El AVE que emerge en mitad de la línea imaginaria de la conexión León-Braganza

Hernani Dias parecía uno más entre el rosario de autoridades locales y municipales sanabresas, los cargos parlamentarios nacionales de la provincia de Zamora, el repertorio de cargos de los organismos competentes en la política ferroviaria del país, de Adif y Renfe, de la estructura ministerial, del ejecutivo central, de la administración autonómica. Pero Hernani Dias no era relleno protocolario en la convocatoria del acto para estrenar la estación del AVE en Otero de Sanabria. El presidente de la Cámara Municipal de Braganza tenía reserva de silla por representar una parte relevante en la masa de población que justifica este proyecto arriesgado, que ha puesto en el mapa de la alta velocidad una localidad que techa los tejados con pizarra y conserva las viviendas con la piedra y la sillería tan recurrente en las edificaciones del oeste leonés y otras de la región leonesa. Otra coincidencia geográfica amplía el ángulo de la representatividad y relevancia que le concierne al representante político de Braganza en este evento: la estación del AVE en mitad del mundo despoblado está enclavada también en mitad de ese trazado por el que se quiere hacer discurrir la León-Braganza; otro ideario de aspiraciones para la comunicación del noroeste que los políticos han tratado de enfriar con decisiones y gestos que dilatan el desánimo y recortan la esperanza de sus promotores. Hernani Dias es un bastión al otro lado de la raya para un sinfín de proyectos sociales y económicos que León comparte con Portugal, con Braganza, en objetivos de desarrollo y avance colectivos que tienen el propósito de mejorar el bienestar y la vida de los territorios. También en materia de infraestructuras. La presencia de Dias en Otero de Sanabria hace que la León-Braganza pierda algo de ese cuerpo de hipótesis.