Diario de León

José Antonio Navarro Arteaga, escultor

«Los artistas no podemos jubilarnos nunca, eso sólo es si viene la de la guadaña»

Navarro Arteaga, en la presentación de La Exaltación en Triana. OMEGA

Navarro Arteaga, en la presentación de La Exaltación en Triana. OMEGA

León

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Habla con la gracia natural que adorna a todo sevillano viviente y se le nota tocado por la potestad divina del arte incluso cuando habla. José Antonio Navarro Arteaga sabe dónde está el León papón porqué ya talló La Exaltación en el año 2000. Ahora pone su firma a La Crucifixión del Dulce Nombre de Jesús Nazareno. Se presenta a los medios de comunicación esta mañana y a la ciudad en un traslado extraordinario que sale a las 18.00 horas de la capilla de Santa Nonia y llega a las 19.00 horas a la Catedral. A las 19.30 habrá un acto en el Museo de Semana Santa y a las 20.30 un concierto de las secciones musicales de la cofradía.

—¿Cómo surgió la idea de La Crucifixión?

Yo creo que ya va camino de ocho años, Puede parecer un poco incongruente, pero el boceto del nuevo misterio ya está aprobado hace mucho. Lo que pasa es que ha habido vicisitudes, y no se ha podido encajar. Salió la oportunidad de que la cofradía adquiriera el local que tenía al lado (el garaje) y se decidió hacer frente a aquello y no acometer este proyecto, que también tenía bastante envergadura. Por eso estuvo un tiempo parado y al final ha llegado el día y ya es una realidad. A decir verdad, lo es desde hace cuatro meses.

—¿Cómo se plantea este nuevo trabajo?

—En el plano artístico, creo que es una evolución del Arteaga de hace 22 años, que ahora es una persona totalmente distinta. Entonces era un crío, me creía el tío más madura del mundo y ahora veo que las cosas son distintas. Hay mucha diferencia entre aquel chaval y ya este hombre joven que acomete un misterio para un sitio que le encarga por primera vez un encargo a un escultor del sur. Es una responsabilidad muy grande hacer que todo encaje, porque la filosofía a la hora de trabajar, no es lo mismo hacerlo con un leonés sobrio que con un andaluz. Todo va relacionado con el entorno. Nosotros vivimos en la calle, porque el tiempo acompaña y nos ayuda a interrelacionarnos. Tampoco es que estemos todo el día fuera, porque a la hora de trabajar no nos echa la pata nadie. Pero eso ha trasladado a un trabajo de este tipo, te supone un reto, y un reto importante. Se trataba de concretar algo que tú tienes muy latente en tu filosofía y que a la hora de la madurez como profesional, necesita de todos estos años que han pasado.

—¿Técnicamente cómo es este paso?

—Es una mezcla del dramatismo y de serenidad interior. Es un paso que está muy metido para adentro, no es como La Exaltación. Son dos conceptos totalmente diferentes, con iconografía distintas. Hay una cruz de por medio, pero no es lo mismo. No tiene nada que ver ese dolor, la caída del cuerpo, el esfuerzo de la gente que tira de las cuerdas… Es una parte mucho más dramática , más fuerte. Este otro paso es mucho más místico. Hay una pieza que sobresale con luz propia, porque todo va concentrado en lo que quiere decir el misterio, que es la virgen ensimismada en ese dolor, que se aprieta las manos y que ni siquiera mira a su hijo que agonizar. Es una de las piezas de las que me siento más satisfecho en estos 35 años de carrera profesional.

—¿Es Arteaga un artista más de cristos que de vírgenes?

—Esto es como los actores, que si te encasillan en un género, ya no sales de ahí, y es lo que hay. Yo creo que no es verdad. Hay dos piezas como la virgen y la Magdalena, o una Piedad que le acabo de hacer a la cofradía de María del Dulce Nombre, que no hay más que ver la cara de la virgen para ver que no es correcto encasillarme en las figuras masculinas solamente.

—¿Tan distinto a es tallar para el sur o para el norte?

