Diario de León

Los efectos de la rebelión del Planeta

El cambio climático arrinconará el norte de León con el avance del hábitat mediterráneo

La convivencia de dos tipos de clima convierten a la provincia en un laboratorio singular para investigar el calentamiento global

Publicado por
Asun G. Puente
León

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La singularidad de la provincia de León hacen de ella un laboratorio para el estudio del cambio climático y sus efectos presentes y venideros. Dos climas diferenciados, el templado oceánico y el mediterráneo, con la sequía del verano como elemento distintivo entre ambos, permiten analizar sobre el terreno las consecuencias de la subida de temperaturas y la merma de las precipitaciones. La línea que separa estos dos tipos de clima se dibuja sobre los municipios de Cistierna, Boñar, La Vecilla, La Robla, Barrios de Luna y Riello. Sus poblaciones se mueven, por ahora, entre los dos «con periodos de veranos con sequía y otros no», indica la profesora de Botánica de la Universidad de León Sara del Río. Experta en cambio climático, recalca que «el proceso no es uniforme, ni lineal a lo largo de los años en la provincia» e insiste en que deben investigarse las tendencias estacionales y mensuales y tener en cuenta, además, que cada territorio tiene sus peculiariedades.

En el caso de León, asegura la investigadora, si la tendencia continúa, es decir, con temperaturas al alza y precipitaciones a la baja, «el cambio climático provocará que el límite entre el clima mediterráneo y el templado se desplace hacia el norte». Y sus repercusiones no serán sólo de latitud, también de altitud. En este último parámetro llama la atención sobre las cumbres de lugares como la Cabrera, los Montes de León, Peña Trevinca o los Aquilianos, «donde el clima templado subsiste rodeado del mediterráneo y las plantas de carácter mediterráneo ya han aparecido».

Cimas con extraños
Los cambios detectados en la naturaleza no sólo son cuestión en León de latitud, también de altitud

Con el avance de las temperaturas y la disminución de la precipitación, retrocederá el territorio leonés ahora situado al norte de la línea marcada por los municipios antes mencionados. «Esto podría implicar también un cambio en la vegetación». De manera que hayedos, robledales y abedulares, propios de entornos con clima templado, sufrirán sus consecuencias y serán desplazados por vegetación que soporta mejor el aumento de las temperaturas y menos niveles de precipitación, como bosques de melojos, encinas o quejigos.

«Los robledales estarán potencialmente amenazados, pero menos que los pirenaicos, donde el riesgo es mayor», advierte la profesora Del Río. También los efectos del cambio climático llegan a los cultivos, hace referencia en este caso a los cereales de secano, que en el supuesto de que el termómetro ascienda de forma excesiva no podrán germinar, ya que precisan temperaturas muy bajas. Además, el cambio climático permitirá la entrada en León de cultivos no vistos por estas latitudes como el olivo, especialmente en el Bierzo y la zona sureste de la provincia. Incluso, en esta comarca sus frutales tradicionales podrán dar cabida a otros «más exóticos» (fruta de hueso, fundamentalmente) con la subida de las temperaturas, «además de incrementar la producción actual, al tener menos heladas y más calor».

En los ríos, los efectos del cambio climático no serán muy llamativos. «La cuenca norte no tendrá mucha afección por el momento; tampoco la del Miño por la estructura de los propios ríos, con poco estiaje pero caudalosos. Y en la cuenca del Duero, con estiaje importante, ahora con la regulación en cabecera con los embalses, tampoco sufrirán».

El cambio en la vegetación traerá consigo también la disincronía de las especies de animales asociados a determinadas especies vegetales. «Hay que tener en cuenta que la foliación se produce ahora una media de una a tres semanas antes».

Otros efectos en la naturaleza ya comprobados son, por ejemplo, las plagas más virulentas de la procesionaria del pino. «Avanzan más al norte. Las larvas ahora eclosionan antes, lo que les permite llegar al inicio del invierno en un estado más avanzado y, por tanto, en mejores condiciones para poder superarlo».

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