Asamblea de milanos en la tarde de León
Cada tarde de verano, se repite un fenómeno que parecía imposible con ese espacio que el hormigón le ganó al campo abierto, lo urbano a lo rústico, la prisa a la paciencia. Desde el rellano de Oteruelo, que ofrece las mejores vistas de la ciudad de León, hay concilio diario de milanos; a veces, en vuelo, ese vuelo plástico y decidido que distingue a las rapaces, a veces apostados en el vallado del macelo, a la espera de la ocasión adecuada de encontrar algo que desgarrar. Carne para las depredadoras que ganaron este espacio aéreo a base de planear sobre la población de conejos que estacionalmente satura este entorno entre polígonos industriales, enlaces a la circunvalación y tierras devueltas al barbecho. Ahora, parece que cambiaron de estrategia; en vez de atacar, esperan; algunos entre las matas de los robledales que salpican el entorno desde las misma línea urbana de León; otras, alineadas como quien guarda vez en la carnicería. Algo avanzó Darwin sobre esta flexibilidad. | L. U.