Diario de León

Una familia que se ha dejado una fortuna en abogados y pruebas periciales sin resultados

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Especialmente compleja la causa por las múltiples peculiaridades que ha encerrado la instrucción (se llegó a decretar una medida disciplinaria contra un agente de la Guardia Civil por filtración de información reservada a uno de los investigados), el caso es la crónica de quince años de sufrimiento de una familia que ve cómo por segunda vez, se cierra en vano el proceso de investigación sin resultados concluyentes.

Al margen de las voluntades y de la forma de actuar, la única certeza indubitada es que los padres de Rocío Fernández Ameijeiras perdieron a su hija para siempre, que se han gastado una verdadera fortuna en abogados, recursos y pruebas periciales en las que acudieron a doctores reputados para llegar a una conclusión final: están hoy como el primer día.

Se hace eco la jueza en el auto de archivo de la posibilidad barruntada por los forenses de que se tratara incluso de una muerte accidental y de otras hipótesis. Chocan frontalmente estas tesis con el hecho de que quien estuviera al lado del cadáver de Rocío se tomara muchos cuidados en hacer que no quedaran apenas restos biológicos, a expensas de saber si fue o no la misma persona que después de la desaparición de la víctima y desde el teléfono móvil de la fallecida, se dedicó a enviar mensajes SMS a sus padres para hacerles creer que se encontraba en Madrid buscando trabajo y que estaba bien, para que no se preocuparan de buscarla.

Paralelas las causas de Sheila Barrero y el crimen de Navatejera, hace apenas una semana que se ha decretado en Asturias el archivo del asunto de la joven de Villablino. Con ascendencia en el valle de Laciana, el caso de Rocío Fernández ha corrido la misma suerte pocos días después. Paralelismos funestos. En Trobajo del Camino, los Fernández Ameijeiras luchan para que la vida siga.

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