El caso excepcional de la ciudad que tiene dos puntos cardinales

De todos los actos administrativos que han traído hasta aquí a la ronda Norte de León, la nortenoroeste, la argolla que cierra el anillo de la circunvalación de León, en otra carencia estructural que distingue a la capital leonesa, el más relevante fue el de San Andrés: en 2004, suprimió la reserva de suelo que venía arrastrada en los planes urbanísticos para dejar paso a la circunvalación. La corrección era casi obligada; el primer boceto de la ronda norte preveía atravesar terrenos que llevan ocupados desde hace tres décadas por un polígono industrial, y la extensiones de cola de las pista del aeropuerto. Cansado de esperar, el alfoz de la ciudad hizo su vida. La esperanza se diluyó de inmediato con el intento del gobierno socialista de la capital leonesa de reanimar el proyecto en Madrid, en otra época aquella de 2005 que también se definió por las grandes palabras y los hechos nulos. La ronda este no llegó nunca a hacerse norte al otro lado del terraplén de la carretera Carbajal, ni más allá del los cruces de alta capacidad de Valverde. Hubo algunas otras acciones tímidas, que alentaron la vida de la ronda Norte en la tumba de la vida eterna que son los cajones ministeriales. Un anuncio de unos pocos miles de euros en un borrador de presupuestos; una declaración política, que exigía acabar con esta excepción de circunvalar dos puntos cardinales. El último detalle, lo tuvo hace tres semanas el alcalde de la capital leonesa, que incluyó el cierre del anillo de las rondas en el bestiario de infraestructuras que expuso al ministro. Antes, Ábalos ya había cocido en Madrid este movimiento.