Diario de León

Ferretería El Mercado, otro establecimiento histórico que cierra en León tras 65 años

- El propietario Manolo Yugueros García baja la trapa a un negocio que apaga un poco más la plaza de las Concepciones, donde también cerró el bar Begoña, en pleno Barrio Húmedo

León

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Si Gardel ya cantaba que «es un soplo la vida, que veinte años son nada», el cierre de un establecimiento tan emblemático como la ferretería El Mercado, enclavado en el esquinazo de las calles Fernández Cadórniga y Herrero, tras 65 años de actividad en que «las nieves del tiempo platearon su sien», bien merecería un «Volver». 

Manolo Yugueros García, el dueño de este señero negocio durante el último cuarto de siglo, reconoce que cuando colgó el cartel de liquidación le dio una cierta «nostalgia», pero luego pensó el porrón de años que lleva trabajando de cara al público y que él también cumple 65 años y se dijo «que es hora de pasar a vivir tranquilo, pidiendo salud».

Cuando él y su mujer, Manoli Rodríguez, cogieron el traspaso del local , la ferretería se llamaba La Cocina, una marca que sigue funcionando en la ciudad. «Nos cansamos de la hostelería y con 40 años nos metimos en esto sin saber casi nada», recuerda. Y así comenzaron a manejarse entre piezas de menaje, «lo que más se vende, sobre todo, las cazuelas esmaltadas marrones», y todo tipo de herramientas y útiles de decoración y siega. 

De hecho, en la ferretería El Mercado se pueden encontrar desde guadañas a hules para manteles, gomas, tuercas, pegamentos, jaboneras y en su día hasta balconcillos.

La tienda no está digitalizada y en un «recuento de cabeza la última vez calculé que manejamos 12.000 referencias distintas», asegura orgulloso. Entre ellas, destaca «todo un mundo de puntas» de diferentes dimensiones, desde 1,5 centímetros a 20 centímetros, un tamaño que a priori sorprende en este gran bazar ferretero que saluda a quienes entran al Barrio Húmedo desde la plaza de las Concepcionistas.

Con una rotación diaria de 150 personas entrando y saliendo del local, aunque «todas no compran», matiza, el catálogo de anécdotas que acumula durante estos años es enorme. «Empecé a escribirlas en un cuaderno hace diez años, pero lo dejé porque son tan inverosímiles que nadie me las iba a creer», indica.

Como el caso de una clienta que adquirió una «maravillosa» sartén alemana y la fue a devolver al día siguiente porque «no freía los huevos, los cocía». Fueron a su casa a comprobar qué ocurría y se percataron del error de la señora, que había echado agua a la sartén en lugar del pertinente aceite al confundir dos botes que tenía junto a la vitrocerámica.

También otra que regresó porque «no funcionaba» un abrelatas, cuando lo que en realidad ocurría es que carecía de fuerza en la mano para manejarla. «Se la abrimos y la metió al bolso tal cual con el envase de las sardinas en aceite sin tapa. Cómo llegaría el bolso», ironiza.

Yugueros cree que «nadie quiere el pequeño comercio, como ocurrió en el pasaje de San Agustín, así que toca cierre». No obstante se resiste sentimentalmente a que el local apague sus luces en el corazón del casco antiguo. «Por aquí pasa todo el mundo de camino al Húmedo, a la plaza Mayor, a la Rúa, a la plaza del Grano... Es muy turístico y junto a herramientas se podrían vender detalles, recuerdos y merchandising de León».

Es que desde el cierre del bar Begoña en la esquina de la plaza «si nosotros bajamos la trapa, esta zona se queda huérfana y es un punto clave», indica.

Su mujer, más joven, no continuará con el negocio, porque «aunque parezca mentira es un mundo aún machista. Cuando ella está sola muchos le preguntan ¿dónde está tu marido, porque tu no sabrás...?».

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