—Sí, sí. Totalmente. Hay mucha diferencia y debe de haber mucha diferencia. Yo he abierto una puerta enorme para que el norte mirar al sur, aunque no me miraran a mí. Abrí la puerta de par en par y eso ha permitido ver muchas cosas que se han hecho por aquí y cosas que cumplen y otras que no. Hay que imbuirse muy dentro y sobre todo, puede ser que a lo mejor esa sangre mía norteña de mis antepasados pueda haber hecho un poco más fácil la concepción de las cosas. Es verdad que tú tienes que mimetizarte con el medio y conocerlo. Entonces no todo vale ni todo lo que se hace se puede poner en cualquier sitio. Las cosas tienen su lugar y su momento adecuado, y sobre todo tienen que tener su arraigo.

—¿Ha llegado a conocer la Semana Santa de León?

—He llegado a conocerla “antes de” Y todo lo que hemos hecho en tantísimos años sale y coincide en esos siete días. Pero vivirla un sitúa, no he podido, no he tenido esa fortuna. También hay una cosa que está clara: iba a decir que cuando me jubile tendré una oportunidad. Pero en realidad, aquí la única que te jubila es la de la guadaña. Los artistas no tenemos fecha de caducidad, a no ser que te dejen impedido y te quedes en una silla de ruedas. Pero es verdad que a mí me gustaría poder ver cosas y visitar León, y tengo la gran suerte de poder trabajar en España y fuera de España. Lo que pasa es que acabamos tan agotados… Y los años no pasan en balde para nadie. La cuaresma y la precuaresma te deja sin energías. Y si encima tienes un hijo de siete años que quiere salir en absolutamente todas las procesiones, ya no te cuento.

—¿Sus obras para el Gran Poder y para el Rocío son su mayor satisfacción?

—Bueno… la más destacada es la Virgen de la Antigua, que está en los jardines del Vaticano. Como referente, es la Meca del cristianismo. Es decir que tú tienes algo en el Vaticano es lo más. No creo que haya nada más grande. Hemos tenido la fortuna de hacer trabajos en sitios muy señeros y muy grandes. No es solo el Rocío, también hemos hecho el mausoleo a la duquesa de Alba, que era una persona que tenía más títulos que el rey de España.

—¿Y cómo surgió hacerle el busto a Cristiano Ronaldo?

—Eso fue una tontería de mi hijo (ríe abiertamente) y tú a un hijo no puedes decirle a nada que no. Un padre siempre intentar satisfacer a sus hijos y él desde muy pequeño, desde muy chiquitito ya tenía una cabeza como un señor de 40 años. Le gustaba Cristiano y a día de hoy sale todavía del colegio haciendo el “Siuuu”. Un día le pidió que le hiciera un busto de él y por satisfacerlo empecé a modelarlo. Pero conforme empecé a trabajar, de pequeñito como lo había diseñado empezó a pasar a grande. Y al estudio viene gente de fuera que empezó a decirme que estaba quedándome muy bien. A lo tonto, a lo tonto como hablamos con el Real Madrid y al final me ofrecieron un sitio para exponerlo.

—¿Esta Semana Santa a va a ser aún más especial para un artista como usted?

—Pues sí, pues sí. No te voy a engañar. La verdad es que no sé ni cómo afrontarla. No sé qué va a pasar con estas vivencias después de dos años de parón. Al gremio nos ha afectado mucho aunque parezca que no. Todas las personas que trabajamos en el arte de las cofradías, este parón de dos años nos ha matado. No tenemos ayuda de nadie y yo gracias a Dios me he librado porque tiene uno una firma y un nombre y te buscan de muchos sitios. Salen cosas, pero las cofradías han parado casi todos los encargos y de eso no vivimos solamente los artistas, sino un montón de familias a los que nosotros también damos trabajo. Esto no es solamente una cosa en plan ermitaño, no es yo me lo guiso yo me lo como y las castañas para mí. Va muy implícito y unido a un montón de personas profesionales que viven de esto a su vez. Nos ha afectado de una forma brutal y muy negativa

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