cizalla, cuando se inició la demolición del edificio anterior del Parador San Marcos. MARCIANO
La actividad hotelera del nuevo San Marcos que nació de la reforma de la zona histórica en la primera fase, 52 habitaciones, debía convivir con el desarrollo de las obras de la segunda fase; ese edificio en forma de ele que se llegó a ofrecer como prueba de que existía una intención real de llevarse a ejecución. Incluso, se apegó una recreación del área, que deja una sensación exultante de modernismo, a vista de pájaro. Tres salones en la planta baja; 40 habitaciones en la primera planta; otras cuarenta, en la segunda; 28 unidades en la tercera; en la cuarta planta, 21 habitaciones. Un apéndice, en la arista noroeste de la nueva construcción, con spa. El pasado 22 de mayo se cumplieron cuatro años del momento en el que las máquinas comenzaron a desenvolver el grueso de la demolición, de la estructura construida en 1965, que se echó abajo para dar una nueva dimensión al negocio del Parador en León. La liquidación fue rápida; pero lo que está por nacer no llega. Desde aquella primavera verano de 2018, no hay más novedades en el perímetro; la alameda, junto al río; el pino y la chimenea que corona un nido de cigüeña, por el flanco urbano y la explana trasera del aparcamiento de la avenida de Peregrinos.
San Marcos se agarra a la volumetría central que le permitió recuperar la reforma y rehabilitación de la estructura heredada del siglo XVIII. Pero no hay visos de ese otro volumen para 129 habitaciones, que le devolverá la posición de hotel sin rival.