Fallece Arsenio Lope Huerta, un gobernador civil que apostó por la cercanía

Arsenio Lope Huerta, gobernador civil de León entre los años 1988 y 1990, falleció ayer en la localidad madrileña de Alcalá de Henares a los 77 años de edad, víctima de un cáncer contra el que llevaba luchando varios años.

A lo largo de toda su dilatada trayectoria política y también durante su etapa como gobernador en León, Lope Huerta dejó una profunda huella en la provincia y un gran recuerdo y afecto personal entre todos los leoneses que le trataron de cerca.

Lope Huerta accedió al cargo de gobernador civil de León el 21 de septiembre de 1988 y se distinguió desde entonces por su cercanía y por una intensa actividad hacia el exterior, que en aquel entonces contrastaba de manera notable con la línea marcada por sus predecesores.

Desde su toma de posesión intervino en prácticamente todos los asuntos de importancia para la provincia, destacando siempre su afán de compromiso. Deseoso de conocer la realidad leonesa, fue un gobernador que visitó la provincia con mucha frecuencia durante su mandato.

Lope Huerta accedió al cargo de gobernador civil de León tras haber ocupado la Dirección General de Cooperación del Mi nisterio de Cultura. Entre 1979 y 1983 había sido concejal socialista del ayuntamiento de Alcalá de Henares.

Muy ligado a esta localidad, fue alcalde su entre 1983 y 1987 y fue dos años (hasta 1988) director de Cooperación Cultural del Ministerio de Cultura.

El trágico fallecimiento de su mujer Pilar Revilla Bel el pasado 15 de diciembre sin duda contribuyó a agravar la dolorosa enfermedad que sufría desde hace tiempo.

Su huella en la política de la Comunidad no se limitó únicamente a su etapa leonesa. Lope Huerta fue delegado del Gobierno en Castilla y León entre 1990 y 1993, sustituyendo en este cargo a Domingo Ferreiro. Durante el tiempo en el que ejerció como máximo representante en la comunidad del Ejecutivo que presidía entonces el socialista Felipe González, coincidió con Juan José Lucas en aquel entonces al frente de la Junta de Castilla y León. Este trienio como delegado del Gobierno marcó el final de su etapa política en Castilla y León.

Fiel a su talante, durante el tiempo que estuvo al frente de la Delegación del Gobierno en Castilla y León mantuvo siempre una decidida apuesta —incluso desde el plano personal— por el diálogo institucional que le fue reconocido desde la formación popular. Abogado de profesión, con una profunda afición por la fiesta de los toros, Lope Huerta era abogado y licenciado en Ciencias Empresariales.