Diario de León

El Grano aguanta el chaparrón

Las lluvias registradas en los últimos días ponen a prueba la rehabilitación de la plaza, asentada un año y medio después de que finalizaran los polémicos trabajos

Imagen de la plaza del Grano a mediodía de ayer, después de las tormentas de los últimos días. Á.C.

León

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Todavía con los últimos cantos pendientes de colocar, a finales de mayo de 2018, las lluvias torrenciales dieron cauce a las críticas de quienes habían pronosticado el fracaso de la rehabilitación con el argumento de que no drenaba porque se había usado cemento en cantidades irregulares para fijar la solera. Apenas dos meses después, tras una inversión de 535.866,61 euros, los rescoldos de las escorrentías dejaron la superficie como un albero para que la ironía de los críticos dibujara una playa en la ciudad. Ahora, un año y medio después de que acabaran los trabajos de la polémica recuperación del emblemático entorno, las tormentas de esta semana han puesto a prueba el asentamiento de la plaza del Grano. Ni hay charcos, ni acumulaciones de arena.

La plaza ha ‘curado’, como pronosticó el arquitecto responsable de la intervención, Ramón Cañas Aparicio, cargado de paciencia para defender que era un entorno que «se hace con el uso» y que necesitaba un «proceso» de asentamiento para que cogiera «más sustrato» y se apelmazara.

El comportamiento de la solera se ve beneficiado además por la estructura que reproduce la concepción tradicional de espinas y líneas maestras, similar a la que tienen en la naturaleza las hojas de los árboles, para garantizar la evacuación del agua. No se tocó el dibujo original, que se había respetado ya en la anterior ocasión en la que se levantó toda la zona, en el año 1989, y el resultado reproduce los mismos beneficios para los que fue concebido por la sabiduría popular. Con el paso del tiempo se ha visto que el Grano, al final, aguanta el chaparrón.

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