Diario de León

El autor confeso del crimen de Obispo Almarcha ingresa en prisión sin fianza

El juez deja en libertad provisional al otro vecino detenido, por falta de pruebas de encubrimiento

DL18P8F2-19-12-28-0.jpg

DL18P8F2-19-12-28-0.jpg

León

Creado:

Actualizado:

El autor confeso del crimen de Obispo Almarcha ingresó ayer en prisión, acusado de la muerte de la propietaria del piso en el que residía, con la que discutió porque no le había pagado el alquiler del mes y pretendía según él, desahuciarlo para dar entrada a otra familia que iba a pagar más.

El segundo detenido, un vecino de la víctima y también del autor de las puñaladas —vivían todos en el mismo bloque— que presenció una parte de los hechos y recomendó al autor entregarse en Comisaría (cosa que no hizo), queda en libertad por falta de pruebas para sustentar su acusación de encubrimiento. Se determina sin embargo que deberá comparecer los días 1 y 1 5 de cada mes en sede judicial.

Declaró ayer como testigo la esposa del acusado. No pesa ningún tipo de imputación penal sobre ella y simplemente se toma en cuenta su testimonio.

El autor confeso del crimen aseguró en su declaración que el día 24 de marzo de 2020, sin poder recordar la hora exacta, inició una discusión con la víctima porque ella quería que abandonara la vivienda que les tenía alquilada, al parecer porque había otra persona interesada en arrendarla pagando más dinero.

Tras una segunda acometida, la víctima le dijo a su posterior agresor le dijo que le daba cinco días para marcharse, a lo cual el asesino le contestó que le rogaba que por favor no le echara de casa pero ante la insistencia de la mujer, comenzaron las voces y ella le propinó un empujón. Fue el momento en el que él sacó una pequeña navaja que solía llevar para pelar cables y le dio una puñalada en el estómago y otra en el cuello.

SIN MEMORIA

A partir de ahí ya no recuerda nada, porque solo tiene la noción de verse las manos ensangrentadas. Rechazó haber cometido el crimen por dinero, y aseguró que no había cogido nada que pudiera haber en la casa.

Negó que hubiera fumado un cigarro en casa de la fallecida, pero sí que recordó haber cerrado la navaja y haberla metida en el bolsillo trasero del pantalón del chándal. Al verse las manos llenas de sangre se fue al cuarto de baño y se las lavó, tras lo cual se las secó con la toalla que la policía ha utilizado para incriminarlo. A continuación se fue del domicilio y dejó la luz encendida, bajo al portal y tiró la navaja en una alcantarilla que había a la derecha del portal.

COCA COLA Y DULCES

Después de una vuelta por el barrio y pasó por un supermercado y una tienda de ultramarinos, donde compró una Coca-Cola y dulces para los niños. Luego se dirigió hacia su domicilio y cuando vio llegar a su mujer entró en la cocina para quitarse la ropa y echarla a la lavadora.

Recordó que esa misma tarde su mujer le vio una mancha de sangre en la muñeca pero no recordó en su declaración que excusa dio y se fue a la cama, aunque no pudo dormir. Al día siguiente fue cuando peor lo pasó porque se dio cuenta de que lo que había hecho «era una gilipollez», aseguró textualmente y que lo que tenía que haber hecho era pagar el alquiler como hacía mucha gente.

Solicitó al vecino ahora detenido que no dijera nada, pese a que le conminó a que se presentara en la Comisaría para confesar los hechos, pero finalmente no lo hizo porque no tuvo valor.

Su mujer prestó declaración de forma voluntaria el pasado lunes tras presentarse a declarar en la Comisaría de Policía. Según su versión, la tarde del 24 de marzo de 2020, la víctima había quedado con un vecino con intención de robar a la fallecida, dado que ella siempre tenía dinero en casa e incluso en alguna ocasión habían hablado de apropiarse de su bolso en la calle.

Cuando el autor confeso de los hechos se quedó discutiendo con la víctima, ella oyó voces y dice haber escuchado a un vecino que también estaba hablando con ella, aunque los gritos cesaron veinte minutos después. Seguidamente escuchó que se cerraba la puerta de la víctima.

Sobre las 21.15 horas el varón entró en el domicilio familiar, con manchas de sangre seca en el lateral. Ella le preguntó qué había pasado en casa de la víctima y él le dijo que se había «cargado el ambiente» por cosas del alquiler. Igualmente ella observó que su marido presentaba cortes en las dos manos y al preguntarle por la presencia de dichos cortes dijo que eran porque habían estado reparando un patinete.

Cuando se le preguntó qué había pasado y, siempre según su versión, dijo que había mantenido una discusión en la que había estado presente también el vecino. Esa noche no cenaron y su marido se quedó viendo la tele y chateando.

Al día siguiente no salieron de casa por el confinamiento y sobre las 19.00 horas salieron de casa con su hijo mayor escondidas para ir a ver a su abuelo. Cuando volvió a las 21.00 horas vio a otra vecina llorando en el portal y muchos coches de policía. Le dijo a su marido que bajara a tirar la basura y que se enterara de que había pasado. En ese trayecto se paró a hablar con el vecino supuestamente testigo de los hechos y conversó con él durante diez minutos. Cuando subió le preguntó qué había pasado y el autor confesó y dijo que se habían calentado las cosas y que había golpeado a la víctima. Ella no le creyó porque ya sabía que la víctima había muerto.

La esposa ha echado en falta estos dos años una navaja que no ha vuelto a ver nunca más y confesó que su marido había vuelto a casa con un sobre de color blanco con 3.000 euros. Él aseguro que había encontrado en la calle, dentro de un coche que tenía la ventanilla bajada y que lo había cogido.

tracking