Diario de León

El agua dibuja una playa fluvial

El gran río que se convirtió en riachuelo al pasar por la ciudad

Vista del río, que casi se puede cruzar andando, desde el puente de Los Leones. RAMIRO.

Vista del río, que casi se puede cruzar andando, desde el puente de Los Leones. RAMIRO.

León

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Cruzar el río de orilla a orilla casi sin mojarse no es la imagen habitual que suele ofrecer el Bernesga. Sin embargo, este verano, y a pesar de las numerosas tormentas, la lámina de agua que discurre por la ciudad posee escasos centímetros en algunos de los tramos, como el puente de Los Leones, donde el río se ha retirado de toda una franja y el escaso caudal dibuja una playa fluvial de guijarros.

La fotografía que presenta el Bernesga a su paso por la capital leonesa recuerda a la del pasado año, cuando una gran sequía dejó a los ríos leoneses en mínimos históricos, con la diferencia que este verano se han desatado numerosas tormentas.  

De gran río ha quedado convertido en un pequeño riachuelo y los datos lo avalan. En junio llegó a alcanzar los 8,6 metros cúbicos por segundo, frente a los 2,4 m3 registrados esta semana por la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), lo que representa la tercera parte.

Cauce al descubierto
Los guijarros del fondo emergen al retirarse la lámina del río que normalmente los cubre

Con la mitad de su cauce al descubierto y un caudal de poco calado se genera un impacto visual a los viandantes que pasean próximos al Bernesga, además de dificultar todas las actividades deportivas que se desarrollan en este paraje. La CHD reconoce que el bajo nivel no se debe «a que estemos haciendo obras o cortando en algún punto». De hecho, el Bernesga no es un río regulado, aunque depende en cierta medida de la presa de Casares, por lo que los altibajos en su volumen son continuos. Si en primavera, debido a las nevadas y precipitaciones, presentaba unos niveles que rozaban el desborde, en esta época del año se encuentra en mínimos anuales.  

El Bernesga ahora bajo, podría desbordarse en otoño, pero afectaría sólo a las zonas aledañas y su efecto se amortiguaría, en parte, por la presencia del gran número de alcantarillas, nada menos que 14.000 en la ciudad. conectadas a una red de saneamiento que se revisa. Ese tejido subterráneo, que desciende entre dos y cinco metros por debajo de las viviendas, forma un entramado de 400 kilómetros bajo León (1.000 si se incluyen las poblaciones del alfoz integradas en la mancomunidad de Saleal). Unas ‘trincheras’ que están permanentemente vigiladas con 18 dispositivos, que comprueban ‘el latido’ de la red. De hecho, confeccionan algo similar a un cardiograma, pero indicando con las típicas rayas picudas que suben y bajan, los niveles de agua que transportan las tuberías en cada momento.

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